De acuerdo con el santoral Católico, la referida santa, es la patrona de la ciudad de Palermo, y se le reconoce por su intercesión frente a temas relacionados con las pestes y las enfermedades, por lo que tiene varios devotos que acuden a orarle a ella para poder superar a través de su fé, como intercesora ante Dios, algunas dolencias de tipo médico.
La santa Rosalía fue conocida en vida con el nombre de Rosalía Sinibaldi, quien habitó terrenos italianos, y cuya familia era descendiente de Carlomagno.
Dentro de su vida, desarrollada en el siglo 12 de la era cristiana, la mujer fue conocida por haber contado con educación de alta calidad debido a su posición social, siendo miembro de la corte del rey Guillermo II. No obstante, la mujer decidió abandonar dicha vida de lujos para convertirse en religiosa, y vincularse con una comunidad de practicas contemplativas y vida de oración.
Si bien la mujer había decidido dedicarse a la vida religiosa, su postura frente a la vida no le fue satisfactoria a sus padres, quienes tenían ya cuadrada su boda.
Debido a la presión de estos, la ‘santita’ se vio obligada a huir de su ciudad, encontrando refugio en una cueva, lugar donde viviría una vida de oración, y finalmente moriría.
Como santa a la que se le atribuyen varios milagros referidos a casos de salud, sus devotos han establecido una oración, a través de la que invocan su favor en casos en los que se presentan difíciles situaciones sanitarias.
La oración para encontrar salvación de pestes y enfermedades reza así:
Salve a Santa Rosalía, salve Rosalía preciosa, salve del cielo amorosa, líbranos por tu piedad de estas pestes contagiosas pues eres bondadosa y tienes de Dios poder para quitar y expeler de este mundo todo mal, quítalo de este lugar y hacednos esa merced.
Cuando entraron a Palermo tus reliquias se observó que luego la peste huyó y sanaron los enfermos quedando ya declarados tus efectos milagrosos contra toda enfermedad.
Haz curado a tus devotos cumpliendo estos votos con toda sinceridad, por tu virginidad y penitencia ejemplar.
Dios potente se ha dignado nuestros ruegos escuchar desterrando de nosotros toda peste y maldición así nos libras, y la nación por Jesús sea salvada.
La iglesia te ha declarado abogada de las pestes, y el orbe con sus muertes siempre lo ha experimentado.
Sea de todos, abogado el señor Dios todopoderoso
Amén