“En el sótano del viejo Edificio Wolf, en el centro de Medellín, una mujer intentará conjurar su historia de desarraigo y soledad, mientras un fantasma y el recuerdo de una familia que huyó de Alemania por el advenimiento del nazismo ofrecen sus voces para contarnos cómo nuestra vida sucede siempre en varios planos simultáneos, en los cuales el presente contiene tanto el pasado como el porvenir”. Con este fragmento, Editorial Planeta presenta el nuevo libro de Isabel Botero, quien ha escrito varios libros de carácter periodístico y guiones de ficción, y ahora da el salto a la escritura de ficción de largo aliento.
Isabel Botero es también autora de Vine a buscar el desierto, una colección de cuentos ganadora del Premio Libro Cuento Inédito, de la Alcaldía de Medellín, en 2018, y publicada por Seix Barral. Edificio Wolf es su primera novela, del mismo sello.
CUESTIONARIO “PUNTUAL” FILBo, o una parrilla de preguntas para que el escritor escoja cuáles le mueven y para que nuestros lectores compartan sus respuestas…
¿Cómo nace su novela? (de qué inquietudes, episodios, momentos, hechos o circunstancias…)
A los 23 años me fui de la casa familiar a vivir al sótano del Edificio Wolf, en el centro de Medellín. Fue el primer lugar en el que viví sola y fue el principio y el fin de muchas cosas.
Pocos meses después de instalarme, comencé a escribir en un cuaderno a modo de diario y, sin saberlo, ahí quedó registrado el comienzo de esta novela.
¿Qué une y qué separa esta novela de sus entregas anteriores?
Mi libro anterior, Vine a buscar el desierto, es una colección de cuentos. Ese formato me parece fascinante. Es concreto y eficaz. Es como lanzar un dardo en un tablero. No hay mucho tiempo ni espacio para divagar. La novela me permitió viajar más en el tiempo, detenerme en el camino, lanzar la historia en muchas direcciones. Me gustó esa libertad. La novela tiene un formato modular a través de pequeños relatos que se van trenzando. Me sentí cómoda escribiendo capítulos cortos que van hilando una historia de largo aliento.
La novela me permitió viajar más en el tiempo, detenerme en el camino, lanzar la historia en muchas direcciones. Me gustó esa libertad. La novela tiene un formato modular a través de pequeños relatos que se van trenzando.
¿Cómo se desarrolló? Cuéntenos sobre la estructura de su novela, las reescrituras y las relecturas y la edición… ¿qué tanto se transformó este trabajo en el proceso?
La novela funciona como una trenza de tres tramas que se van enredando. Al comienzo esa unión no es evidente, pero a medida que avanza va cobrando más sentido. La primera trama es la de una chica que se emancipa y llega a vivir al sótano del Edificio Wolf. La segunda, es la de un fantasma, que es el nieto menor de la familia Wolf, quien se perturba con la llegada de la nueva inquilina. Y la tercera es el periplo de la familia Wolf que huye de Alemania por el advenimiento del nazismo y emigran a Colombia.
Sobre su narrador o narradores, o sobre algún personaje específico de los que comparte con sus lectores, ¿algo que quisiera compartir?
Procuré que cada trama tuviera un registro, un tono, un ritmo y una voz fácilmente diferenciable de las otras. Hay personajes que se sostienen durante todo el relato, y otros que aparecen como un rayo y desaparecen. Me parecía interesante que la novela pudiera dispararse hacia muchas direcciones.
Hay personajes que se sostienen durante todo el relato, y otros que aparecen como un rayo y desaparecen. Me parecía interesante que la novela pudiera dispararse hacia muchas direcciones.
Sosbre su rutina de escritura: o detalles de cómo hace usted lo que hace, cuándo lo hace, dónde lo hace, escrito en papel, directo en computador, cuánto la estresa, la tranquiliza o la pone en la frecuencia en la que la pone…
No tengo un método elaborado ni unas rutinas fijas. Mucho del material de esta novela está consignado en cuadernos y notas sueltas que escribí cuando viví en el sótano. A veces, escribo a mano ideas sueltas en libretas y otras veces, directo en el computador. El proceso de armazón de esta novela fue caótico porque tenía demasiada información que saqué de libros y lecturas, y que fui consignando en un documento que fue creciendo sin control. Casi toda la novela la escribí en Boyacá, en una vereda perdida donde me aislé para escribir durante las vacaciones a lo largo de tres años. El proceso final de edición lo hice durante una residencia de escritura que hice en el Bruc, a las afueras de Barcelona.
El proceso de armazón de esta novela fue caótico porque tenía demasiada información que saqué de libros y lecturas y que fui consignando en un documento que fue creciendo sin control. Casi toda la novela la escribí en Boyacá, en una vereda perdida donde me aislé para escribir durante las vacaciones a lo largo de tres años
Sosbre su rutina de lectura: o detalles de cómo, cuándo, dónde lee, sobre qué lee y por qué, y sobre si se puede leer todavía para escapar del mundo “real” siendo escritora... (¿lee solo en papel o lee en Kindle también?)
Me gusta leer libros en papel, pero también he descubierto algunas ventajas de la Kindle. Durante la escritura de esta novela estuve leyendo a varias autoras que coincidencialmente nacieron en Europa del Este: Agota Kristof (Hungría), Herta Müller (Rumania), Olga Tokarczuk (Polonia), Clarice Lispector (Ucrania).
Isabel Botero presentará su novela este miércoles 26 de abril en la librería Garabato a las 6:00 p. m. Allí conversará sobre su proceso creativo y cómo fue pasar de la escritura de guiones y de periodismo a la narración de ficción.