William Shakespeare y Miguel de Cervantes en pocos días cumplen 400 años de muertos. Y por esta razón, gran parte del mundo, incluyendo Colombia, se ha dedicado a explorar el inmenso legado que dejaron estos genios de la palabra, que se traduce en el pálpito viviente, universal y oscuro del alma humana. A estos narradores y poetas del siglo XVI y XVII, época dorada del Renacimiento y el comienzo del Barroco, el escritor inglés James Shapiro los declara eternos: siempre están en cualquier época.La personalidad del dramaturgo inglés (23 de abril 1564 - 3 de mayo de 1616, Stratford-upon-Avon) todavía es desconocida. Sucede lo contrario con sus 37 obras con las que conquistó a la sociedad inglesa y se convirtió en el escritor más importante en su lengua, tras revolucionar el teatro y la literatura universal. Tito Andrónico, El rey Lear, Hamlet, Macbeth, La tempestad, Otelo y Romeo y Julieta son algunas de sus piezas principales. Se ha especulado, sin embargo, sobre su autoría y existencia. Pero ya sea como un mito o personaje real, las obras de Shakespeare son las más adaptadas en la historia del cine y es, sin duda, uno de los pocos escritores reinterpretados en cada generación.De Cervantes, (Alcalá de Henares, 29 de septiembre de 1547– Madrid, 22 de abril de 1616) considerado la máxima figura de la literatura española, se sabe mucho más. Vivió su infancia en Valladolid y luchó en la batalla de Lepanto, en 1571. Estuvo prisionero en Argel y en 1605 publicó la primera parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. La obra, de la que el segundo tomo llegaría en 1615, es descrita como la primera novela moderna y una de las mejores de la literatura universal por ese gran conflicto que plantea entre el mundo impuesto y el de la imaginación.Shakespeare y Cervantes tenían en común la capacidad de “ver en el corazón de las personas a través de las clases sociales. La observación, la empatía y la curiosidad son dones y habilidades de los más grandes artistas, independientemente de su estirpe o clase social, pero que luego deben trabajar en su perfeccionamiento”, argumenta Shapiro en su libro Shakespeare: una vida y una obra controvertidas.De ese modo, ambos reproducen algo tan cotidiano y universal como los comportamientos sociales. “¿Quién no ha descubierto sabidurías inesperadas en personas simples, como pasa con Sancho?, ¿quién no ha visto a un pariente envejecer mal, como el rey Lear, o ceder ante las manipulaciones de su pareja, como Macbeth con la que le tocó?”, se pregunta el escritor Juan Gabriel Vásquez, al hablar de la inevitable conexión entre la gente de cualquier lugar y las obras de estos autores.Las creaciones de ambos revelan las entrañas de las sociedades. Esa es la cualidad que permite a artistas de todos los tiempos actualizar estas piezas, pues, sin duda, encuentran en personajes como Hamlet, Otello, el Quijote, Macbeth o Sigismunda una inspiración para construir los suyos propios: hombres y mujeres que en su cotidianidad encarnan emociones y problemas intemporales como la inmigración, el odio racial, el interés por la honorabilidad, el amor, la traición, las divisiones entre naciones, la apariencia, la realidad, la censura o la libertad de expresión.“No hay emoción humana que no esté registrada en las obras de Shakespeare, ni persona como el Quijote –¿loco o idealista?– que los jóvenes no adoren, porque los hace anhelar un futuro distinto, y los viejos no amemos, porque sabemos que sin esos anhelos es imposible vivir”, sostiene Stavans, autor de El Quijote. La novela y el mundo, editado por Semana Libros.No es arriesgado, entonces, decir que Shakespeare y Cervantes han influenciado la cultura occidental por medio de todas las artes. “Es su verbo, es su estilo, el que abre brechas por las que otros nos podamos atrever a asomarnos”, declara el escritor español Javier Marías en su artículo ‘Shakespeare, el mayor inspirador’, en el que acepta que la mayoría de sus libros están impregnados de citas e ideas del dramaturgo isabelino.Marías, como muchos otros novelistas contemporáneos, ha bebido de las expresiones y los personajes de estos clásicos que están presentes, incluso, en el lenguaje cotidiano occidental con frases como “No todo lo que brilla es oro” o “para romper el hielo”, que nacieron de Shakespeare.La influencia de estos dos genios es inconmensurable. Don Quijote y Sancho, por ejemplo, han inspirado a cientos de parejas del espectáculo: Sherlock Holmes y el doctor Watson, los androides C3PO y R2D2 de La