Camilo Charria se fue a Estados Unidos a buscar el “sueño americano”, cansado de la pesadilla del fútbol. “Desistió porque no encontró apoyo, los equipos en los que estuvo no quisieron tenerlo más en cuenta”, dice su hermano Humberto ‘Beto’ Charria.

Como todo desengaño empieza con un gran amor, el de este jugador de 24 años, en sus inicios, se fue fortaleciendo en Real Academia Maracaneiros y en la selección Bogotá. Su pasión la demostró con 13 goles en el torneo nacional de la categoría sub-17 y tras lograr un subcampeonato le coquetearon de Santa Fe.

Con la camiseta del cardenal le marcó gol al Unión Magdalena y se destacó en el recordado partido en el que Ronaldinho se puso la piel del león en 2019. “Todo el mundo ha querido jugar al lado del mejor del mundo”, dijo Camilo al canal oficial de Santa Fe, terminado aquel encuentro el 17 de octubre de ese año en El Campín.

Sin embargo, el idilio santafereño terminó muy rápido. Harold Rivera, entrenador del equipo en ese entonces, no lo tuvo en cuenta. “Tenía en esa época competencia por ese puesto a Jefferson Duque, Michael Balanta y Federico Anselmo, quisimos que fuera a Tigres a que madurara un poco más y regresara”, dijo el exentrenador del cardenal.

Camilo Charria jugó en Santa Fe.

Tigres de la capital fue su próxima conquista. Bogotá y Real Cartagena, los rivales a los que les anotó. En la escuadra de la B fue la última vez que se le vio jugando. Desde ese club, dijeron que al joven no se le dieron las cosas y volvió a Santa Fe a terminar su contrato.

“Ni Harold Rivera, ni Jersson González lo tuvieron en cuenta, porque también estuvo probándose en el América. El presidente de Santa Fe, Eduardo Méndez, no lo dejó salir cuando lo iba a adquirir otro equipo. A mi hijo lo menospreciaron, le decían que no sabía jugar esto”, dice su papá, Humberto Charria.

A Camilo no se le abrió el arco, como se exige en su posición; la puerta, una vez más, se cerró, esta vez de manera definitiva. “No había nada más que hacer. Le dieron una plata y quedó como jugador libre”, puntualizó su padre.

Cansado de perder cada partido que se jugaba para destacarse en el profesionalismo, se fue a Estados Unidos. “Emigró para buscar trabajo, después de un tiempo le hicieron sus papeles. Se fue donde una tía, lo ubiqué en un trabajo como ayudante de bodega”, dice su hermano Beto.

Camilo Andrés Charria uno de los detenidos en la banda que robaba viviendas en Miami Dade. | Foto: El Pais

Radicado en Miami y devengando dólares, se la jugó toda por los suyos. Sin embargo, y según relatan su papá y su hermano, nunca mandó dinero de más o levantó sospechas de estar haciendo las cosas mal.

El pasado 10 de diciembre, una inesperada noticia llegó a la familia Charria. Cuando esperaban la llamada de Camilo desde el exterior, una voz al otro lado de la línea informaba de su captura por presunto robo.

“Si alguien le hubiera tendido la mano, no estaríamos en este momento. El fútbol, como la vida, es de contactos. Tal vez no nos codeamos con la gente que se necesitaba”, comentó su hermano.Según el reporte inicial, Camilo fue encontrado con cinco hombres más y una mujer ingresando a una vivienda para robar. La banda fue capturada en flagrancia. “Fue devastador, no lo podíamos creer. Camilo no ha tenido ninguna pelea, conflicto o antecedente judicial”, dijo el hermano del exdeportista.

Camilo creció en Ciudad Bolívar. Su fútbol era de calle, de barrio. Tenía ese talento que se encuentra en lugares vulnerables donde muchos de los jóvenes escapan de la violencia, los vicios y la pobreza haciendo deporte.

Muchos no saben que Camilo es hijo de un hombre que sirvió por más de 20 años como agente de la Policía. El ejemplo de rectitud fue una exigencia en su hogar. “Quedé destruido porque no fue el ejemplo que le di”, dice su papá.

Como hombre que respeta la ley, Humberto Charria no pide que a su hijo lo absuelvan. Espera por el juicio y la condena. “Tiene talento y magia. Ojalá lo rehabiliten como pasó con Wilder Medina y que pueda debutar de nuevo”, dijo.

Este futbolista y sus cómplices deberán responder ante la justicia estadounidense por cargos de hurto residencial, hurto mayor y por resistirse al arresto. Además, se les encontró un interruptor de radio para desviar las comunicaciones de la Policía y cometer el robo sin complicaciones.El fútbol le rompió el corazón a Camilo por las pocas oportunidades que le dio, pero Camilo también lo hizo con su mejor equipo: la familia.