Satanás
A finales de 2002, Mario Mendoza publicó Satanás, una novela que revive la matanza de Pozzeto, perpetrada en 1986 por Campo Elías Delgado, un excombatiente de Vietnam. La protagonizan el victimario y sus víctimas. A raíz de su éxito, un lustro después, fue adaptada al cine y este año aparece como novela gráfica. El propio Mendoza hizo el guion y Keco Olano, el ilustrador, refleja a una Bogotá lluviosa, lúgubre, ciberpunk, muy a lo Blade Runner.Tenían la idea, dice el dibujante, de recrear una atmósfera gótica similar a la Londres del siglo XIX, como en la que se desarrolla en Dr. Jekyll and Mr. Hyde (1886). Y lo hicieron sin muchos tropiezos porque Bogotá tiene arquitectura victoriana en barrios como Quinta Camacho y La Merced y, no menos importante, iglesias de estilo neogótico como la del barrio Egipto.
Para ilustrar algunos momentos de extrema violencia, pensó en bodegas y así reconstruyó Las Cavas y Las Falcas, los dos edificios representativos de la cervecera Bavaria en el centro de Bogotá (hoy Parque Central Bavaria). Nada dejaron al azar: para dibujar la iglesia del barrio Egipto, Olano, arquitecto de profesión, se basó en los planos originales. Un proceso, gracias a la tecnología, en el que hay similitudes con el cine: tiros de cámara, planificación de recorridos, manipulación de la luz…El taxista llama dos veces
Esta novela gráfica, escrita por Antonio García Ángel y Juan Carlos Rodríguez, también tiene los dibujos de Keco Olano, de 46 años, que desde los 10 se dedica al cómic.Empezaron a escribir esta historia de un taxista envuelto en un crimen hace siete años con la idea de que fuera una película. Tiene un estilo muy urbano, con la ciudad como un personaje esencial. Varios de sus lugares característicos aparecen como referencia y algunos no tan populares como la plaza de Lourdes, la tienda del Indio Amazónico o el edificio Monserrate (sobre el Eje Ambiental, donde funcionó durante años el diario El Espectador).
Esta novela, definida por Olano como una parodia del caos urbano, no solo exhibe su arquitectura, sino sus defectos de movilidad, inseguridad, polución, contaminación visual y deterioro urbano. “Pese a la crítica, muestra también una ciudad muy viva, que evoluciona”, dice el ilustrador.Y también ve al taxista como el gran héroe urbano, el que conoce más que nadie la ciudad, muy humano, que se equivoca y toma malas decisiones.Los once
Aborda un complejo y sensible asunto: la toma y retoma del Palacio de Justicia. Sus creadores, Miguel Jiménez, Andrés Cruz Barrera y José Luis Jiménez, se enfocaron en las 11 personas desaparecidas que habría dejado este sangriento episodio, contado desde la perspectiva de ratones, palomas y perros. No solo evocan la plaza de Bolívar y el edificio destruido por las llamas (representado como una jaula enorme), también la vestimenta y las costumbres de la Bogotá de mediados de los años ochenta. “El libro evidencia cómo se percibía la ciudad en aquel entonces”, dice Miguel Jiménez.
Bogotá zombie
Felipe González y Rafael Navarro lanzaron en 2012 Bogotá zombi: se levantan los muertos el 9 de abril, con una historia muy particular: la destrucción del centro de la ciudad luego del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán no corrió por cuenta de los liberales que protestaban por la muerte de su líder, sino de una invasión zombi.
Señor P
Ganó una beca de novela gráfica que premiaba a la que mejor reflejara el centro histórico de la ciudad. Señor P, de Henry Díaz, habla de un señor que ha trabajado toda su vida en el centro y al que le llega el rumor de que privatizarán la empresa. A partir de ese momento empieza a perder la razón y a divagar por la ciudad, a creer que puede hablar con las palomas (por eso Señor P).Elefantes en el cuarto
Una novela autobiográfica de Sindy Elefante que habla de su intimidad y de cómo es crecer en Bogotá. Un recorrido por la ciudad en la que son reconocibles el barrio San Rafael (en el occidente), Las Lomas (en el sur), la Universidad Javeriana, el Colegio Pureza de María, el salón de onces La Castellana (llamado en la novela La 106). Sindy Elefante, a diferencia de Keco Olano, tiene un trazo más figurativo que expresivo. Porque, según ella, importa más la historia que las proporciones fieles. En 2016 quedó entre los mejores libros ilustrados del año.