Nick Drnaso Sabrina Salamandra, 2019 203 páginas Quién lo creyera: la gran novela americana del siglo XXI terminó escribiéndose en novela gráfica. “‘Sabrina’, de Nick Drnaso, es el mejor libro que he leído sobre el momento actual. Es una obra maestra. Hermosamente escrita y dibujada”, dice Zadie Smith. El reconocimiento no solo proviene de escritores y de críticos norteamericanos: Sabrina fue nominada al prestigioso Premio Man Booker. Estos datos para quienes todavía no se toman demasiado en serio el género de la novela gráfica. Estamos en un suburbio de Chicago en 2017, el año en que subió a la Presidencia de Estados Unidos Donald Trump, una fecha emblemática que la novela insiste en recordar. Sabrina y su hermana Sandra conversan. De Teddy, el novio de Sabrina; de los miedos de Sandra a pasear en el verano porque en su juventud fue víctima de un acoso sexual. Hacen un crucigrama, “matamos a la familia Clutter”, diez letras: Dick y Perry, los asesinos de A sangre fría, un guiño literario del autor. Hacen planes, se despiden. Sabrina se queda, vive en la casa paterna (sus padres están de viaje). Se acuesta. Al otro día, sale temprano en la mañana a buscar trabajo y no regresa nunca más. Sabrina ha desaparecido en las primeras once páginas de la novela.

Un primer plano de Teddy. Está llegando a Colorado, donde vive un antiguo compañero de colegio, el ahora sargento Calvin Wrobbel, recién divorciado, que trabaja en la base de la Fuerza Aérea en Peterson y vive solo. Lo acoge en su apartamento semivacío y desapacible, como las casas, las cafeterías, los supermercados, las oficinas: como todos los espacios que vemos. Como los rostros de los personajes. Cada cuadro de la historieta contribuye a crear esa atmósfera, acorde con la depresión profunda en que ha caído Teddy tras la desaparición de Sabrina. La narración se centra en la relación de Teddy y Calvin hasta que se filtra un video en las redes sociales sobre la desaparición de Sabrina. De inmediato, este se vuelve una tendencia y empieza a alimentar teorías conspirativas. El principal artífice de estas teorías es un locutor radial que escucha Teddy, su única comunicación con el mundo, porque sus diálogos con Calvin son casi autistas: “Los maquinadores lo saben y se aprovechan. Es su arma más potente. La mayor amenaza que pueden afrontar es la masa unificada, así que les conviene alborotar el avispero, mantenernos disgregados, recelosos y hostiles. Y así elaboran la tragedia. Comercian con el engaño. Escenifican matanzas y asesinan a civiles. Esa es la cortina de humo”. Las redes sociales alimentan la paranoia, la paranoia alimenta las noticias falsas y estas desencadenan amenazas. Así ocurre en el mundo globalizado e intercomunicado. Aunque, a juicio de Nick Drnaso, en Estados Unidos, las teorías conspirativas son, además, un consuelo a cosas inquietantes, como la posibilidad de que te pueden matar en la escuela o en el trabajo sin ningún motivo.

Una novela a la altura de Carver, de Richard Ford; de Belleza americana, de Sam Mendes. La comparo con literatura, con películas, pero ya que hemos hablado de las pretensiones de este nuevo género, simplemente debería decir: una novela a la altura de Maus. Como dijo Nick Drnaso en una entrevista, y ante el reclamo de uno de los jurados del Premio Man Booker, a sus colegas por el hecho de haber nominado a Sabrina: “Y luego me pregunté si los cómics deberían ser considerados literatura. ¿Deberían? ¿Por qué? Son lo suficientemente distintos de la literatura como para tener su propia categoría, así que ¿por qué no la tienen?”. Al comienzo del libro, en la conversación que tienen Sabrina y Sandra, esta le pregunta qué le ha parecido un libro que le prestó recientemente: “Tiene algunas ideas interesantes, pero al terminar me dejó vacía”, dice Sabrina. A lo cual, Sandra le replica: “Ya, pero es una sensación de vacío positivo”. Una sensación de vacío positivo: eso es lo que nos deja esta novela. Esa es la mejor descripción. Otro guiño, esta vez autorreferente, que nos hace el autor.