Al hablar del Bicentenario lo primero que pasa por la cabeza es la imagen de un prócer. La lista de los héroes de la Independencia es larga y, sin embargo, en la mayoría de los casos, el conocimiento que se tiene sobre ellos no va más allá de lo que se aprendió de memoria en los textos escolares o de lo visto en algún programa de televisión. Es paradójico. Mientras más se nombra a uno de los libertadores, pareciera que menos se supiera qué fue lo que realmente hizo. Simón Bolívar es el mejor ejemplo. Plazas, calles y colegios del país llevan su nombre, su estatua está en todos lados y es citado en cientos de discursos, pero se desconoce qué lo llevó a buscar la independencia de España, quiénes fueron sus aliados y cuáles sus debilidades. Descubrirlo fue una de las motivaciones de la compañía de teatro colombo-suiza Malandro que, bajo la dirección del dramaturgo Omar Porras -que desde hace 25 años vive en Europa- y la guía literaria del escritor William Ospina, estrenará este 21 de julio la obra Bolívar: fragmentos de un sueño en el teatro Jorge Eliécer Gaitán. Se trata de una coproducción del Ministerio de Cultura, el Teatro de Cristóbal Colón y el Teatro Malandro de Ginebra que cuenta la historia de un Bolívar mucho más humano, terrenal y cercano a las preocupaciones de cualquier persona. "Bolívar era un hombre de carne y hueso que vivió el desengaño, el abuso y el olvido", comenta Porras y agrega que el objetivo de la pieza es crear una reflexión abierta y viva de la historia, y no solo repetirla. El proyecto empezó en 2008 cuando la Dirección de Arte del Ministerio de Cultura contactó a Porras en Ginebra y lo invitó a él y al Teatro Malandro a realizar una obra nueva que conmemorara los 200 años de la Independencia. Para entonces, Porras ya tenía en mente hacer algo con Bolívar y le pidió a Ospina su colaboración con un texto literario que acompañara el proceso creativo de los actores. El director viajó de Suiza a Colombia y seleccionó a 42 músicos -todos actores no profesionales- con los que organizó un taller de formación en la Quinta de San Pedro Alejandrino en Santa Marta. De allí salieron siete que son los que estarán en el escenario al lado de Porras, en el papel de Bolívar, el actor colombiano Carlos Gutiérrez y la soprano Juanita Delgado. Según Clarisa Ruiz, directora de Artes del Ministerio de Cultura,"'Bolívar: fragmentos de un sueño' hace parte del programa Escenas de la Independencia que es un espacio para que las nuevas generaciones creen obras que tengan relación con la memoria. Porras hace que una figura mítica sea cercana, y escudriña otras facetas de forma refrescante y crítica". Sobre el trabajo con Porras comenta: "Al principio hubo cierto recato ante un convenio con el sector público, pero poco a poco se fue consolidado una armonía".La obra, lejos de ser un fresco histórico -no intenta ser objetiva ni cronológica-, es una continuidad de fragmentos en los que la figura de Bolívar se va construyendo a través de la relación con otros personajes de su tiempo como Francisco Miranda, Antonio José de Sucre, Manuelita Sáenz, Napoleón Bonaparte y Alexander von Humboldt. "Es una aproximación a Bolívar como ser humano con todos los conflictos que esto implica. Se suele pensar en él como estadista, político y militar, pero es una visión parcial. Fue un escritor vigoroso y elocuente, un apasionado bailarín, seductor y viajero infatigable", dice Ospina. El sello del Teatro Malandro está en la puesta en escena: juegos de luces y sonidos, vestuario y escenografía detallados, exuberancia, colores vivos, conocimiento histórico con licencias de la imaginación y reminiscencias oníricas. No obstante, la música es la protagonista. Bajo la dirección musical de Erick Bongcam, antiguo integrante de la agrupación colombiana Tumbacatre, los diálogos están atravesados por sonidos del Caribe y el Llano -dos lugares con los que Bolívar estuvo familiarizado-, y en las tablas los actores interpretan con maestría arpas, acordeones, maracas y tambores. "El alto contenido narrativo de los músicos populares fue propicio para contar viejas historias del llano y el litoral caribe", comenta Ospina. Todos estos elementos permiten narrar la historia de Bolívar, que no tiene una sino muchas voces. El personaje entra en una dinámica de presencias y ausencias a partir de sus parlamentos, pero también de lo que dicen los otros, de lo que cantan los músicos y de la voz de Omar Porras como narrador. El malandro en Ginebra Bolívar: fragmentos de un sueño es sin duda una de las mayores apuestas del Ministerio de Cultura para celebrar el Bicentenario. El costo de la obra fue de 1.200 millones de pesos repartidos entre el Ministerio (320 millones); la Asociación Lodhe, que se ocupa de la producción y gira en Colombia (25 millones), y el Teatro Malandro (800 millones).Las expectativas son altas. Y no es para menos si se tiene en cuenta la trayectoria de sus creadores. Ospina, premio Rómulo Gallegos y escritor de las novelas históricas Ursúa y El País de la Canela, y Porras, quien nació en Bogotá en 1963, y en 1984, sin visa, sin plata y con poca ropa, viajó a Francia para hacer teatro. Buena parte de su formación actoral sucedió en la calle: en las esquinas y en las estaciones de metro. "La calle como salario y escuela de arte", se lee sobre él en una reseña de la actriz Colette Goddard. En 1989 Porras llegó a Ginebra y un año después se unió a un grupo de ocupas y fundó el Teatro Malandro en un taller abandonado.Se fueron por los clásicos y en poco tiempo empezaron a ser conocidos en Ginebra. Las bacantes, de Eurípides; Fausto, de Marlowe; Otelo, de Shakespeare; Don Quijote, de Cervantes, y El burlador de Sevilla, de Tirso de Molina. No tuvieron que esperar demasiado para que Malandro estuviera presente en los festivales de teatro más importantes de Europa. El último, el Festival Grec de Barcelona con Bolívar: fragmentos de un sueño, que se presentó allí el pasado 28 de junio luego de su estreno en Francia días antes. Aun así, ese componente subterráneo, de ocupas, de vanguardia y experimentación ha permanecido en Malandro. Sus integrantes siguen convencidos de que el escenario es el mundo, que personajes como el Don Juan, el Quijote y el mismo Bolívar son universales y que la magia en las tablas comienza con el asombro. Esta es la segunda vez que Porras vuelve a Colombia en cerca de 25 años. La primera fue en 2008 para el Festival Iberoamericano de Teatro con la particular adaptación Ay! QuiXote. Más que un extranjero, Porras se define como un ser universal, tal cual los personajes que interpreta. El reto que se propuso es grande. Contar la historia de un prócer que todos conocen pero que para muchos es solo una estatua. Hacerlo humano, dejar de idealizarlo, mostrar sus fracturas y conflictos a través de una puesta en escena experimental y no lineal que dura casi dos horas. ¿Cómo responderá el público?, es la gran pregunta. Tras Bogotá, la obra irá a Medellín, Cali y Cúcuta. Los de Malandro se contentan con lograr una reflexión y, quizás, algo de asombro entre sus espectadores.