En los nuevos trabajos de Rafael Penagos -Suáza 1941-, encontramos un artista que tiende a querer mantenerse dentro de la percepción de una línea clásica como dibujante, pero donde trama sus modelos dentro de un espacio que busca el color a través de la luz. El gusto del color hace que sus cuerpos modelados vibren en un clamor y silencio poético, como si nada existiera fuera de ellos mismos. Pasteles sobre lienzo en tonos y confusiones tranquilos dan la respiración explícita como un homenaje a lo pintado; valores límpidos donde la desnudez se va tejiendo siempre al recuerdo de la belleza.Penagos es un artista sereno que vive y trabaja en París desde hace cuatro años, donde viene procediendo a un depuramiento de la factura que compenetran la dimensión de sus modelos. Maneja sus pasteles con una gran fineza,casi a la manera de un Renoir o de Ingrés, pero con ese otro equivalente que es el arte figurativo que aletea y escudriña nuestro tiempo. Preocupación que Penagos sostiene con refinamiento y pureza para mantener el color y las formas dentro de una nueva y bien lograda sensibilidad plástica. "Niña y paisaje" fue expuesto el año pasado en la galerie Crisphil de la rue Verneuil. Sus múltiples "Desnudo" le han valido la atención de una exposición en el Centre Culturel de Toulouse. Combinando modelos y paisajes en tonos y facturas armoniosas, la atmósfera que se va creando en los cuadros de Penagos transfigura y transmite la afinidad de una fusión cromática de gran intimidad viviente. Plásticamente ordenado, reconcilia el trazo clásico con la vida de hoy, y la tensión latente de que terminamos de revivir una imagen de nuestro tiempo. Ya sean los niños, las muchachas o los desnudos de Penagos, ellos son al mismo tiempo el mensaje, el sentimuento profundo de una buena composición, el calor de lo recreado y el eco de un límpido silencio.