Todo nació cuando me pregunté quién había sido Sergio Arboleda, el prócer a quien rinde tributo desde su nombre la advenediza universidad colombiana calificada por algunos medios como el Think Tank del Gobierno: think, por lo que allí se piensa; tank, por la talla de su máximo egresado, el presidente Duque, hombre de grandes quilates. En todos los sentidos.

De ese modo descubrí que don Sergio fue un político conservador dedicado a la venta de esclavos; que en 1846, ante la inminente abolición de la esclavitud en Colombia, viajó a Perú para vender “99 adultos y 113 niños”. Y que, más grave que todo lo anterior, tuvo un hermano, Julio, que escribió el extenso poema Gonzalo de Oyón, de evidente talante épico, especialmente en quienes logran terminar su lectura.

Don Sergio inspiró este centro de pensamiento del ídem Democrático del que emergen egregias figuras de la intelectualidad gubernamental como don Miguel Ceballos y Francisco Barbosa, modelos a futuro de los bustos de mármol que adornarán la plazoleta de la universidad. Ellos dos, junto con el doctor Duque, representan los más puros valores sergistas en que brillan por igual el gusto por el saber, y las calzas y el reloj Rólex del doctor Abelardo De la Espriella, intergérrimo exalumno del claustro

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