Hay una noticia muy consoladora para todos los sufridos pobretones que transitan por el mundo: ¡"Los ricos también lloran", y de qué forma; Usted sólo tiene que sintonizar su televisor todos los viernes a las 10:30 de la noche para descubrir la lágrima infinita, siempre a punto de rodar por alguna femenina mejilla. Las hay dulces y amargas, según sean de amor o dolor, porque en la telenovela rosa, como en la poesía, también se da la paradoja. Sin embargo, hay otras causas por las que "los ricos lloran". En este caso particular necesitan llorar para tranquilizar a su sufrida audiencia, conformada en mayoría por un batallón de seres anónimos que no comprenden cómo es que aquellos que todo lo tienen todavía segregan lágrimas. Esto para decir que el primer golpe de opinión en la actual telenovela mexicana está encerrado en su propio nombre. Lo demás viene por añadidura, y quedó dicho en la primera secuencia del capítulo inaugural cuando un hombre joven, sucio y mal hablado se dirigió a una mujer igualmente rudimentaria y, después de besarla apasionadamente en la boca le preguntó por su marido. "Está en su silla de ruedas, borracho como de costumbre", contestó ella. Dos escenas después aparecía Verónica Castro, la víctima inocente, escondiendo sus preciosos ojos verdes, "serenos como un lago", entre la maraña de pelo que había de darle el sello de muchachita salvaje, pero franca y buenaza hasta la bautismal inocencia. Ella sería la encargada de revivir el viejo mito de "Simplemente María" y de tantas otras telenovelas fabricadas en el mismo molde, que hicieron su agosto por allá en los años sesenta.Concluidos los primeros capítulos (se transmiten tres seguidos en cada emisión), hubo comentarios escépticos. Entendidos y críticos opinaron que, después de la clara evolución por la que había atravesado el género en los últimos años con producciones como "La mala hierba", "La tregua", "El bazar de los idiotas", "La tia Julia", "Pero sigo siendo el Rey" y otras, ya no había un público preparado para "pasar entera" la eterna historia de la muchacha desvalida que, por fuerza del destino y gracias a un oportuno "te quiero", asciende vertiginosamente hasta convertirse en gran dama, tan culta y refinada como la misma Lady Di.Pero todo era un sofisma porque el público, siempre enigmático e impredecible, acogió entusiasmado a "Los ricos" y, aunque resulte dificil creerlo, cada viernes llora, sufre, goza y se trasnocha con ellos.Tan desconcertante éxito ha sumergido en profundas reflexiones a los estudiosos de la comunicación que sencillamente no comprenden cómo un producto tan insignificante ha logrado impresionar: no hay técnica, ni puesta en escena, ni exteriores, ni mucho menos un libreto cualificado. La iluminación es plana y deficiente, los personajes estereotipados, la sobreactuación brinca de personaje en personaje según sea uno u otro quien deba llevar el drama a su clímax. Es asi como estos ricos que adornan su mansión con porcelanas baratas y cuadros chillones, que tienen jaula y canario cerca de la sala y una inmensa escalera de caracol, pasan capítulos y capitulos peleando, gritando o sencillamente... llorando. Porque no podemos olvidar que "Los ricos también lloran".Interesada en descubrir la causa de un éxito tan aparentemente gratuito, SEMANA decidió acercarse al público para preguntarle en dónde está el atractivo. Eugenia, alta ejecutiva de una conocida empresa, dijo: "la veo para divertirme, porque tanto drama junto produce risa", Margarita, su secretaria, fue más categórica cuando afirmó: "la veo con interés pues ahí está representada mi propia vida", pero la conclusión general es que la gente gusta de la telenovela rosa como gusta del bolero, de los poemas románticos, de las canastas de flores y de las serentas. Y es que después de todo, como dice la canción, nadie nace sin corazón en el pecho. También podría concluirse, a juzgar por algunas respuestas, que en este curioso boom mucho ha influido el ángel de Verónica Castro. Más de un joven universitario, por ejemplo, aseguró que veía la telenovela "picada", es decir, que únicamente se interesaba en las escenas donde salia la hermosa mexicana. Otro admitió, sin el menor rubor, que la actriz le producia "toda clase de malos pensamientos", y un tercer explicó que veía la serie sin audio para poderla contemplar mejor. Intuyendo quizá este hecho, se programó una visita de Verónica Castro a la capital de la República Cuentan que sus admiradores corrieron en tropel al aeropuerto y regresaron a casa desilusionados, diciendo que la linda Mariana de la televisión era una cosita "asi de chiquitica", cuya única gracia estaba concentrada en el "parecito de esmeraldas" que Dios le había colocado debajo de las cejas. Hasta se habló de arrugas y vejez, llegando al extremo de asegurar que la actriz ya era abuela porque la telenovela tenía más de quince años de vida. Todos esos rumores quedaron desmentidos la noche en que Verónica Castro apareció en cámaras desbordándose por entre el strapless de su vestido de gala y cantando rancheras con una alegria tan contagiosa, que hasta los sacerdotes presentes en el estudio abrieron sus bocas de par en par.Después vinieron las entrevistas donde la actriz y cantante, amparada en la aureola de inocencia que le da su natural sencillez, declaró que tenia dos hijos pero nunca se había casado, y habló de sus sueños