Si hay algo que tiene la vida es que es incierta, las famosas vueltas que dan hacen que se esté arriba, abajo, a un lado o al otro y es algo inevitable. Los buenos momentos pasan, pero los malos también y es aquí cuando se debe agradecer y fortalecerse para enfrentarlos.
Cuando todo está bien es ideal agradecerle al Señor por todo aquellos que pasa, pero cuando las cosas no están bien, se busca a Dios para la ayuda, la fortaleza y el valor necesario para esos momentos en los que se pierde el camino y la luz desaparece.
Ahora, cada inconveniente es una oportunidad de aprender, de crecer y de darse cuanta lo capaz que se puede llegar a ser. Los retos son desafiantes, complejos, difíciles asimilar y de entender, pero si se logran superar, estos enriquecen la vida con experiencia.
Cuando las dificultades de la vida aparecen, se puede buscar a Dios para llenarse de su fuerza, de su valentía, de su protección y de esa fe que impulsa a seguir adelante cada día. Y entre los numerosos textos que pueden ayudar a tener esa fortaleza divina para enfrentar los retos, aparecen tres salmos: 73:21-24, Filipenses 3:13-14 y Salmo 121:5-8
Tres salmos para enfrentar los retos de la vida
Salmo 73:21-24
“Se me afligía el corazón y se me amargaba el ánimo por mi necedad e ignorancia. ¡Me porté contigo como una bestia! Pero yo siempre estoy contigo, pues tú me sostienes de la mano derecha. Me guías con tu consejo, y más tarde me acogerás en gloria” .
Filipenses 3:13-14
“Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús”
Salmo 121:5-8
“El Señor es quien te cuida, el Señor es tu sombra protectora. De día el sol no te hará daño, ni la luna de noche. El Señor te protegerá; de todo mal protegerá tu vida. El Señor te cuidará en el hogar y en el camino, desde ahora y para siempre”