La fila de admiradores que llegaron a despedir a Isabel II en su velación se extendió por casi 15 kilómetros y silenció (por unos meses, al menos) el debate sobre lo anacrónica que resulta la monarquía británica.
Curiosamente, tal como esa masiva presencia de adeptos, un drama de televisión tiene un efecto poderoso en validar la monarquía cada vez que estrena temporada. Paradójicamente, lo logra revelando sus facetas más implacables y sus momentos más humanamente vulnerables. The Crown, el brillante drama de Peter Morgan, sigue probándose genial en su entremezcla de intriga familiar, realeza y eventos históricos. Y en esta quinta temporada mira a los años noventa para relatar cómo y por qué se hicieron irreparables las grietas del matrimonio del entonces príncipe Carlos y Diana de Gales. Obvio, en diez horas de televisión se cuenta e hilvana muchísimo más, pero este es el centro del huracán.
Con o sin intención, antes que la reina, que en la serie aún ostenta la corona, el show se lo roba la princesa. Como ninguna interpretación de ese personaje histórico (con disculpas para Naomi Watts y también para Kristen Stewart, que hizo un buen esfuerzo en Spencer), la actuación de Elizabeth Debicki en la piel de una ‘Lady Di’ atormentada, con corazón de oro, borra la línea entre ficción y realidad, y solo en su altura física revela una diferencia notable. Pero esta pasa a segundo plano ante sus gestos, sus manierismos y su voz, que entrega de manera impresionante.
Nacida en París en 1990, de raíces irlandesas y polacas, Debicki creció en Australia, país en el que se convirtió en actriz y en el que la monarquía británica ha cautivado y polarizado la opinión pública tanto como en el Reino Unido. El talento de esta espigada rubia de 1,91 de estatura se había hecho evidente en producciones de Hollywood dirigidas por Baz Luhrmann y Christopher Nolan, pero su confirmación como estrella global está sucediendo en este momento, en streaming, gracias a este magnífico rol que definirá su carrera, le guste o no, porque le queda mucho más por dar, incluida una temporada más de esta notable serie que a sus actores y a Netflix les ha representado los mayores premios a la televisión. De hecho, le resta ser parcialmente la protagonista de la temporada más desgarradora, la sexta y última, que inevitablemente la verá morir.
En esta quinta temporada y en la que le resta, que habrá que esperar con paciencia, Debicki le rinde tributo a la Diana de carne y hueso, que movió masas desde su sensibilidad mientras lidiaba con el frío trato de una monarquía que la sentía amenazante y de su marido, el futuro rey y padre de sus hijos, enamorado de otra mujer. A la vez, el personaje se encadena perfectamente con la tremenda interpretación joven de la princesa que entregó Emma Corrin en la cuarta temporada.
Así como el peso de la vida real empuja a la gente de a pie a situaciones complicadísimas, el sistema monárquico le impone decisiones a sus fichas, a expensas de sus sueños y deseos. Sobre dar vida a una mujer que vivió esto en carne propia y casi lo sobrevive, un papel que la hace tema de conversación en el mundo, SEMANA habló con Elizabeth Debicki. Esto dijo.
SEMANA: Esta historia se desarrolla en tiempo real, la reina murió, Carlos asumió. ¿Se viven esos eventos de manera distinta por integrar este elenco?
ELIZABETH DEBICKI: Mucha gente me pregunta si mi percepción sobre la monarquía ha cambiado al formar parte de esta serie, y sí ha sucedido. Creo que esto es lo que hace The Crown, examinar la historia, la historia vivida, y te permite comprender lo difícil que es formar parte de esta familia, toda la presión, toda la responsabilidad, todos los sacrificios que exige.
Y creo que también toca un lado (casi divertido) de la historia, y es que todo pasa muy rápidamente... En retrospectiva lo vemos todo como una línea clara y recta de eventos, pero todo sucede a una velocidad impresionante, y es bueno que recordemos eso, como personas: solo existe el ahora. Quizá por eso la gente disfruta tanto este show.
