Succession (HBO) La segunda temporada de este drama de humor ácido sobre un magnate de los medios (inspirado en Rupert Murdoch) y de los hijos que buscan sucederlo a la cabeza del emporio familiar elevó sus niveles de estrategias, de absurdo y de crueldad. Incluyó a Holly Hunter en su reparto, pero encontró su mayor fuerza en la presencia dominante de Brian Cox, la irreverencia de Kieran Culkin, la estrategia de Sarah Snook, y el despertar de Jeremy Strong.

Chernobyl (HBO)

La miniserie del año no es un paseo agradable pero sí una experiencia impresionante. Reconstruye las causas y las consecuencias del desastre nuclear que tuvo lugar en Ucrania en abril de 1986, y se sirve de grandes actuaciones (Jared Harris, Emily Watson, Stellan Skarsgard), de una densa y lograda factura visual y de una banda sonora atrapante, angustiante y premiada.

Bojack Horseman (Netflix)

Muestra de que las series animadas no son cosa de niños. Esta se centra en una vieja estrella de televisión con delirios de grandeza y problemas de alcohol. La serie culminó sus seis temporadas por lo alto, al explorar maneras creativas de narrar y desplegar una capacidad incomparable para empaquetar entretenimiento, depresión y reflexión en poco tiempo.

Les Misérables (Starzplay en APPLE TV)

Esta adaptación de la BBC atiende a los seguidores de la novela de Victor Hugo, mantiene su tensión entre Jean Valjean, interpretado con fuerza por Dominic West (The Wire, The Affair), y el obstinado y despiadado inspector Javert, que David Oyelowo (Selma, Lincoln) logra hacer detestable. En ella, como es obligado, también desgarra el corazón la historia de Fantine, interpretada en esplendor y desgracia por Lily Collins.