1. La noche estrellada (1889)  

Este cuadro, uno de los más famosos del artista, fue pintado durante su periodo de reclusión en el sanatorio de Saint-Rémy-de-Provence, y recoge la magia de las noches de la Provence. Pocos se imaginarían que el artista lo pintó durante el día y no durante una perfecta noche de verano. La viveza de los colores y el movimiento de los objetos le dan a la imagen una fuerza que deja al espectador embelesado. 2. Jarro con doce girasoles (1888)

  Este cuadro hace parte de la afamada serie de girasoles pintada por Van Gogh durante 1888. En la imagen queda demostrado que el amarillo es de todos los colores. La forma y el tono de los objetos son utilizados por el artista para expresar emociones. A pesar de que la serie girasoles tiene múltiples cuadros, ninguno es igual a otro. Cada uno tiene un colorido ligeramente distinto y exhibe la flor en una etapa diferente de la vida. 3. La habitación de Arlés (1888)  

Como su nombre lo dice, esta era la habitación de Van Gogh durante su estadía en Arlés; como éste hay otros dos cuadros casi iguales. En ellos es evidente cómo el holandés dejaba de lado las reglas de la perspectiva, que permitían que un cuadro se convirtiera en una especie de ventana al mundo, y creaba un espacio en el que primaban las emociones. Los ángulos de las líneas de la cama, de las sillas y de la mesa de noche no son rectos y las paredes parecen venirse encima de quien habita el cuarto. 4. El sembrador (1888)

  En esta obra, pintada durante la estadía del artista en Arles, Se ve claramente la influencia que los Impresionistas tuvieron en van Gogh. La temática del cuadro es la típica de los impresionistas: el cuadro da la ilusión de haber capturado un momento en la vida de un campesino. La tarde se está poniendo y el campesino camina por entre un campo floreado cubriendo su cara con un sombrero. La belleza de la naturaleza, de la campiña francesa, es la protagonista de la obra. Las pinceladas son evidentes pero aún no han alcanzado la fuerza que tendrán en años posteriores. 5. Autorretrato con sombrero de paja (1887)

En 1887 van Gogh está ya cansado de la vida parisina. Él, al igual que muchos artistas de la época, se había mudado a Paris porque en ese entonces era considerada la capital del arte por excelencia. Pero la metrópoli comenzó a exacerbarlo y decidió mudarse a la campiña francesa. Este autorretrato muestra a un van Gogh de mirada profunda pero cansada. A lo largo de su vida el holandés se pintó varias veces y utilizó diferentes colores para hacerlo. Los diferentes tonos le dan un aire muy diferente a cada uno de los cuadros.