Niki Lauda era el amo y señor de la Fórmula 1 en 1976. El corredor austriaco venía de lograr el campeonato en el año anterior y se había quedado con el triunfo en cinco de las nueve carreras que había disputado en esa temporada. Todo indicaba que esta buena racha del estelar corredor de la escudería Ferrari, que falleció a sus 70 años el pasado lunes, iba a continuar en el circuito alemán del Nurburgring. Había batido todos los récords en los entrenamientos privados y su auto era muy superior al de todos sus rivales. Pero todo iba a cambiar debido a la lluvia. Antes de la carrera había llovido por lo que todos los pilotos apuntaron a usar llantas para lluvia, menos Jochen Mass, pero las condiciones cambiaron rápidamente y en la primera de vuelta los corredores ingresaron a los pits para cambiar sus neumáticos. Puede leer: Muere Niki Lauda, mítico campeón mundial de Formula 1 Tras la confusión generada por la modificación, los corredores salieron muy agresivos intentando recuperar posiciones, incluido Lauda. Cuando el austríaco iba a 240 kilómetros por hora y estaba tomando la curva Bergwerk, perdió el control de su Ferrari 312T2, que se salió de la pista estrellándose contra la barrera de acero.

Luego se conocería que fue un problema de suspensión lo que generó el incidente. Debido al  golpe explotó uno de los depósitos de combustible incinerando el interior del vehículo con Lauda adentro. Como si fuera poco fue chocado por Harald Ertl y Brett Lunger, que no alcanzaron a verlo por lo cerrado de la curva. Los equipos de auxilio estaban lejos. Los encargados del rescate fueron los pilotos, que se bajaron de su bólido para salvar a su compañero. Entre ellos estaban el británico Guy Edwards, el estadounidense Brett Lunger, el alemán Harald Ertl, el italiano Arturo Merzario y el francés Jacques Laffite. El piloto austriaco quedó inconsciente y su casco no lo había protegido porque había salido volando durante el choque. Las llamas le afectaron su cara y las muñecas generándole quemaduras de tercer grado. Además inhaló gases tóxicos que salían desde el carro durante varios minutos. El estado de Lauda era tan grave que debió ser trasladado en helicóptero al Hospital de Koblenz y posteriormente a la mejor clínica de trauma en Europa ubicada en Ludwigshafen. Le recomendamos: Qué se sabe de Michael Schumacher, cinco años después de su accidente Los médicos consideraron que su estado era tan complicado que le pidieron a un sacerdote que le hiciera la extremaunción, un sacramento católico para las personas que están por morir. Contra todos los pronósticos, Lauda sobrevivió pero perdió su oreja y quedó desfigurado con marcas irreversibles producto de las fuertes quemaduras. Mientras tanto, el británico James Hunt se había quedado con la victoria de la etapa en el circuito alemán y surgía como el gran favorito para imponerse en el campeonato. La gran sorpresa se produjo seis semanas después, cuando Lauda – todavía vendado y recuperándose de sus quemaduras-, reapareció para correr el gran premio de Italia. En este fin de semana llovió, retando la confianza del corredor que había estado al borde de la muerte en una situación parecida. Finalmente, el as de Ferrari terminó cuarto en una de las actuaciones más impresionantes de la historia de la Fórmula 1. Lauda aceptó más adelante que lo más difícil no había sido el dolor de las quemaduras sino la falta de confianza debido al temor de volver a protagonizar un accidente así de grave. “Cuando volví, en realidad estaba muerto de miedo. Aterrorizado. Vomitando. Tener miedo es algo intolerable y me dije que no podría conducir en estas condiciones. Así que esperé a que el coche arrancara y comencé a manejar. Después ya no fue tan difícil, lo peor había quedado atrás. Había cruzado el umbral”, admitió el austríaco tiempo después. En el circuito estadounidense de Watkins Glenn, Lauda volvió a tener una buena actuación siendo cuarto y la definición del título iba a ser en Japón. En tierras niponas, la lluvia volvió a ser protagonista y obligó al retraso de la carrera. Pese a que Lauda pidió no correr en estas peligrosas condiciones, su petición no fue aceptada. Después de dar solo una vuelta, el austríaco decidió bajarse del auto y decir adiós a la posibilidad del título. Finalmente, el ganador del campeonato fue para el playboy James Hunt, quien protagonizó una rivalidad con Lauda que fue llevada magistralmente al cine por Ron Howard en la película Rush. El austriaco lograría el título en 1977 y en 1983 convirtiéndose en uno de los automovilistas más importantes de la historia. Le puede interesar: "Hay que soñar en grande porque nada es imposible cuando uno trabaja duro": Tatiana Calderón Con sus ganancias, Lauda  invirtió en el sector de la aeronáutica y tuvo varias aerolíneas. Además nunca se desligó de la Formula 1 y en los últimos años fue consultor de Mercedes, escudería que ha dominado en el último lustro la gran carpa de la velocidad. Una impresionante historia que muestra el tesón y el amor del deporte de un piloto que vivió y murió por el automovilismo.