La inédita crisis que vive el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) desde que Darío Acevedo llegó a su dirección, el futuro incierto del Museo de Memoria de Colombia y las estrategias de las comunidades y los ciudadanos para encarar la necesidad de construir memoria desde la periferia fueron los temas de portada de la más reciente edición de la revista ARCADIA.  Una de las formas fundamentales de producción y circulación simbólica de esa memoria ha sido la producción artística. Sobre la relación entre el estado actual de esas instituciones, la construcción de memoria y el rol del arte en ese proceso conversaron en Semana en Vivo María Belén Sáez de Ibarra, directora de la Dirección de Patrimonio Cultural de la Universidad Nacional de Colombia; la artista caldense Clemencia Echeverri y la filósofa María del Rosario Acosta. “No podemos reivindicar a los militares como decir que hay que darles espacio a los heterosexuales. Todos tienen derecho a hablar, pero los que han estado sometidos no son los militares”, anotó Sáez de Ibarra, quien hizo énfasis en que es urgente que la sociedad le exija al Centro Nacional de Memoria Histórica conservar su autonomía y rescatar la memoria de las voces históricamente silenciadas y excluidas.  En esa misma línea se expresó Acosta, quien cree que pensar en un CNMH completamente autónomo “es un ideal”, pero deben desarrollarse acciones concretas en favor de esas voces para “equilibrar la balanza”. Al hablar de modos de construir memoria que no pasen necesariamente por el discurso oficial, las invitadas ahondaron en dos casos: la videoinstalación Duelos, de Clemencia Echeverri -que se exhibió hasta enero en el contramonumento Fragmentos; Espacio de Arte y Memoria en Bogotá- y el concierto “Una misa por la reconociliación”, del compositor Juan Pablo Carreño. A través de ellos, se ahondó en la relación entre lo simbólico y los procesos de permanencia de la memoria. Para Echeverri, “el arte genera una compensación emocional de aquellas cosas que el Estado enfría”. Añadió que “el arte hace que se establezca una conmoción de otro nivel, simbólica, sin tiempo. No necesariamente estamos en el pasado, el presente o en el futuro, sino que el problema está vivo”,  Además, en el programa se hizo énfasis en la importancia de proteger a las organizaciones sociales que construyen memoria desde las regiones.  “Parte de la labor de la memoria en Colombia tendría que ser garantizar visibilidad y permanencia a los espacios de memoria de las comunidades”, dijo Acosta.