El fútbol colombiano desde el pasado domingo abrió un capítulo que aún no termina. La manifestación que hizo la hinchada de Atlético Nacional, en especial la barra popular Los del Sur, generó un sin fin de reacciones, en donde no solo los aficionados están inmersos, sino también las directivas del equipo y hasta la Alcaldía de Medellín.
En principio, el rifirrafe que era entre el equipo y los seguidores se debía a las molestias que sentían los segundos por decisiones al interior del club que simpatizan; sin embargo, con el pasar de las horas se terminó destapando lo que sería la verdad del problema, y es que bajo la presidencia de Mauricio Navarro, para las barras bravas se había acabado la entrega de ayudas.
Esos incentivos eran una gran cantidad boletas, dinero y otros tipos de recursos que permitían ver poblada la zona norte del Atanasio Girardot. Una vez llegó Navarro, parece que no ha habido consenso para que esto continúe y allí fue donde radicó la molestia de los fanáticos para terminar saboteando el partido de hace pocos días ante América.
Al ‘baile’ en el que solo estaban Atlético Nacional y Los del Sur terminó entrando de manera inesperada Daniel Quintero, quien dijo días atrás: “No prestaremos el estadio a Nacional hasta que no se acuerden condiciones mínimas de seguridad entre barra y directivas, y que la vigilancia sea pagada por el equipo. Prefiero a los policías cuidando a la gente en las calles”.
Esa posición reacia como mandatario, se vio este miércoles débil cuando arribó a Bogotá y se puso la camiseta del club verde. De inmediato obtuvo críticas, una de ellas de César Augusto Londoño: “Sea coherente, alcalde @QuinteroCalle. Después de amenazar al presidente del verde, responsabilizar al equipo y apoyar a los violentos que sacaron a Nacional de su ciudad, Medellín, llega a El Dorado con la camiseta de @nacionaloficial para conferencia. Descaro y cinismo extremos”.
¿A qué llegó Quintero a Bogotá?
“Venimos con la misión de que vuelva el fútbol a la ciudad (Medellín). Tenemos dos retos: poner de acuerdo a dos grupos de tono beligerante: pido a la organización Ardilla Lülle que les diga a los directivos que reconozcan la importancia de un lenguaje asertivo con el equipo de la barra más grande del país, y a la barra, no usar la violencia como mecanismo para resolver las diferencias; tercero, tienen que sentarse en la mesa”, dijo a los medios de comunicación entre los que se encontraba SEMANA.
“La idea es que en la reunión del viernes logremos el objetivo final”, sumó. En tono conciliador, complementó sus objetivos de la visita, así: “Los dirigentes deben cuidar el lenguaje y las barras ser más inteligentes. Deben ponerse de acuerdo. Si una parte se porta mal, termina mal. Si logramos eso, habrá fútbol”.
Tomando el mando, dijo que el fútbol volvería a Medellín cuando él lo decidiera: “La decisión la tomo yo. Mi misión es sentar a las partes. Las dos partes se han equivocado, el que crea que la directiva no se equivocó, no se da cuenta que no fue a la mesa de seguridad un día antes del partido”.
Entre sus respuestas, también estuvo su opinión a la propuesta del presidente Gustavo Petro sobre democratizar el fútbol: “No creo necesario sea solución que resuelva este problema, ayudaría para temas de decisiones... Lo que sí sirve es trabajar con las barras”.
Sobre su cara a cara con el presidente de Nacional, cerró: “El señor Navarro a veces cree que es mi jefe... Se le olvida que Nacional es el equipo de Medellín... Va a tocar darles calmantes a las directivas de Nacional”.