La música ha estado presente en diferentes escenarios deportivos. En esta ocasión, durante la apertura de la esperada entrega del Balón de Oro, el cantante italiano Andrea Bocelli llegó a engalanar una de las ceremonias más esperadas del fútbol mundial.
El popular cantante emocionó con su despampanante voz a los presentes en el teatro del Chatelet, en París, lugar que alberga a los jugadores nominados a este premio deportivo.
Bocelli, al igual que los jugadores, llegó al recinto desfilando en traje elegante y sus características gafas. Pasó por la alfombra roja, se tomó algunas fotos para los medios de comunicación presentes y continuó hacía el teatro.
Ya en el interior, el cantante de ópera comenzó a cantar una de sus interpretaciones más populares: ‘Nessun dorma’ de la ópera Turandot de Puccini. Mientras las notas de la voz de Bocelli se paseaban por el lugar, en la pantalla aparecían los jugadores que en años pasados habían obtenido el Balón de Oro.
El momento conmovió a los asistentes, pues se apreciaron imágenes desde 1971, cuando Hendrik Johannes Cruijff, más conocido internacionalmente como Johan Cruyff, fue reconocido como el mejor jugador de la temporada.
Al momento en que Andrea acababa su canción, aparecía, como último en el carrete de imágenes, Lionel Messi, con sus siete balones de oro, el último, entregado al argentino el año pasado (2021).
Tras la actuación de Andrea Bocelli en la ceremonia, las redes sociales estallaron convirtiendo su actuación en tendencia.
“Es imposible empezar una gala, cual sea, mejor que con Andrea Bocelli”; “Estoy llorando con la interpretación de Andrea Bocelli”; “El maestro Andrea Bocelli merecía una ovación de pie”; “Una presentación unica del maestro Andrea Bocelli” y “Fantástico una vez más Andrea Bocelli con el majestuoso ‘Nessun dorma’”, fueron algunos de los mensajes al artista.
El cineasta Sergio Cabrera debuta en el Teatro Mayor como director de ópera
Por increíble que parezca, la figura del director de escena en la ópera es relativamente nueva. Porque durante los primeros siglos de existencia del espectáculo, el XVII y el XVIII, el público solo estaba interesado en las voces de los cantantes.
Durante el barroco, lo dramatúrgico tenía tan sin cuidado a los castrati, que frecuentemente bajaban al patio de butacas del teatro para conversar con los palcos. Ya entrado el siglo XIX, Mario, que era uno de los tenores más famosos del mundo y, de paso, noble, solía dejar sola en escena a su mujer, Giulia Grisi, para ir a bambalinas a fumar.
Si en lo dramático ocurría algo excepcional, dependía exclusivamente o de las exigencias del compositor –Händel, en Londres, amenazó a una diva con tirarla por el balcón si no seguía sus instrucciones– o del talento e instinto de los intérpretes.
Sin embargo, ahora, no muchos, pero sí algunos directores de cine importantísimos han incursionado en la dirección de escena de ópera, Roman Polanski, Franco Zeffirelli o Patrice Chéreau, por ejemplo, lo han hecho y dejado una huella profunda en el espectáculo.
Hasta la fecha, por la razón que sea, en Colombia, ningún director de cine se había probado en el oficio, pese a que la producción del espectáculo ya se remonta a la década de los setenta.
Sergio Cabrera, que si no es el director de cine más reconocido de este país, sí es uno de los más importantes, debuta en el escenario del Teatro Mayor la noche del próximo 26 de octubre con uno de los títulos más populares de todos los tiempos, El elíxir de amor, de Gaetano Donizetti, de 1832.