Si no es arte el brillante gol de Linda Caicedo hoy, ante los ojos del mundo, para iniciar la carga colombiana hacia un triunfo histórico, dramático y maravilloso, no sabemos qué es. Si no es inspirador, conmovedor y ejemplar lo que esta selección Colombia mundialista acaba de conseguir, dejando todo en la cancha como grupo, con convicción y extremo sacrificio físico y mental, no existen más esos conceptos.
Y, de paso, que retiren el concepto de increíble, si no lo es haber cantado victoria con un golazo de cabeza contra las altas alemanas, al minuto 97. Porque fue anotado por Manuela Vanegas, una defensa quizá baja en estatura pero enorme en empuje, constancia y talento, que se sostuvo en el aire cerca del punto penal y martilló el balón de cabeza abajo, lejos de la portera, para sellar una postal imborrable en la memoria de un país. Todo después de haber perdido la ventaja a dos minutos del tiempo reglamentario… Si un guionista lo escribe, no se lo creen.
Pero volvamos al inicio de la hazaña. La cuota inicial, la postal del mundial hasta ahora. El gol de la joven vallecaucana de 18 años cayó a segundos de completarse los 52 minutos, y le compite a los de Freddy Rincón en 1990 (contra Alemania) y James Rodríguez en 2014 (contra Uruguay), como uno de los mejores de la historia mundialista del país. Fue una muestra de inspiración, improvisación y talento conjugándose en el escenario más grande. Fue también, y ante todo, el premio a un equipo que cree en su jugadora más desequilibrante y a una jugadora especial que confía en su equipo, en su proceso, en sus técnicos y en sus doctores.
Sucedió una pintura
En el minuto 51:46, Manuela Vanegas, casi como premonición de lo que luego sucedería al final y como resultado de jamás renunciar al ataque, recogió un rebote a pocos centímetros de la media luna. Y no fue cualquier control: bajó la bola de pecho y la remató fuerte. La defensa bloqueó el intento, pero Alemania no sabía lo que le venía...
La pelota le cayó a Caicedo, que con un toque la dominó justo entrando al área y la dejó correr lento, hechizándola mientras intuía en milisegundos cómo la defenderían. Y entonces, con cuatro toques del balón, hizo magia: con uno atrajo a las defensas hacia su lado izquierdo, luego, con dos increíbles, enganchó a una defensora y luego a la otra, estilo slalom, rindiéndolas inservibles. Y para culminar la obra, el último toque, el remate final, arriba, al ángulo, inatajable, asombroso.
La jugadora del Real Madrid completa dos goles en dos juegos mundialistas (suma ocho en todas las categorías) y está a uno de empatar la marca histórica para una jugadora nacional en categoría mayores. En el primero en este mundial, tuvo la virtud de pegarle al arco y la fortuna de que la portera coreana no hizo bien su trabajo; pero ahora, en este, no deja dudas sobre su cualidad distinta (si es que alguien las tuvo). Este gol es el mejor de lo que va de la copa, y será difícil de superar. Y considerando que Linda ha vivido momentos de agotamiento, de estrés, que la presión es fuerte sobre ella, producir un gol de esta factura es nada menos que memorable.
Epílogo de júbilo
Y, claro, se hace más especial aún cuando nace como recompensa a todo el trabajo de un equipo, que mete lo que tiene que meter, en ese equilibrio entre talento, cuerpo y algo de malicia (unos segunditos de aire se gana cuando se los tiene que ganar). Esta selección Colombia histórica es la primera en vencer a una selección campeona del mundo (que pierde en fase de grupos solo por segunda vez en 26 juegos).
Esta selección sabe a qué juega, sin achicarse ante el peso de la expectativa, todo lo contrario. Por eso, cuando la lógica era que, luego de empate alemán, el equipo se guardara y tratara de salvar un punto (que le resultaba importante), no se conformó y siguió buscando. Y mientras los narradores casi que pedían un cobro en corto para ganar tiempo y que terminara el partido, vino el tiro de esquina de Leicy Santos. Dijo Vanegas que ahí se la pidió a la cobradora. Y así actuó, como si hubieran esperado ese cobro y ese cabezazo toda su vida.
Júbilo absoluto al último minuto, contra Alemania, y no fue un empate esta vez.
Las posibilidades ilimitadas de mantener los pies en la tierra
Por último, luego del triunfo, esta selección probó que está muy aterrizada desde la cabeza y la humildad. Demuestra desde sus palabras que tiene talentos admirables y también muchas líderes desde el juego y la actitud, como Catalina Usme, Mayra Ramírez, Leicy Santos; cuenta con la columna vertebral firme desde atrás, con la firmeza que ha dado portera Catalina Pérez y que nutren sus centrales (firme, Daniela Arias, ¡y fuerza para que no sea seria la lesión de Jorelyn Carabalí!)
Nunca pensamos gritar un gol así. Y se dio. Nunca pensamos en gritar dos así en un mismo partido, y se dio. Y por ese privilegio, le debemos gracias totales a este equipo que puso a Colombia a lagrimear hoy muy temprano, a soñar por lo que queda de la copa, y que ratifica al fútbol femenino como un fenómeno inobjetable y, ante todo, inspirador. Contra la marea, abriéndose camino. Sin confiar demasiado en los elogios, como este de un día, y sabiendo que su proceso rinde frutos por lo fuertes que se hacen juntas.