Brasil y Argentina protagonizaron este martes uno de los escándalos más bochornosos que dejaron las eliminatorias suramericanas en 2023. El partido programado para las 7:30 de la noche (hora de Colombia) en el estadio Maracaná estuvo a punto de ser suspendido a raíz de los graves disturbios que se produjeron en la tribuna sur.
Tras discusiones entre hinchas de ambas selecciones, la Policía brasileña tuvo que intervenir y lo hizo utilizando la fuerza para disipar a la mayoría de los aficionados albicelestes que se ubicaron en esa zona del escenario deportivo.
Después de los actos protocolarios, los jugadores de la selección argentina se percataron de lo que estaba sucediendo y corrieron hasta el lugar para intentar defender a sus compatriotas; sin embargo, la seguridad no les permitió acceder a las gradas más allá que Emiliano Martínez, arquero del Aston Villa, trató de golpear a uno de los oficiales para intentar frenar los golpes de bolillo.
Al ver lo que estaba sucediendo, Lionel Messi, capitán de Argentina, reunió a sus compañeros y les pidió que regresaran al vestuario como protesta ante el comportamiento que consideraban abusivo por parte de las autoridades brasileñas.
Mientras tanto, los jugadores de la Verdeamarela se quedaron en el campo esperando que la situación regresara a la normalidad y el juez central tomara la decisión de iniciar el compromiso casi media hora después de lo programado.
Lo que se desconocía hasta ahora era la reacción de Ángel Di María, uno de los principales referentes de la Albiceleste, luego de que hinchas en la tribuna occidental le arrojaran agua a la cara, tras un cruce de palabras.
El ‘Fideo’, que todavía estaba vestido con ropa de suplente, no encontró otra manera de responder al ataque que escupiendo al aficionado que lo agredió, imagen registrada en un video captado desde la propia tribuna adyacente al túnel de vestuarios.
Argentina rechaza y Brasil se defiende
Lionel Messi se refirió al respecto de los disturbios en una declaración posterior a la victoria 0-1 ante Brasil en Río de Janeiro. “Obviamente, al principio mal porque veíamos cómo le estaban pegando a la gente. La Policía, como pasó en la final de la Libertadores, otra vez reprimiendo a la gente con los palos, había jugadores que tenían familia ahí”, dijo a medios de su país.
El hecho de abandonar la cancha fue decisión de todo el grupo de jugadores, según explicó. “Creo que hicimos eso porque era la manera también de que se tranquilizara todo un poco, porque nosotros estábamos ahí y de abajo no podíamos hacer mucho y veíamos cómo le pegaban a la gente, cómo lo tiraban para atrás y podría haber pasado una desgracia”, aseguró el astro argentino.
La Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) es señalada de propiciar los disturbios al ubicar a las dos hinchadas en una misma tribuna sin barrera alguna que los separara. Al respecto afirmaron que “los planes de acción y seguridad fueron aprobados sin reservas ni recomendaciones por parte de las autoridades de seguridad pública presentes”.
“Otros partidos entre Brasil y Argentina, incluso con mayor atractivo, como la semifinal de la Copa América 2019, también se jugaron con afición mixta. No se trata de un modelo inventado o impuesto por la CBF”, aclararon.
La CBF reforzó su argumento comentando que “todo el plan de acción y seguridad fue elaborado y diseñado, considerando ya la clasificación del partido como ‘alerta roja’ y con la presencia de aficionados mixtos, tanto 1.050 guardias de seguridad privados y más de 700 policías militares de la Policía Militar de RJ trabajaron para brindar seguridad al partido”.
La Secretaría de Estado de la Policía Militar también se lavó las manos y señaló que “no hubo división entre aficionados en los sectores del estadio Maracaná, debido a la venta de entradas sin distinción entre aficionados, la cual fue definida por la organización del evento”.