Los salmos son un modo para interactuar con Dios en el catolicismo. Si bien los ritos de la misa son fundamentales, regirse acorde de los cánticos del salmo ayuda en el día a día.

La religión es una forma de dejar los problemas de la vida en manos de una deidad. Para los creyentes, la oración es un acto espiritual encaminado en un propósito específico, como lo puede ser querer gozar de un trabajo estable o una mejoría en los negocios personales.

Quien tiene fe, ora por diversas razones y una de ellas es por la prosperidad y la abundancia. | Foto: Getty Images

En algún momento de la vida, tarde o temprano, aparecerán obstáculos de cualquier índole. Sean sentimentales, de negocios o familiares; las emociones terminan siendo afectadas y las personas encuentran en su Dios un apoyo fundamental para seguir en el camino.

Si desea dejar atrás esas experiencias, es importante sacar fuerzas de ellas. Entre las diversas opciones para resolver este tipo de enredos se encuentra el apoyo espiritual que ofrece la religión.

Otras opciones incluyen consultar a un profesional médico, terapia y ejercicio, pero para muchas personas, creer en un ser superior es igual de importante, si no más. Cuando se desea tener mejor suerte en los negocios, hay un salmo que, cuando se reza, genera esa confianza en los creyentes.

Los salmos son oraciones para afrontar espiritualmente los problemas del día. | Foto: John Butterfield

Salmo 114

Bendito sea Jehová, mi roca, que adiestra mis manos para la batalla y mis dedos para la guerra. Misericordia mía y mi baluarte fortaleza mía y mi libertador, escudo mío, en quien me he refugiado; el que sujeta a mi pueblo debajo de mí.

Oh Jehová, ¿Qué es el hombre para que de él tengas conocimiento, o el hijo del hombre para que le tengas en cuenta? El hombre es semejante a la vanidad; sus días son como la sombra que pasa.

Oh Jehová, inclina tus cielos y desciende; toca los montes, y humearán. Despide relámpagos y dispérsalos; envía tus saetas y túrbalos.

Algunos salmos narran vivencias de Jesucristo, en las cuales se plasman las enseñanzas de la religión. | Foto: Getty Images / Nico De Pasquale Photography

Extiende tu mano desde lo alto; rescátame y sácame de las muchas aguas, de manos de los hijos de extranjeros, cuya boca habla vanidad y cuya diestra es diestra de mentira.

Oh Dios, a ti cantaré un cántico nuevo; con salterio, con decacordio cantaré a ti, el que da salvación a los reyes, el que rescata a su siervo David de maligna espada.

Rescátame y sálvame de manos de los hijos de extranjeros, cuya boca habla vanidad y cuya diestra es diestra de mentira. Sean nuestros hijos como plantas crecidas en su juventud, nuestras hijas como columnas de esquinas labradas a manera de las de un palacio.

Estén nuestros graneros llenos, provistos de toda clase de grano; multiplíquense nuestros rebaños por millares y decenas de millares en nuestros campos; estén nuestros bueyes fuertes para el trabajo; no se abran brechas ni haya salidas, ni haya gritos en nuestras plazas.

Bienaventurado el pueblo que tiene esto; bienaventurado el pueblo cuyo Dios es Jehová.