La imagen de la Virgen del Rosario de las Lajas apareció por primera vez en el año 1754 a María Mueses de Quiñones y Rosa, su hija de 5 años quien era sorda de nacimiento.
En esa misma época surgieron tres apariciones y dos milagros, esto llevó a que los creyentes católicos hicieran la obra arquitectónica de la Virgen como una manera de devoción y de fe. Según su historia, la niña y su madre viajaban de Potosí a Ipiales, donde debían pasar por una cueva del cerro de Pastarán en Colombia.
En el trayecto, estas dos personas pasaron por una fuerte lluvia y para escamparse entraron a esa cueva. María, la madre de la pequeña, hacía el rosario mientras que su hija daba vueltas en el lugar; en ese momento Rosa le habla a su mamá y le dice “mamita, vea a esta mestiza que se ha despeñado con un mesticito en los brazos y dos mestizos a los lados”.
Esa fue la primera vez en la que la Virgen de las Lajas aparece y le concede el milagro a la niña de devolverle su voz. María sorprendida acude al pueblo a comentar el milagro, pasando por incrédulos, pero el tiempo llevó a que no se volviera a escuchar a su hija decir una palabra mas.
Después de varios años, la pequeña se enfermó y falleció, María en su desesperación corre con el cuerpo de su hija hacia la cueva suplicando a la Virgen que interceda ante su hijo para que le devuelva la vida a su pequeña. Tanto fue el fervor de fe que el milagro fue concebido y Rosa volvió a la vida.
Por tal razón, las personas católicas y creyentes en la Virgen María, recomiendan hacer la oración que se mencionará a continuación para pedir por los casos desesperados cuando existe una enfermedad.
Oración a la Virgen del Rosario de las Lajas
¡Oh María, Nuestra señora de las Lajas!, hoy acudimos a ti, ¡salud de los enfermos! para que nos mires con tus ojo piadosos y misericordiosos.
Hermosa mirona que a todos ve, y a nadie olvida. Permítenos contemplar nuevamente tu rostro mestizo y en él contemplar el rostro de la misericordia del padre. Que de tu dulce boca escuchemos palabras de consuelo y aliento en estos momentos de angustia.
Que de tus manos benditas recibamos la bendición que aleje de nosotros la enfermedad y dolencia para que podamos visitarte de nuevo. Que en tu corazón, que no es otro que el mismo corazón amante de Jesús, se guarden nuestras plegarias y nuestros anhelos profundos. Que en tus pies benditos, pisen la cabeza de la serpiente para que no caigamos en el pecado y para alejar de nosotros toda sombra de muerte.
Madre bendita de las lajas, que nos muestras a Jesucristo en tus brazos y cerca de tu corazón; intercede por nuestras familias y por el mundo entero ante tu hijo para que se termine toda enfermedad, y si es voluntad de Dios llevarnos a tu presencia, que tú María salgas a nuestro encuentro y nos permita pronunciar tu nombre en el momento postrero de nuestra vida.
Que en manos suplicantes de Francisco y Domingo, identifiques las manos suplicantes de la humanidad entera que hoy acude a tu santuario, buscando en tu rosario su nueva redención. María de las lajas, míranos con compasión y danos salud. Amén.