En una de las entradas del Parque Norte en Medellín está Fernando, experto en eventos de ciudad, los conoce todos. Sabe que la Fiesta de las Flores abunda en borrachos, que compran sus mazorcas con mantequilla para bajar el volumen de alcohol en la sangre. Hace poco estuvo por primera vez en la Fiesta del Libro, pero las ventas no estuvieron tan buenas, “salían con libros y sin un peso para comer”. Ahora está en el lugar que la Alcaldía habilitó para presentar los alumbrados navideños, los mismos que antes alumbraban el río, pero hace tres años no por las obras que terminarán en gran parque. A Fernando le flotan en la boca un puñado de dientes —seis, siete— y uno le brilla, pero que no se confunda con una luz de artificio, porque ese brillo es de oro legítimo. Cada día desde el 3 de diciembre llega al Parque y se instala con sus mazorcas, no sabe muy bien si es el frío de los últimos días, los aguaceros, o la ubicación, o porque en esa zona de la ciudad los trancones saben formarse con carácter, pero no ha habido tantos visitantes como en años anteriores. A sus 55 años se ha rebuscado la plata como ha podido, fue carpintero, albañil, obrero, fritador de carnes varias, mazorquero. Le dio estudio a los hijos, y hace ya varios años, uno de ellos, terminó herido en una balacera en Manrique. Casi se muere, pero no. “La vida es linda —dice—, y más linda en Navidad, porque la gente viene a ver los alumbrados, y yo me gano la platica con la alegría de ellos”.Los famosos alumbrados de Medellín, que hoy no parecen tan vistosos porque están lejos del río que atraviesa la ciudad, siguen siendo portentosos y bellos: tienen 31 millones de bombillas LED y 42.000 figuras, y este año tienen por nombre “En Navidad, Medellín es una gran familia”. En la calle peatonal conocida como Carabobo Norte, que en la última década las administraciones municipales rescataron para grandes eventos de ciudad, se levantan los símbolos navideños tradicionales con un árbol de Navidad de veinticuatro metros de altura, rodeado de regalos y flores que hacen un callejón de color sobre la calle.La decoración más vistosa está adentro del Parque Norte, cerca de donde Fernando vende sus mazorcas. Ahí se levanta un pesebre de figuras gigantes, José y María con sus caras bonachonas, las vacas que pastan, caballos, casas enormes inspiradas en la arquitectura colonial antioqueña, adentro bien amobladas: camas de luces, muebles de luces, mesas de luces. Todo el recorrido en el parque es guiado por un sendero de velas que representan, en la simbología cristiana, que Jesús es la luz del mundo. Más adelante hay una estancia donde los duendes de Papa Noel trabajan presurosos empacando regalos; hay una granja con un molino de viento que parece sacado de La Mancha, y está rodeado de animales; aparecen, además, un pueblo tradicional antioqueño y, finalmente, los tres reyes magos que buscan en el cielo la estrella que los guía a Belén, donde nacerá el niño Jesús. Además de los alumbrados en Carabobo Norte, la Alcaldía y EPM han distribuido otras piezas en la Avenida La Playa, en el pasaje peatonal Junín y en el Cerro Nutibara. Los alumbrados, que este año ajustan una tradición paisa de 49 años, estarán iluminando la ciudad hasta el 9 de enero desde las seis de la tarde y hasta la medianoche.