Los medios y los hinchas culés creían en los milagros, pero este miércoles no sabían a qué santo en comendarse. El FC Barcelona, durante años considerado el mejor equipo del mundo, llegó golpeado a Madrid a enfrentarse —como no— con su eterno rival. Y aunque dicen que en la vida no existen las coincidencias, lo cierto es que fue el Real Madrid el que le dio la estocada final.El Barcelona tenía que hacer tres o cuatro goles y no hizo ni uno. Al final, los blaugranas jugaron 180 minutos contra el Real Madrid y solo anotaron una vez, con polémica incluida. Y lo peor: su rival no jugó con el equipo de gala. Cristiano Ronaldo sancionado, Gareth Bale lesionado, Tony Kroos de descanso. Al final, el equipo merengue se llevó la Supercopa y se llevó las medallas a casa.
El FC Barcelona cayó 5-1 en el global contra el Real Madrid por la Supercopa española. Foto: Real MadridEl equipo que desde la era Guardiola parecía invencible, se vio perdido, confundido y recordó la pálida presentación que tuvo en mayo en Turín, cuando fue eliminado por la Juventus de la Champions League. La decadencia se mostraba en su impotencia. Ese equipo en el que los jugadores funcionaban como un reloj ya no daban la hora.Le recomendamos: El Barcelona renueva a Messi hasta 2021Hoy el Barcelona es el equipo de Messi. Nunca ha dejado de serlo, pero la versión de las últimas temporadas ha evidenciado a un equipo desorientado, sin el juego colectivo que lo hizo famoso y que confía que una genialidad del argentino los salve. Los blaugranas, ejemplo perfecto de lo que era un equipo, se convirtieron en lo que siempre criticaron de su eterno rival.Las cosas no andan bien en Cataluña. Si en el campo no funcionan, en los despachos todo es peor. Los hinchas culés vieron cómo el jugador que estaba destinado a relevar a Lionel Messi tomaba un vuelo sin regreso hacia París. Los fichajes no llegan, el técnico Ernesto Valverde no convence y la afición está impaciente.El que fue considerado el mejor equipo de la historia se ha vuelto un conjunto de individualidades esperando un milagro. Entre las directivas del club y el ex entrenador Luis Enrique se cargaron una obra de arte, cada uno desde su propia oficina.Cuando el Barcelona fue el modelo a seguir en el fútbol, acaparando todo tipo de elogios por su estilo y filosofía como institución, se hacía referencia a un estilo único de juego basado en el aporte de jugadores criados en su propia academia de fútbol, la Masía.En la final de la UEFA Champions League del año 2011, quizás la mejor exhibición del equipo dirigido por Pep Guardiola, el entrenador culé alineó a siete jugadores que hicieron parte de las divisiones inferiores del club: Víctor Valdés, Gerard Piqué, Xavi Hernández, Andrés Iniesta, Pedro Rodríguez, Sergio Busquets y Lionel Messi.
De izquierda a derecha: Eric Abidal, Pedro, Javier Mascherano, Sergio Busquets, Piqué, Víctor Valdés. Fila de abajo: Lionel Messi, Dani Alves, David Villa, Andrés Iniesta, Xavi Hernández. Foto: AFPSeis años después, y aunque es verdad que en lo deportivo todavía están cuatro de ellos, los efectos del tiempo se han sentido. La plantilla del Barcelona hoy supera en promedio los 30 años de edad y los jugadores que acompañan a esa base de la cantera no han estado a la altura de las circunstancias.Le puede interesar: Los cinco mejores goles de Messi con el BarcelonaEl Barcelona ha visto cómo desde la salida de Pep Guardiola en 2013 y la prematura muerte de quien estaba destinado a ser sucesor, Tito Vilanova, se han ido erosionando las fundaciones que le daban forma al equipo. Malas decisiones, fichajes equivocados, dinero desperdiciado. “El Barcelona se convirtió en el Real Madrid”, decía a modo de broma un periodista del diario El País. Y sí.El equipo modelo, que se vanagloriaba de un proyecto deportivo a largo plazo se había convertido en lo que siempre criticó: Un equipo apaga incendios, que con soluciones temporales se ha mantenido a flote, pero que no han sido la solución a largo plazo. Desde la salida de Guardiola, el Barcelona ha gastado aproximadamente 489 millones de euros en 20 jugadores y han sido más los fracasos que los éxitos en la política de fichajes. Algunos como Jordi Alba (14M), Rakitic (18M), Ter Stegen (12M) y Neymar (58M) han justificado su valor, mientras que otros como Arda Turán (35M), André Gomes (35M), Mathieu (20M) y Vermaelen (18M) han dejado mucho por desear.
Los fichajes de Mathieu y Vermaelen han sido muy cuestionados por su alto precio. Foto: GettyLos títulos, sin embargo, siguieron llegando, aunque no con la misma claridad de años anteriores. Luego de una pálida temporada con el director técnico argentino Gerardo Martino, la llegada de Luis Enrique al banco blaugrana llenó de optimismo al pueblo culé. Messi, Suárez y Neymar marcarían el camino y conseguirían un triplete. Y aunque se cansaron de hacer goles, no fue tan espectacular como el conseguido en el 2009 por Guardiola.Puede leer: Messi, Suarez y Neymar, el adiós a una de las mejores asociaciones de la historiaEl entrenador consiguió nueve títulos desde que se sentó en el banquillo del Camp Nou hace tres años, pero la mayoría de sus detractores aseguran que eso fue gracias a la MSN, que por su habilidad como estratega. Según sus críticos, Luis Enrique sacrificó el colectivo por la genialidad de los de arriba. Y cuando falló el plan A -darle la pelota a los de arriba- no hubo alternativa para conseguir el resultado.En cuanto a las ventas, el equipo blaugrana se ha desprendido de jugadores que hoy son clave en sus respectivos equipos. Nombres como Victor Valdés, Cesc Fabregas, Pedro, Alexis Sánchez y Thiago Alcantara hicieron parte alguna vez de la plantilla blaugrana, pero por diferentes razones fueron vendidos por la directiva confiando quizás que era lo mejor para el equipo.Pero volviendo al partido de la Supercopa de España tal parece que esas decisiones son las que le han cobrado factura al Barcelona. Mientras el Real Madrid se daba el lujo de prescindir de varios de sus jugadores titulares, en Barcelona la sensación era de escasez. El Madrid tiene de todo y en abundancia. El Barca… tiene a Messi. Pero con Messi ya no es suficiente. El mejor equipo del mundo ya no tiene los colores azul y grana. Como diría el rey del Despecho: “nadie es eterno en el mundo”.