Andrés Guardado, jugador internacional de México, tuvo en sus pies una decisión que lo pudo depositar para siempre en el Olimpo del fútbol. Minuto 90, injusto penal a favor, el mundo observándolo, todo por definirse. Decidió. Hizo lo más lógico. Si quieren, lo más fácil: se plantó, bajó la mirada y cumplió con el trámite. Gol. México tenía otra vida en la Copa Oro. Guardado empató el partido que su selección tenía prácticamente perdido ante una aguerrida Panamá. La situación para Guardado era más que compleja. Era apremiante. En sus pies tenía el resultado deportivo para su Selección. México siempre llega a la Copa Oro con la obligación de ganar, sin excusas, ni cuentos. Para los aztecas ganar esta Copa muchas veces ha sido un mero trámite, pero en esta edición ha sido un suplicio. Con las pulsaciones a mil, Andrés Guardado tenía que decidir, y se fue por el camino fácil. Tan pronto terminó el escandaloso partido que le dio la victoria a México sobre Panamá (que dicho sea de paso dio una muestra de coraje también histórico) un periodista le preguntó al jugador si consideró la posibilidad de fallar el cobro. La lacónica respuesta le dio la vuelta al mundo y abrió un interesante debate en las redes sociales. “Me pasó por la cabeza fallar el penal, pero recordé cuando me ha tocado estar del otro lado y los rivales no se tocan el corazón”, sentenció Guardado. Es difícil refutar la respuesta y la actitud de Guardado. Por un lado, el fútbol de alta competencia es una trituradora que sólo recuerda a los ganadores. No hay medias tintas. Sólo hay dos opciones: ganar o ganar. No importa cómo. El tema de fondo es que si se extrapola a cualquier otra situación o tema coyuntural, la conclusión es que el miedo a perder, el miedo a ser segundo, puede más que la ética o los valores que se muestran. Por otro lado, el volante tenía la responsabilidad con sus compañeros, con su cuerpo técnico y por qué no con buena parte de su país futbolero que a pesar de las circunstancias quería ver a su selección en la final de una copa que entrega un cupo directo a la Copa Confederaciones que se juega un año antes del Mundial. El reconocido periodista mexicano, David Faitelson, reflexionó sobre este tema. “El futbol tuvo anoche una maravillosa oportunidad de aportar su "granito de arena", con otro tipo de ideales y de sentidos a un país que lucha afanosamente por resarcir su imagen internacional de tramposo y corrupto. No lo hizo”, publicó. Por su parte la psicóloga Romina Plataroti, explicó que, “aunque depende de cada deporte, en general se considera que si no ganas la medalla de oro o el campeonato del mundo, no sirves, pero en lugar de tomarlo de manera dramática, es necesario entender que siempre hay grises, matices a considerar". Lo cierto es que la presión por ganar y cierto exitismo lleva a los deportistas de alto rendimiento a perder los escrúpulos y la noción de justicia. En este sentido, Plataroti indicó que un deportista "puede tener una preparación impecable física y deportiva impecable, pero muchas veces no puede absorber la presión del entorno y la sociedad y eso puede ser determinante”. Ahora, tampoco se puede reducir el debate al linchamiento público de México o Guardado. El fútbol siempre ha sido un deporte injusto. De hecho, el factor equivocación muchas veces transformó a este deporte en una cuestión casi mitológica. Lo que cambió fue la repercusión. La volatilidad de las redes sociales y el fanatismo por opinar han llevado a la opinión pública a la ya típica persecución mediática. Es cierto, Guardado tuvo una oportunidad histórica, pero la equivocación y las sospechas deben recaer sobre el árbitro norteamericano Marcos Geigger que tuvo una noche para el olvido y tendría que responder si sus equivocaciones fueron un error humano, que guste o no es parte de un juego como el fútbol, o si su actuación estuvo condicionada por la organización del torneo que usualmente le da relevancia a los mexicanos que llenan estadios y prenden televisores. Lo cierto es que el próximo domingo México disputará la final de la Copa Oro ante Jamaica y muy posiblemente será primero, pero en la retina de todos los aficionados no será el mejor. La pregunta es ¿usted habría fallado el penal?