Guerra de las Galaxias, Enrique y Beto de Plaza Sésamo, el Gordo y el Flaco, Vladimir y Estragón de Esperando a Godot. Ni qué decir de los cientos de Hamlets que han existido. Esta obra es la más escenificada del mundo, en 250 idiomas distintos.Shakespeare y Cervantes siguen vivos porque plasmaron el modelo de lo humano, como se entiende hoy, al narrar aquellos laberintos oscuros del alma, sueños y ambiciones universales. Son tan actuales porque definieron la modernidad a través de un lenguaje lleno de ingenio verbal. “De Shakespeare y Cervantes viene la certeza –y el horror– de que la vida interior de cada uno de nosotros es tan válida como la vida exterior, es decir, la realidad que compartimos con los demás. Esa vida interior, en ellos como en nosotros, está llena de dudas, de angustias, de incertidumbre, y también de sueños”, apunta Stavans.Estos escritores son tan potentes que cada cultura, época histórica y profesión los interpreta de un modo diferente. Stavans dice que los soviéticos, por ejemplo, creían que don Quijote era un revolucionario, los norteamericanos lo aprecian como individualista, los japoneses como un hombre sencillo, los psiquiatras como un esquizofrénico, los políticos como un subversivo. El escritor ruso Fiódor Dostoievski, incluso, pensaba que el Quijote era una versión antigua de Jesucristo. En cuanto a Hamlet, Macbeth, Romeo y Julieta, Shylock, Otelo, Próspero, Ariel y Calibán le pertenecen a la humanidad entera. Prueba de esto es el enorme número de adaptaciones cinematográficas de sus hazañas en distintas lenguas. Entre las más recordadas están Enrique V (1944), de Laurence Olivier; Otelo (1952), de Orson Welles; Trono de sangre (1957), de Akira Kurosawa; Hamlet (1996) de Kennet Branagh, o En busca de Ricardo III (1996), de Al Pacino.Las mil caras de sus obras han sido, incluso, el motor de arranque de los creadores de películas y series de televisión exitosas como Los Soprano, Juego de Tronos o House of Cards. Las obras de Shakespeare y de Cervantes planean y modelan toda la ficción contemporánea. La literatura, los videojuegos, el cómic, el cine o las series acusan su influencia de una forma u otra, más evidente o más sutil. “Todas las obras de Aaron Sorkin, él mismo lo ha confesado, se inspiran en estructuras shakesperianas (como ‘The West Wing’); pero su serie ‘The Newsroom’ sitúa a don Quijote en su centro, como si el periodismo utópico solo pudiera ser quijotesco”, asegura a SEMANA el escritor español Jordi Carrión, autor de la novela Los muertos.Las pasiones, los excesos, la desmesura, la épica y el patetismo de Los Soprano y Juego de tronos son también shakesperianos. “Sobre todo –enfatiza Carrión– son relatos cervantinos y shakesperianos en su mecanismo interno: como los maestros recogen relatos populares, los recombinan y los hacen de nuevo trascender”.Siempre se puede volver sobre Shakespeare y Cervantes, porque en su obra se encuentra lo que hacen el buen arte y la buena literatura: “Enseñarnos la posibilidad de conocernos y leernos a través del tiempo”, como dice Camilo Hoyos, crítico literario y profesor.Un merecido homenajeEn la próxima Feria del Libro de Bogotá algunos expertos hablarán sobre Miguel de Cervantes Saavedra en charlas como ‘Introducción para leer el Quijote’, ‘La mujer y el teatro en la vida de Cervantes’ y ‘Cervantes en sus prólogos’, esta última sobre cómo es el padre de los prólogos de la literatura moderna.Con eventos en Bogotá y otras ciudades del país, el Teatro Colón, la Biblioteca Nacional, el Instituto Caro y Cuervo, el Ministerio de Cultura y la agrupación artística Sarawasti se unen para conmemorar los 400 años de la muerte de Shakespeare y Cervantes.El sábado 19 de abril, en la plazoleta del Teatro Colón, se realizará ‘La experiencia Shakespeare-Cervantes’, donde Juan Carlos Franco, chef e investigador en comidas desaparecidas, preparará El Banquete de la Mancha, un conjunto de platos propios del siglo XVII mencionados en El Quijote. Allí también habrá música representativa de la época, títeres en escenas del Quijote y la representación teatral de Romeo y Julieta, a cargo de la Compañía Nacional de las Artes. Ya la semana pasada se presentó a Macbeth, en ópera y teatro, en el Teatro Colón. Entre tanto, la Biblioteca Nacional y la Secretaría de Educación Nacional, con el programa ‘Leer es mi cuento’, repartirán por todo el país fragmentos de El Quijote y de Romeo y Julieta en adaptaciones ilustradas, para promover en niños y jóvenes la lectura de estos clásicos.