de infancia: "sólo quería crecer para mostrar el ombligo". También se burló de su estatura: "mido 1.53, pero dicen que teniendo hijos se puede crecer un poco más". Lució toda clase de atrevidos escotes, cantó y hasta lloró emocionada por los aplausos del público. Entonces Verónica Castro se ganó definitivamente la audiencia colombiana, que empezó a averiguar dónde y cuándo podía verla en persona. Abonado el terreno, la artista, que a veces canta y a veces grita, tuvo más de un empresario interesado en planearle la gira nacional que comienza justo esta semana.Eso respecto a Verónica, pero hay otros personajes en la telenovela que gozan de simpatias especiales. Uno de ellos es Luis Alberto, el joven galán, mexicano pero rubio, fornido pero indefenso, cinico pero no malo, cuya única debilidad son las mujeres y la buena vida. El tierno de Luis Alberto tiene todo el empaque de holgazán que duerme hasta las horas del mediodía y vive pidiéndole a sus papás hasta para los cigarrillos. "Ya no, él ya se ha reformado", gritó una de nuestras entrevistadas ante tan desoladora descripción. ¿Cómo se ha reformado? preguntamos. "Lo reformó Mariana, que es su verdadero amor". Salta, pues, a la vista otro tipico truco de novela rosa: el amor que todo lo puede, la mujer buena que vuelve al hombre al verdadero redil.Pero hay más: está la bruja, hechicera, la mujer sin escrúpulos que es capaz hasta de fingir un embarazo para comprometer al hombre que quiere atrapar. Atrapar, si, ésa es la palabra, porque igual que se hace con los inocentes corderillos, la mala Esther le tendió una trampa a Carlos Alberto, tan bueno, tan mono, tan dulce play boy. La trampa, como era de esperarse, no fue más que otro esquema: el hijo que viene en camino y obliga a un matrimonio veloz.Analizados someramente el relato, los personajes y los esquemas, habria ahora que volver sobre el titulo para saber si es cierto que "Los ricos también lloran", como se promete a la audiencia, o si ese llanto es apenas una metáfora hábilmente utilizada para atrapar incautos.No es un chiste ni una ironia. Es que si prometieron hacer llorar a los ricos tienen que cumplir. En la telenovela rosa tradicional los ricos siempre han sido los malos, los poderosos, los terratenientes y opresores que todo lo compran con sus billetes y que pasan aun por encima del honor para atrapar otra moneda.Estos malos de telenovela rosa, que tienen oro en todas partes menos en el corazón, son los que han instituido la relación rico-malo como un dogma de fé en nuestra sociedad. De manera que el público, hambriento de castigos, esperaba gozar con el llanto desesperado de alguna elegante dama dentro de su Mercedes Benz, o con la enfermedad incurable de algún rico petrolero que maldijera sus billetes, o con alguna otra gran desgracia de imposible solución. Pero no. Hasta ahora todos los problemas son sentimentales, por eso los Salvatierra, que son los ricos de la historia, ya poco podrán llorar, pues el único motivo de dolor, la holgazaneria de Luis Alberto, está en vias de curación. Oprimidos, no se hagan pues ilusiones con ese cuento de que "Los ricos también lloran". -LAS CIFRAS DE "LOS RICOS:"Cuando se habla de cifras en "Los ricos también lloran" hay que mencionar a Mercy Meza, una mujer joven y dinámica que comercializa la serie y que fue quien tuvo el chispazo de resucitar un horario en infarto con fricciones de telenovela. Los ratings han ascendido vertigionosamente. Durante los primeros meses del año estuvieron en 5.0 (cinco puntos). La aparición de los ricos lo impulsó a 45 en julio, 53 en agosto y 64 en octubre,lo que en términos de personas traduce 3.994.000 El minuto de publicidad vale $ 300 mil pero a partir de enero será reajustado en 390 mil. Como la telenovela dura hora y media tiene derecho a 15 minutos de publicidad. Multiplicando 15 X 30 se sabrá cuánto produce cada semana el llanto de los ricos, particularmente en esta época de tan aguda crisis económica en el medio publicitario la suma no resulta nada despreciable.Tevestar, agencia comercializadora de la serie, informa que tiene pedidos hasta de 18 minutos para cada viernes pero como la norma exige 15 minutos, debe perder los otros tres (mejor dicho pierde un millón de pesos cada semana). Además informa que la novela ya está vendida en su totalidad hasta el 28 de diciembre (día de los santos inocentes),pero está comprometida hasta finales de enero. Se presume que habrá capítulos hasta septiembre del próximo año, de manera que tendremos llanto para rato.Los ricos han llorado con igual éxito en Venezuela, Chile, Argentina, Panamá, Perú, Ecuador y hasta en Italia.Semejante gallinita de los huevos de oro, le produjo a Verónica Castro más publicidad que dinero. La doble de Joan Collins, considerada durante 13 años como el rostro más bello de México ha adornado todas las carátulas de revistas del grupo América, ha dado entrevistas para infinidad de medios hablados y escritos, ha firmado cientos de miles de autógrafos,pero recibió por su trabajo en la serie una suma tan normal que no alcanza a colocarla en el grupo de los ricos... Como si esto fuera poco las regalías que recibe por la amplia difusión en el extranjero son tan bajas que según ella "no suman más de tres pesos". La pregunta final sería; ¿qué podría suceder si, haciendo honor a la justicia Inravisión autorizara otra telenovela en el canal opuesto?