En un rejuvenecido auditorio León de Greiff de la Universidad Nacional de Colombia, Juan Antonio Cuéllar (director ejecutivo de la Asociación Nacional de Música Sinfónica) y Yeruham Scharovsky (director artístico de la misma asociación y director titular de la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia) fueron los anfitriones de un encuentro con la agenda 2024 de la Orquesta Sinfónica Nacional.
La Orquesta, el Coro y la Banda Sinfónica Nacional de Colombia, agrupaciones de la Asociación Nacional de Música Sinfónica, se unieron para presentarle al país un abrebocas de lo que será su experiencia el próximo año. La temporada se llama ‘La Sinfónica con toda y con todos’.
El genio en la lámpara
Juan Antonio Cuéllar, director ejecutivo, pero antes que nada músico del alma —como se intuye en cada una de sus palabras—, resaltó lo emocionante que es para él presentar esta temporada, “en un momento de crecimiento y del mejor desarrollo” de la Orquesta y del Coro, que no podría ser por algo más que “la calidad de la orquesta, en términos de música y de profesionales”.
Y lo dice con conocimiento de causa. Es compositor colombiano, con maestría y doctorado en composición de la Jacobs School of Music de Indiana University. Ha sido decano de la Facultad de Artes de la Pontificia Universidad Javeriana en Bogotá, presidente ejecutivo de la Fundación Nacional Batuta, asesor de la Fundación Azteca en México y de la Fundación Bolívar Davivienda en Colombia. Fue merecedor del Dean’s Prize en composición (2000), de la Fulbright Excellence Award (2011), de los premios Colombiano Ejemplar 2012 y Portafolio 2013, y es Exalumno Distinguido de la Jacobs School of Music de Indiana University.
Ese camino le ha mostrado a Cuéllar la importancia de la calidad musical, tanto como la labor social que ejerce. Por eso recordó las 297 actividades pedagógicas de la Asociación, que impactaron a casi 5.000 personas en 20 ciudades de Colombia, porque —precisamente— la asociación, con su Orquesta y Coro, es más que ofrecer conciertos. Por ejemplo, acompañaron en hospitales a pacientes que necesitaban una melodía para tener un atisbo de esperanza.
La conexión de 3 mundos: Argentina, Israel, Colombia
Para esta ocasión, el repertorio fue seleccionado por el maestro Yeruham Scharovsky, quien dirigió la Orquesta en la velada. Él, un músico con 40 años de trayectoria, dijo antes de la presentación que cree que “esta es la mejor orquesta del país”.
Además, afirmó que con esta programación de 2024, la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia puede ser, junto a la de Brasil, líder entre las de Latinoamérica.
Lo dijo también porque, como recordó, alguna vez no imaginó que en Colombia se encontraran tantos talentos vocales.
“Una orquesta es difícil de formar”, dijo, “lo que yo no sabía era que, en el campo del canto, hubiera tanto talento como he encontrado en este país”, remató. Al nivel que —aseguró— la programación 2024 “la creamos todos juntos”.
Scharovsky incluyó para la presentación obras de Giuseppe Verdi, como Bel canto, coros de Gitanos y gitanas del trovatore, aria de los Esclavos de Nabucco, el Brindisi de la Traviata, arias de la ópera Carmen de Bizet y oberturas orquestales que erizaron la piel de los asistentes.
Diana Cifuentes, la mujer en la cúspide de la música y las artes
El evento, además, recordó la unión de la Orquesta y el Coro, este último bajo la dirección de Diana Cifuentes Sánchez, y lo bien que suenan juntas. Y es que fusionar Verdi, Bizet y música sinfónica coral no es para todo el mundo.
Ella, directora y pedagoga coral con trayectoria en dirección de agrupaciones corales infantiles, juveniles, universitarias y profesionales, es maestra en música con énfasis en Dirección Coral en la Universidad Autónoma de Bucaramanga y magíster en música en la Universidad Simón Bolívar de Venezuela.
También es miembro activo en la Schola Cantorum de Venezuela y la Cantoría Alberto Grau, fue directora artística del Coro Filarmónico Juvenil de la Orquesta Filarmónica de Bogotá (2014-2019), agrupación con la que cosechó numerosos éxitos artísticos. Ha impartido clases, talleres y asesorías relacionadas con diferentes áreas de la dirección coral.
Scharovsky, sin igual
Bajo la batuta del maestro Scharovsky, el concierto abrió con la obertura de la ópera La forza del destino del compositor Giuseppe Verdi. Aunque justo antes, una ovación al director no se hizo esperar. No solo por un “compromiso social”, sino porque Scharovsky despierta emociones que no siempre se encuentran. Involucra a su público tanto como él se envuelve en su dirección orquestal.
Él, un nacido en Buenos Aires, con raíces en Israel y un “amor a primera vista con Colombia” —como le contó a SEMANA en entrevista—, siempre sonríe, respira amor, demuestra su afecto con todos sus músicos y derrocha alegría para el público. Fluye por y con el escenario.
Y con esos liderazgos, se entiende el éxito de la temporada que pasa y el que se augura para 2024. El Coro Nacional de Colombia, que surgió para reavivar el canto coral en el país a través de la integración de voces y bagajes culturales de tradiciones musicales, géneros y demografías diversas, conecta realidades, al estar conformado por 80 coreutas de todas las regiones de Colombia. Aparte de su integración con la Orquesta Sinfónica.
Así, acompañadas por la interpretación orquestal, las voces del coro irrumpieron en el escenario, desatando el júbilo en los asistentes.
Y Scharovsky dijo unas palabras que causaron emoción y fueron un perfecto final, a propósito de la época, Navidad, y de la situación Israel-Gaza: “Para desear un buen augurio no hace falta un vino, hace falta querer desear al prójimo todo lo mejor, buena salud, felicidad y para todos, mucha, mucha paz en el mundo”.