Así como en el deporte convencional Ximena Restrepo consiguió ser la primera mujer y medallista olímpica de bronce en los 400 metros, en los paralímpicos otra mujer colombiana y también atleta, Martha Liliana Hernández, a quién cuando inició en el deporte paralímpico le dijeron que por ser mujer y tener discapacidad no iba a ser buena.

El 20 de mayo del 1998 en Guamal, Magdalena, nació Martha Hernández quien se considera una de las atletas más completas de la delegación paralímpica, pues tiene capacidades para correr y lanzar. Sin embargo, a los tres meses de haber nacido tuvo una meningitis neonatal que desencadenó parálisis cerebral.

La vida no fue fácil tras su dificultad en el cerebro, sin embargo pudo crecer, enamorarse como cualquier mujer y tener a quién hoy es su mayor impulso para correr y llegar lejos, Naomi, su hija. Sin embargo, la relación no funcionó y lo que un día fue su ilusión se convirtió en su mayor problema.

Antes de competir en los paralímpicos de Londres 2012, Martha se enfrentó a su excompañero sentimental y padre de su hija, quien le golpeó la cabeza en repetidas ocasiones con una piedra. Según contó Pablo Emilio Peña, su entrenador, a Señal Colombia: “ese hombre estaba obsesionado con ella y le decía que si no iba a estar con él, no iba a estar con nadie. Gracias a Dios el tema no pasó a mayores y pudo recuperarse”, puntualiza Pablo.

El machismo que soportó durante años casi la deja fuera del deporte paralímpico, pues siempre buscaron inculcarle que debía dedicarse al hogar y que en el atletismo no triunfaría tras su discapacidad. Ser mamá y ama de casa parecía ser su destino, sin embargo su cuerpo con memoria deportiva después del embarazo le recordó que estaba para triunfar en las pistas aún después de haber sufrido una periostitis tibial que la alejó o un año de las pistas, sin entrenar y sin competir. Regresó y se enfocó de nuevo en ser deportista élite. “Ella tiene algo especial que los demás deportistas de su condición no poseen: una sorprendente velocidad para retomar el nivel necesario de competencia. La veía esforzarse en cada ejercicio y eso resulta gratificante”, expresó Peña.

Su vida ha transcurrido entre los escenarios deportivos y la educación de Naomi a quien llevaba a los entrenamientos y tomaba una pausa obligatoria para alimentarla. La pañalera fue su mejor morral para guardar sus implementos deportivos: “al principio se le hacía difícil alejarse de mí cuando iba para alguna competencia, pero siempre se ha sentido orgullosa de mí, más al ver que en todos los periódicos y todas las noticias salían cosas sobre mí, ese amor me inspira a seguir luchando por un objetivo”, mencionó Martha al comité paralímpico colombiano.

Todo su proceso deportivo la ha llevado a competir en los mejores escenarios de Para Atletismo del mundo, además probando suerte en dos modalidades, en la pista corriendo y en el campo lanzando ha conseguido logros deportivos que la han hecho vestir los colores de Colombia en múltiples ocasiones.

A Brasil 2016, en Rio de Janeiro llegó a luchar con los fantasmas del pasado, tantos “no” que escuchó, los miedos que se acumularon en su principal rival a vencer, su propio cerebro donde está el origen de su discapacidad que la dejó además sin movilidad de su lado derecho produciéndole temblores, nervios y movimientos involuntarios: “Psicológicamente, sientes que no puedes, que te va a dar algo. Piensas: ‘Me voy a caer, no voy a dar la zancada bien’. Puedes estar bien y de un momento a otro convulsionar”, cuenta Martha a la periodista Maria Gabriela Méndez.

Sin embargo en esa pista de Brasil corrió con todas sus fuerzas en los 100 metros planos. Fueron 14,71 segundos de velocidad y fortaleza mental en los que olvidó todo todo lo sufrido para ser recordada como la primera colombiana en lograr una medalla paralímpica.