Algunas cosas no cambian. Si hay tortugas ninja, hay pizza, hay tablas de skate, hay artes marciales y acción en Nueva York y debajo de sus alcantarillas. Hay puja entre hermanos, choques y chistes entre personalidades distintas, pero también hay un equipo de cuatro integrantes que aprende a complementarse desde sus diferencias.

Si se cuenta la historia de Rafael, Donatello, Miguel Ángel y Leonardo (bautizados en honor a artistas prominentes del Renacimiento), hay impulsos curiosos, rebeldes, burlones y adolescentes, y también hay una búsqueda de un lugar en un mundo. Porque estos cuatro peculiares personajes saben que no se pueden revelar al mundo, pues “Dios sabe qué harán los humanos” ante su presencia bien intencionada, pero mutante diferente. Y si hay tortugas ninja, hay obligatoriamente un maestro, Splinter, una sabia rata mutante, especialista en artes del ninjutsu, quien les enseñó todo, las cuidó, las bautizó, y desconfía de la especie humana.

La animación es nada menos que excelente, con técnicas mezcladas a gran efecto. Esta es la mejor de las entregas cinematográficas inspiradas en los personajes ochenteros.

Especialmente en esta nueva entrega, Tortugas Ninja: Caos Mutante (se estrenó ya en el país), quizá la mejor de su historia, el maestro Splinter es recalcitrante en proteger a sus criaturas de los humanos, y se entiende por qué. Se lo ve en una intensa secuencia sufrir el escarnio y la persecución humana un día que se atrevió a mostrarles el mundo a sus tortugas (y casi las pierde en medio del caos que provocó su apariencia). Hay un miedo fundamentado en el maestro, pero se va revelando demasiado radical, y ese tema resulta esencial en esta nueva película. El hecho de que el maestro entienda eso, tanto como que las tortugas entiendan su misión (más allá de sus deseos) y la motivación verdadera (no egoísta) para luchar, es igual de importante.

Esta nueva versión, basada en los personajes ochenteros de Peter Laird y Kevin Eastman, dirigida por Jeff Rowe y producida por Seth Roger y Evan Goldberg (quienes vienen en una buena racha, pues también estuvieron detrás de la hilarante comedia Joy Ride), se hace valiosa y única desde varias perspectivas. Pero el que ponga en el centro una puja entre el padre que cree saber lo que sus hijos necesitan para sobrevivir y los hijos que le expresan, a su manera, que necesitan seguir su propio camino, es particularmente relevante. Esta es una historia que padres y madres comparten con sus retoños en la sala de cine, y dejar esa conversación en el aire en código de aventura es poderoso.

Vale anotar que películas inspiradas en las tortugas las ha habido muchas. Entre estas, la realmente arriesgada fue la primera, Teenage Mutant Ninja Turtles, estrenada en 1990 y dirigida por Steve Barron, que, sin apelar a la animación o a actores famosos, logró hacer de los personajes seres creíbles y emocionantes en una aventura oscura, con el antagonista original en efecto total, Shredder.

Desde entonces, las demás han tenido más defectos que virtudes, pero esa primera fue memorable y esta, Tortugas ninja: caos mutante, la más reciente, es genial, desde otras técnicas y apuestas. Se apoya en la animación, y ¡qué animación! Siguiendo la pauta transgresora de películas como Spider Man: Across the Spider Verse, mezcla técnicas de dibujo y animación con enorme virtud. Los colores, oscuros o no, saltan de la pantalla, y los personajes tienen sus jóvenes personalidades marcadas de varias maneras sorprendentes.

Caos colegial, caos humano, caos mutante

En este caso, el director y sus guionistas sumergen a su audiencia en un universo muy actual, en el que las redes están presentes y donde la vida en el colegio es tan brutal como siempre lo ha sido, solo que sumando a la vida los efectos de las redes sociales en el día a día que muchas generaciones previas no tuvieron que vivir (quizá experimentando algunas cosas peores, otras mejores, pero nada parecido al escarnio y el matoneo viral).

Y es más colegial y adolescente que nunca desde sus personajes principales. Las tortugas son de nuevo adolescentes en todo el sentido de la palabra, y, además, la humana que “descubre” a las tortugas ninja y se hace su aliada en el mundo de los humanos, April O’Neil, es una estudiante de bachillerato, de piel negra y cabello rizado (que se ve especialmente hermoso en pantalla).

April es una joven estudiante, a punto de graduarse del colegio, que quiere ser periodista y tendrá que enfrentar contratiempos y miedos propios para conseguirlo. | Foto: ©2023 Paramount Pictures.TEENAGE MUTANT NINJA TURTLES is a trademark of Viacom International Inc.

El interés de April es el periodismo (en la versión original de la historia es periodista), pero, paradójicamente, la joven no controla su reacción a la hora de presentar noticias frente a las cámaras. Y, cuando debe hacerlo, se vomita (casi a manera de homenaje a los Garbage Pail Kids ochenteros). Ese estigma la persigue, pues sus compañeros de escuela la han visto sucumbir ante la presión, la han visto vomitar, y así la apodan. Y sí, con el tiempo y los hechos, April confrontará sus miedos, apoyándose en el valor de las tortugas y de más personajes que se suman para hacer frente a la presencia que amenaza a la humanidad.

Y esa viene por cuenta del “villano” de esta historia, otro mutante poderoso, SuperFly, una mosquita devenida en mosca gigante “ultradespierta” por cuenta de la ciencia loca de esta historia. Se trata de la hija consentida de Baxter Stockman, el científico creador del líquido (ooze) que hace de los animales unas criaturas mutantes inteligentes. La mosca escapa cuando el laboratorio de Stockman es arrollado por agentes de oscuras fuerzas especiales, que quieren apropiarse de su trabajo y de las posibilidades que ofrece. En ese ataque, Stockman muere, pero la mosquita se lleva consigo a otros hermanitos mutantes, que luego lo ayudan en su causa de hacer de todo el planeta un mundo de mutantes dominantes y de humanos subyugados a su voluntad.

Una mosquita muy inteligente, vengativa y megalómana crece y crece, y habrá que detenerla para salvar a la humanidad.

Pero, incluso, esos hermanos tienen también su momento de confrontar la verdad. Y, por eso, más que las tortugas contra el mundo y sus peligros, esta entrega presenta una alianza improbable de fuerzas, y eso también la separa del resto: aquí, estos héroes no luchan solos, porque se acepta que no podrían ganar por su cuenta.

La música de Trent Reznor y Atticus Ross suma mucho a la aventura, y el trabajo de voces en ella es notable. Si el inglés es una posibilidad, vale intentarlo, pues el reparto es tremendo, pero la versión doblada también logra su cometido con gran efecto (así el guion sufra siempre leves modificaciones, especialmente en el humor).

La de las tortugas es una analogía eterna hacia lo diferente, que aquí se entrega en código de aventura, acción, ocurrencia, explosión visual y reflexión en pleno siglo XXI. Sí, esta versión de las tortugas es distinta y digna de aplauso. Pero el que haya siete películas en total sobre estos personajes, con recreaciones en cada década desde su nacimiento creativo, demuestra que hay algo que relata que no debe morir: un mensaje sobre fijarse en lo que se suma antes de aquello que separa. Y ese tema debe seguir retumbando en un mundo marcado por el individualismo y la falta de colectividad.