Hay momentos de la vida en la que las personas pueden dudar de recibir las enseñanzas que brinda el Señor. Varios relatos sagrados explican, y son interpretados por los conocedores del tema, como las razones de sus enseñanzas y que estas se deben al interés y amor que siente por sus creyentes.
Uno de estos es sin lugar a dudas el Salmo 139, en el que, según expertos en la Biblia, es una reflexión de la presencia y la omnipresencia del Señor para entender que él conoce a todos sus creyentes desde antes de su nacimiento y que por esta razón sabe como guiarlos y enseñarles el camino que cada uno de ellos recorre a lo largo de su vida.
Los salmos son, según el portal web Aleteia, composiciones para alabar y agradecer la divinidad de Dios con sus hijos. Estos no son utilizados para pedir, sino para dar gracias y reconocer la bondad del Señor.
“Los salmos nos recuerdan la necesidad de alabanza y adoración, simplemente por la alegría de estar en la presencia de Dios que crea y sostiene el universo”, expresa el mencionado portal.
Salmo 139
“Oh Jehová, tú me has examinado y conocido.
2 Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme;
Has entendido desde lejos mis pensamientos.
3 Has escudriñado mi andar y mi reposo,
Y todos mis caminos te son conocidos.
4 Pues aún no está la palabra en mi lengua,
Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda.
5 Detrás y delante me rodeaste,
Y sobre mí pusiste tu mano.
6 Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí;
Alto es, no lo puedo comprender.
7 ¿A dónde me iré de tu Espíritu?
¿Y a dónde huiré de tu presencia?
8 Si subiere a los cielos, allí estás tú;
Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás.
9 Si tomare las alas del alba
Y habitare en el extremo del mar,
10 Aún allí me guiará tu mano,
Y me asirá tu diestra.
11 Si dijere: Ciertamente, las tinieblas me encubrirán;
Aun la noche resplandecerá alrededor de mí.
12 Aun las tinieblas no encubren de ti,
Y la noche resplandece como el día;
Lo mismo te son las tinieblas que la luz.
13 Porque tú formaste mis entrañas;
Tú me hiciste en el vientre de mi madre.
14 Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras;
Estoy maravillado,
Y mi alma lo sabe muy bien.
15 No fue encubierto de ti mi cuerpo,
Bien que en oculto fui formado,
Y entretejido en lo más profundo de la tierra.
16 Mi embrión vieron tus ojos,
Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas
Que fueron luego formadas,
Sin faltar una de ellas.
17 ¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos!
¡Cuán grande es la suma de ellos!
18 Si los enumero, se multiplican más que la arena;
Despierto, y aún estoy contigo.
19 De cierto, oh Dios, harás morir al impío;
Apartaos, pues, de mí, hombres sanguinarios.
20 Porque blasfemias dicen ellos contra ti;
Tus enemigos toman en vano tu nombre.
21 ¿No odio, oh Jehová, a los que te aborrecen,
Y me enardezco contra tus enemigos?
22 Los aborrezco por completo;
Los tengo por enemigos.
23 Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón;
Pruébame y conoce mis pensamientos;
24 Y ve si hay en mí, camino de perversidad,
Y guíame en el camino eterno”.