Clarke hizo el par del campo (70 golpes) para conquistar el primer 'major' de su vida. Solo un último 'bogey' en el hoyo 18 le impidió igualar un registro interesante: desde Tiger Woods, en 2000, nadie había sumado en el Open cuatro tarjetas por debajo del par. Irlanda del Norte, el país más pequeño de los que componen el Reino Unido que no llega a los dos millones de habitantes, vuelve a estallar de júbilo por tercera vez y en poco más de un año por los éxitos de uno de sus golfistas. Graeme McDowell, de 31 años, ganó en 2010 el Open estadounidense. Rompió una sequía para Irlanda del Norte en los 'majors' que duraba 63 años. Portrush, la ciudad natal de 'GMac', estalló de júbilo durante días. Solo un año después, el pasado mes de junio, otro golfista de una generación más reciente, Rory McIlroy (22 años), sucedía en el palmarés a 'GMac'. A la fiesta en Belfast acudió Clarke, el más veterano, pionero y mentor de sus dos compatriotas. "En aquella fiesta por McIlroy mucha gente me dijo que ahora era mi turno", comentaba incrédulo Clarke tras la segunda ronda del viernes del Open en el Royal St.George, en la que alcanzó el liderato del torneo. Y ese turno le llegó merecidamente a Clarke, tras una jornada final en la que lidió primero con el fuerte viento, a continuación con el arranque meteórico de Phil Mickelson -seis abajo en los diez primeros hoyos- y finalmente con el ascenso de otro estadounidense, Dustin Johnson, que después se diluyó. Clarke, para contrarrestar la efectividad de Mickelson, tuvo el acierto de embocar un "eagle" en el hoyo 7 cuando, además, arreciaba el viento y el zurdo de San Diego le empataba. Johnson, su compañero de partido, asistió atónito al "putt" trascendental. El final de la historia parecía escrita. Clarke ganó con 5 abajo, con tres de ventaja sobre Mickelson y Johnson, ambos igualados en la segunda plaza. El norirlandés alzó con los brazos su sueño más preciado como jugador de golf, la Jarra de Clarete, mientras caía sobre el campo una fina lluvia. Alguien además de Clarke parecía que "lloraba" desde el cielo. Miguel Ángel Jiménez, el español que partía con opciones, se vio arrastrado por el viento para firmar 78 golpes (+8). Acabó vigésimo quinto, mientras Sergio García, tras una excelente última vuelta de 68 golpes aunque exenta de presión (no optaba al título), logró meterse en el 'top-ten' del torneo. Desde Fred Daly, en 1947, ningún otro norirlandés había conseguido conquistar el Open Británico. El nuevo y renacido Clarke tiene ya razones más que sobradas para justificar su última "inversión" profesional y personal. La ayuda que el psicólogo Bob Rotella ha prestado a Clarke en las dos últimas temporadas, su traslado de residencia de Londres a Portrush, en Irlanda del Norte, para estar más cerca de sus hijos; su pegada magistral de bola baja contra el viento y un nuevo amor, Alison Campbell, tras la muerte por cáncer de mama de su esposa Heather en 2006 han obrado el milagro. Clarke, el golfista que no se dejó intimidar por Tiger en el Mundial de 2000, ha logrado ganar el Open. "Ha sido clave para poner mi vida de nuevo en orden", dijo Clarke sobre su novia Alison, ex 'miss' Irlanda del Norte y a quien conoció en una cita a ciegas organizada por McDowell. Rotella, un reputado psicólogo deportivo estadounidense que esta semana ha viajado hasta el Royal St.George, también tuvo mucho que ver en el cambio de actitud de Clarke. El norirlandés estuvo más de tres años con un juego oscuro y sin triunfos. El pasado 15 de mayo rompió la racha al vencer en el Iberdrola Mallorca. Clarke también se aprovechó de su manejo en un 'links'. Al mudarse de Londres se ha entrenado con frecuencia en el Royal Portrush, un gran 'links'. En su decimonovena participación en un Open, Darren Clarke olvidó su segundo y frustrante segundo puesto en 2007, en el Royal Troon, para hacer realidad su gran sueño y quebrantar el de los apasionados norirlandeses por segunda vez en menos de un mes saldrán a los bares a celebrar que Irlanda del Norte tiene un nuevo campeón. EFE