Aunque muchas veces ser músico no es algo rentable o que garantice reconocimiento en un país como Colombia, cuando los logros personales llegan y se puede representar al país en el exterior, los triunfos y la satisfacción personal se vuelven un orgullo para amigos, familiares y algunas veces para un país entero.
Esto fue lo que pasó este martes 2 de mayo con la banda sinfónica juvenil del municipio de Tibasosa, del departamento de Boyacá, que viajaron a Europa hace algunos días y lograron quedarse con el primer puesto en un importante concurso musical celebrado en Bélgica.
Se trata de la 71.ª edición del Europees Muziekfestival que se realiza en la ciudad de Neerpelt en Bélgica. Allí, los músicos colombianos obtuvieron un puntaje de 98 sobre 100 puntos, de acuerdo con el sistema de calificación, lo que les permitió ser los ganadores del festival y ser premiados como los mejores del certamen europeo.
La banda sinfónica de Tibasosa está dirigida por Javier Andrés Malagón y se robó los aplausos y la admiración de los jueces con una presentación espontánea en la antesala de su presentación oficial. Por lo que desde el comienzo se perfilaban como los ganadores del concurso musical.
Esta victoria es un refrescante impulso para todas las bandas sinfónicas del país, que día tras día se preparan para apoyar a cientos de jóvenes en todo Colombia, que buscan mostrar su talento y amor por la música. Los muchachos de Tibasosa demuestran que la música colombiana sigue siendo respetada y admirada internacionalmente y que vale la pena invertir y apoyar la cultura y las artes en los jóvenes del país.
“En tierra ajena”: así suena Embera Warra, el hip hop de los indígenas desplazados en Colombia
Los indígenas Gonzalo y Walter Queragama pasan la noche en vela enlazando versos a ritmo de hip hop para su nuevo disco. En una habitación estrecha en Bogotá, los jóvenes raperos cantan en lengua embera sobre la violencia que los expulsó de sus tierras ancestrales en Colombia.
Los hermanos se dieron a conocer con Desplazado, un videoclip subtitulado y reproducido miles de veces en YouTube, donde se les ve cantar en una barriada bogotana. El dúo Embera Warra (Hijos Indígenas) resume las dificultades que enfrentaron luego de dejar su natal Chocó (noroeste) para buscar “una vida digna” en la ciudad de 8 millones de habitantes.
Hace cinco años huyeron de los combates entre el Ejército, paramilitares y guerrilleros que desangran su territorio original. Como ellos, unos 1.200 embera katío malviven en la capital, según autoridades.
Los Queragama son de pocas palabras, pero apenas suena la pista cantan sin descanso. Aunque el embera es una lengua de tradición oral, Gonzalo, de 25 años, trae un papel con unos versos escritos a mano:
“Nawa chami, nawa katío. Mu nawa nesi mi duade kirisio”, son algunos de los fragmentos pegajosos de la pieza que añoran se convierta en su nuevo éxito, “Estoy en tierra ajena”.
Mientras rapean, por sus auriculares escuchan cantos tradicionales, tambores y flautas típicas.
El productor musical Julio Piñeros, conocido como “Mismo Perro”, se encarga de mezclar ese coctel sonoro con el “lenguaje universal” del hip hop de baterías, teclados y guitarras.
“Ya tienen su propio estilo”, asegura el experto de gorra y ropa holgada. “Emberas, pero con el sabor de la calle bogotana”, describe Piñeros mientras reproduce los audios en un computador.
Lejos del Chocó, un departamento de mayoría afro e indígena, los hermanos aprendieron a expresar sus vivencias poniéndole letra a un beat electrónico.
“Quiero dejar un mensaje para toda mi gente, para que escuchen esta historia, esta cultura, este idioma”, dice a la AFP Gonzalo, de gorro y camiseta alusivos a la NBA, en un tímido español.
Los Queragama engrosan la cifra de más de ocho millones de desplazados que deja la guerra en Colombia. Detrás de las comunidades negras, los indígenas son los más afectados.
En un auditorio de Bogotá el dúo se presenta junto a otros artistas víctimas del prolongado conflicto de más de medio siglo en Colombia.
Uniformados con pantalones amarillos, los hermanos cantan mientras el público aplaude y agita los brazos al compás de la música.
“De nuestro territorio venimos desplazados, estamos aquí en Bogotá. Nosotros no venimos porque sí, venimos en búsqueda de proyectos buenos para nuestra comunidad”, traduce la tonada de versos rítmicos en su versión original.
De cabello verde y amarillo, Walter termina de cantar y da un corto discurso: “Algunas personas siento que me apoyan (...) por eso canto” con “energía”, sostiene el joven de 23 años.