Hace 12 años, por las calles de Mistrató (Risaralda), una niña perseguía un balón de fútbol. Era la única mujer de ese municipio cercano a Pereira que practicaba un deporte generalmente para hombres. Le decían la Mona. No era muy alta, pero sí habilidosa. De ojos claros y muy fijos en la meta de ser jugadora profesional.

Sus seis hermanos, primos y primas eran compañeros de equipo y también rivales. Ella destacaba entre los más grandes. “Fue duro al principio porque empecé a jugar en el barrio. En mi pueblo no apoyan casi el deporte”, dice Ana María Guzmán.

A los 11 años, Ana María tuvo que partir a la ciudad. Su entrenador le mostró el camino. “El profesor Carlos Ariel me llevó a vivir a Pereira. Me metieron a un colegio de niños ‘pupis’. Reduro cambiar de ambiente, pasé de ver ocho materias a 15. Me ponían a tocar hasta flauta, yo de eso no sé nada”, dice con desparpajo.

Se sentía libre cuando jugaba en Atlético Dos Quebradas o en la selección Risaralda, pero coartada en el lugar donde vivía. La acogió una familia que, aunque merecía su agradecimiento y respeto, no lograba ganarse su cariño. “Yo en mi pueblo no me mantenía en la casa, era feliz en la calle. En Pereira no me dejaban ni salir a la esquina”.

Ana María Guzmán ya luce el uniforme del Bayern Munich | Foto: @FCBfrauen

Lloraba todos los días y sus papás entendieron que el calor de hogar también le iba a aportar a su nivel futbolístico. “Mis papás hicieron el esfuerzo y se fueron a vivir conmigo”, cuenta.

A Ana María no le da pena decir que pedía plata para los pasajes, que hacía rifas, que se la rebuscaba junto a su papá y hasta aplazaba la posibilidad de comer. “Nos quedábamos a veces hasta sin una merienda porque necesitábamos la plata para el bus”, recuerda la futbolista.

Cumplió 13 y llegó a la selección Colombia, empezó como extremo y Nelson Abadía la puso de lateral derecha. Tenía la capacidad para partir desde la defensa. En su pueblo, además de jugar fútbol, jugaba voleibol, baloncesto y hasta fue porrista.

Llegó al Deportivo Pereira para tener su primera experiencia como profesional, se hizo inamovible en las selecciones juveniles, la socia ideal de Linda Caicedo. Jugó la Copa del Mundo Sub-20 en Costa Rica y fue finalista con la tricolor sub-17, que por primera vez tuvo posibilidades reales de traer a Colombia un trofeo mundial.

En la final contra España cometió un error que, aunque le generó muchas críticas, jamás la hizo dudar de su talento. Por tratar de evitar el gol de las rivales en plena final, terminó empujando el balón al fondo de la red con el pecho. “Me dio muy duro. Sé que por algo pasó y la vida me lo iba a recompensar el doble. Me volví más fuerte mentalmente”.

La popular frase de cajón “el fútbol da revancha” aplica perfectamente en Ana. Fue convocada a sus 18 años al Mundial de mayores de Australia y Nueva Zelanda, y le tocó debutar en el partido más importante. Colombia buscaba por primera vez el paso a los cuartos de final. La lateral titular Manuela Vanegas estaba suspendida por tarjetas amarillas y Guzmán asumió su rol.

Al minuto 51 del partido, la Mona recibió un balón de Leicy Santos y le hizo un cambio de frente perfecto a Catalina Usme. La goleadora histórica no falló y Ana sintió su redención.

Ana María Guzmán luego de la eliminación de Colombia en el Mundial Femenino 2023. | Foto: Jose Breton/NurPhoto

“Una elegancia, una chimba. Yo digo palabras, no con intención de ser grosera, solo que yo soy de la calle, del pueblo, y se me sale en momentos así”, explicó a SEMANA la jugadora que muchos llaman “la Rigoberto Urán” del fútbol femenino.

Su energía, su esencia, su disciplina, su capacidad, pero sobre todo su mentalidad, la tienen hoy como la primera colombiana en el Bayern Múnich y la segunda en Alemania. “Yo visualizaba mucho ese equipo. Los equipos alemanes me encantan porque me retan mucho. Fue el primer equipo que empecé a seguir en Instagram”.

Eligió la Bundesliga por encima de equipos como el Atlético de Madrid o el Chelsea, que querían a esta joven a la que le encantan los tatuajes. El día que firmó hasta 2027, anunció la apertura de su fundación Mona Guzmán Foundation. Le ilusiona jugar la Champions, pero también que los niños de pueblo o de escasos recursos tengan lo que ella no tuvo en Mistrató.