Sin importar la época, innovar genera disrupción y enfrenta un fuerte rechazo. El inventor de la radio FM recibió ataques tan agresivos de los dueños de la AM que se lanzó de un edificio sin saber que su tecnología triunfaría. En los años noventa, la banda Metallica se enfrentó a Napster, una plataforma de descarga musical gratuita. En ese choque traumático envió a prisión a varios de sus seguidores y perdió el respeto de miles. Hoy, los nuevos modelos de distribución y consumo que ofrece el streaming chocan con la experiencia cinematográfica en el teatro. La disputa viene in crescendo y nadie tiene la verdad absoluta.
Agitando las banderas de la tradición se encuentra el hombre que, entre muchos logros, consiguió en Saving Private Ryan la mejor secuencia de guerra en la historia del cine. Steven Spielberg ostenta un enorme poder en Hollywood y se ha convertido en el bastión contra la avanzada del servicio de streaming Netflix en los premios del séptimo arte. Desde 2018 comenzó a hacerse sentir. Aseguró que la Academia no debía tener en cuenta las películas que Netflix estrena fugazmente en salas de cine solo para entrar en la competencia: “Una vez te comprometes a un formato de televisión, tu película es una película de televisión”, dijo.
En 2019, Spielberg pasó de las palabras a los hechos. En la más reciente edición de los Óscar era consciente de que Green Book no era una película memorable pero que representaba su último caballo de batalla para evitar la consagración de Roma (de Netflix) como mejor película. Por eso le hizo campaña y ejerció su influencia entre los miembros de la Academia. Como resultado, Roma ganó premios a mejor cinta extranjera, mejor cinematografía y a mejor director, enormes logros para el mexicano Alfonso Cuarón y muy significativos para Netflix. Pero el triunfo de Green Book en mejor película le quitó la joya de la corona. Pocos se arriesgan a atribuirle esta victoria a Spielberg pero nadie duda que pujó por el resultado. La prensa registró que la Academia votó por la película de Peter Farrelly pues no dividía tanto las opiniones y apelaba al gusto típico de sus integrantes.
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Antes de Spielberg, el Festival de Cannes, el más renombrado del planeta, ya había arrojado la primera piedra. En 2018 se negó a hacer a las películas de Netflix parte de su selección oficial al considerar que burlaba sus normas sobre estrenos en internet. La decisión no le cayó bien a Netflix, que optó por no llevar sus películas a Francia. Otros escenarios, como el Festival de Cine de Venecia, recibieron muy bien sus tres estrenos, Roma, The Ballad of Buster Scruggs y The Other Side of the Wind (de Orson Welles).
"Nada se compara a sentarse en un teatro con desconocidos y dejar que esa experiencia te inunde. La contribución más grande que un director puede ofrecer es la experiencia en sala". -Steven Spielberg
Como muchos otros ejecutivos de estudios, Spielberg considera que Roma se acercó demasiado y no quiere correr ese riesgo otra vez. Días antes de los Óscar 2019, Spielberg, dos veces ganador del premio a mejor director y una vez ganador del premio a mejor película (La Lista de Schindler, 1993), afinó su posición: “Amo la televisión. Mucho de lo mejor que se escribe estos días va a la televisión, mucha de la mejor dirección y de las mejores interpretaciones aparecen en televisón y el sonido en los hogares es mejor que nunca. Pero nada se compara a sentarse en un teatro con desconocidos y dejar que esa experiencia te inunde. La contribución más grande que un director puede ofrecer es la experiencia en sala”.
En abril, se reunirán las ramas que componen la Academia y, desde su posición como representante de los directores, Spielberg tratará de forzar cambios. Estos incluyen una ventana mínima de cuatro a seis semanas de estreno teatral, una medida que para muchos pretende poner en cintura a Netflix. En la mira también aparecen otros servicios por streaming como Amazon, y competidores que muy pronto entrarán a competir fuerte, como Apple y Disney +.
A Netflix lo atacan por gastar millonadas en campañas para premios, estrenar sus películas por muy poco tiempo en salas, no dar cifras de taquillas y no respetar la ventana de 90 días antes de estreno en otras plataformas. Y quizás se vea en necesidad de ceder para conseguir su objetivo. Lo haría para su próxima gran apuesta, dirigida por Martin Scorsese, uno de los pocos directores que tiene tanta historia en Hollywood como Spielberg.
Scorsese rodó The Irishman para Netflix con un guion de Steve Zaillian (La Lista de Schindler) y un combo de actores que incluye a Robert De Niro, Al Pacino, Joe Pesci (que sale de su retiro) y Harvey Keitel. Vale recordar que Scorsese tuvo su momento de gloria en los Óscar de 2006 gracias a una cinta de criminales. En The Departed, juntó a Leonardo Di Caprio, a Matt Damon y a Jack Nicholson. The Irishman tiene aún más peso de estrellas, un guionista probado, y debutará en salas en septiembre. Al respecto, el portal Indiewire eleva cuestionamientos pertinentes. ¿Estrenarán The Irishman como cualquier otra cinta? ¿Respetarán la regla de esperar 90 días para lanzarla en la plataforma streaming y alinearse con las cadenas de teatros que, por no hacerlo,le cerraron la puerta a Roma? ¿Cederán ante Spielberg y seguirán las normas para los grandes estrenos que tiene en el tintero? De hecho, Netflix tiene en la fila una cinta dirigida por Steven Soderbergh y protagonizada por Meryl Streep y Gary Oldman. sobre los Panama Papers.
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El director Paul Schrader sumó matices al debate al atacar la dicotomía cine versus streaming. Por un lado, critica a Spielberg al asegurar que “la noción de meter a 200 personas en un espacio oscuro y sin ventilación obedeció más a la economía de las exhibiciones que a la experiencia teatral”, Y añade que es bueno que Netflix ofrezca una plataforma a cintas financieramente marginales. Luego cuenta que Netflix rechazó su más reciente producción, First Reformed, y que esto le resultó benéfico pues, de haber entrado a la alacena de contenidos de la plataforma, hubiera quedado sepultada entre cintas de corte popular como Bird Box.
Schrader propone alianzas entre teatros independientes y cineclubes con plataformas de internet de distintos perfiles, separa la oferta selecta de Criterion y Mubi de la de Netflix y Amazon. Y ante todo, invita a entender que los modelos de distribución están mutando. Y que nada es tan en blanco y negro.