’The Crown’ examina la historia y te permite comprender lo difícil que es formar parte de esta familia, toda la presión, toda la responsabilidad, todos los sacrificios que exige
Y sobre esta particular temporada, que cuenta lo que pasó en los años noventa, sé que está todavía muy presente en la memoria de la gente, y por eso la puede revivir desde su entendimiento retrospectivo. Muchas personas me han dicho que aprecian esa sensación de estar de vuelta en esa época, en medio de lo que les evoca.
SEMANA: ¿Qué fue lo más exigente a la hora de lograr interpretar tan fielmente a la princesa Diana?
E.D.: Para conseguirlo hubo muchas capas que aprendí a conjugar a nivel técnico, pero creo que, en el fondo, lo más complicado fue salirme de mi propio camino. Porque estaba interpretando a alguien que amo. Yo puedo marcar esa línea en la arena y decir que a esta mujer la adoro y adoré, que siempre admiré su manera de ser y me motivó desde el sentido tremendo de cercanía que inspiraba en muchos de nosotros.
Yo puedo marcar esa línea en la arena y decir que a esta mujer la adoro y adoré, que siempre admiré su manera de ser y me motivó desde el sentido tremendo de cercanía que inspiraba en muchos de nosotros
Pero también me toca pararme desde el otro lado, decirme “cómo la habito a ella”, “cómo entiendo el maquillaje de la situación”. Cabalgando entre esos dos lugares se presenta una situación psicológica interesante, y eventualmente llegas al punto en el que te aproximas a este personaje como a uno más.
SEMANA: Hay polémica alrededor de la veracidad del show. La actriz Judi Dench y el ex primer ministro John Mayor, que curiosamente sale muy bien parado, han pedido que se anote que es ficción. ¿Qué le suscita esta polémica?
E.D.: Creo que toda obra creativa que valga la pena suele ser algo polarizadora. Y bueno, todo el mundo tiene derecho a expresar su opinión al respecto. Entiendo desde dónde nacen estas peticiones, y muchos sienten necesario que se aclare que no es un documental, que haya esa precisión. Y si la hay, quizá es bueno porque nos permite dejar de discutir sobre lo que es y lo que no es.
Creo que las audiencias son más inteligentes que nunca. La gente entiende que se trata de un drama de televisión
Personalmente, como actriz, creo que las audiencias son muy inteligentes, de hecho, más inteligentes que nunca. Consumimos tanto contenido, televisión, películas, en tantos géneros, que siento que, de manera inherente, la gente entiende que se trata de un drama de televisión. También soy consciente de que mucha gente siente cercanía al tema y por eso se expresa desde una especie de sentido de pertenencia; y si esa distinción entre ficción y realidad les hace falta para poder dejar de reclamar y dejarnos a todos disfrutar del show, que así sea.
SEMANA: Hay escenas memorables en esta temporada, entre ellas, la recreación de la entrevista. ¿Cuál fue su favorita?
E.D.: Son muchas, pero esta temporada tengo una escena importante con Imelda (Staunton, la reina Isabel II en esta y la siguiente temporada), y adoré hacerla. Creo que está hermosamente escrita. Fue una escena muy compleja y profundamente triste, pero Imelda siempre me ha parecido fenomenal y, bueno, trabajar con ella fue un honor.
Fue una escena muy compleja y profundamente triste, pero Imelda Staunton siempre me ha parecido fenomenal y fue un honor actuarla con ella
SEMANA: ¿Qué personajes y actuaciones son sus favoritas a lo largo de la serie?
E.D.: Confieso que estoy parcializada, porque una de mis mejores amigas es Vanessa Kirby y ella interpreta a la princesa Margarita en las primeras temporadas. Honestamente, pienso que lo hizo increíblemente. También me gustó mucho la interpretación de Emma (Corrin, la princesa Diana en la cuarta temporada), pero eso también puede nacer de mi mirada parcializada: la versión joven de mi personaje.
Una de mis mejores amigas es Vanessa Kirby y ella interpreta a la princesa Margarita en las primeras temporadas. Honestamente, pienso que lo hizo increíblemente