Caterine Ibargüen, la atleta colombiana más importante de la historia de los Juegos Olímpicos, se despidió de las justas en Tokio 2020. La deportista urabeña cerró su último ciclo olímpico en el salto triple, prueba donde ganó la medalla de plata en Londres 2012 y el primer oro para Colombia en el atletismo en Rio 2016.

En su primera oportunidad de la final en Tokio, la colombiana arrancó con un salto de 14,25 metros, con el que logró marcar un registro válido en la competencia.

En el segundo intento, Caterine logró registrar un salto de 14,01 m. sin superar la marca que había logrado en su oportunidad inicial.

En su última chance en las tres primeras rondas en la que iba a darse un corte de ocho atletas, Caterine tuvo un salto de 14,19 con el que no mejoraba lo logrado desde su primer intento.

A esta altura, la colombiana era octava y necesitaba que sus rivales no superaran su marca para tener la oportunidad de los tres saltos finales de las ocho mejores competidoras.

Sin embargo, Caterine fue superada por las jamaiquinas Kimeberly Williams y Shanieka Rickets en su último intento y no pudo estar en la última fase de la final.

La colombiana finalizó décima en la prueba con su mejor marca, que fue de 14,25 m.

Para Caterine fueron cuatro Juegos Olímpicos con Atenas 2004, Londres 2012, Rio 2016 y Tokio 2020.

La cuenta oficial de las justas publicó un emocionante video en homenaje a la colombiana, en el que recordó su debut cuando compitió en salto alto y luego fue avanzando hasta sus medallas en el salto triple.

Además, la colombiana fue tres veces campeona mundial y en 2018 fue elegida por la IAAF, la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo como la mejor atleta del mundo en ese año.

Solo así podía terminar una temporada perfecta. No solo porque ganó las tres coronas del salto triple del año, en la Liga Diamante, en la Copa Continental y en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, sino también porque logró algo inusual: también triunfó, en los mismos tres torneos, en salto largo, una disciplina totalmente diferente a la que había dominado hasta ahora. Esos tres dobletes la pusieron por encima de todas las demás.

Así fue su gran carrera

Comenzó su vida deportiva en Apartadó, Urabá antioqueño, donde nació en febrero de 1984. Primero en las competencias del colegio, donde, como suele contar, se sentía acomplejada por el tamaño de sus piernas y por ser más alta que sus compañeras. Allí el entrenador Wilder Zapata le puso el ojo y comenzó a entrenarla. Participó en carreras de 75, 100 y 200 metros, y en relevos. Le iba tan bien que llegó a representar a su departamento en los Juegos Intercolegiados, en los que ganó sus primeras medallas.

A sus 14 años, su mamá y su entrenador la mandaron a Medellín, decididos a convertirla en una atleta de alto rendimiento. Mauricio Mosquera, quien estuvo al frente de Indeportes Antioquia de 2013 a 2016 y conoció de cerca su proceso, cuenta que tenía tanto talento que el departamento decidió saltar una norma implícita y siendo menor de edad la aceptaron en la villa olímpica –donde les ofrecen alojamiento, alimentación, subsidios para sus familias y entrenamiento–. Y aunque al inicio extrañaba a su casa, a su abuela (con quien vivió mucho tiempo debido a la separación de sus padres) y a sus amigos, se acostumbró a la vida de atleta.

Allí entrenaba tres disciplinas en las que ya se había destacado en sus años de colegio: salto alto, salto largo y salto triple. Su entrenadora, la cubana Regla Sandino, le dio las primeras nociones para convertirse en una atleta profesional y le inculcó la disciplina que la caracteriza. Ella aún la recuerda con cariño y dice que era terca, irreverente y muy fuerte mentalmente: “Nunca se conformaba y siempre quería ganar”.

Tal vez por eso se frustró tanto cuando no pudo clasificar a los Juegos Olímpicos de Beijing, en 2008. Para ese momento se había especializado en salto alto y ya había roto la marca nacional. Además, había ganado el título en un campeonato sudamericano de atletismo, una medalla de oro en los Bolivarianos de 2001 y había participado en los juegos de Atenas 2004. Pero no pudo repetir su presencia en la máxima competencia deportiva cuatro años después. Le dio tan duro que pensó en retirarse del deporte.

El entrenador Ubaldo Duany, otro cubano que la conocía de tiempo atrás, le dio la oportunidad de replantear su vida. Le propuso irse con él a entrenar a Puerto Rico, donde además podía estudiar una carrera profesional. Pero le pidió enfocarse en salto triple, pues le veía mucho potencial en esa disciplina. Así lo hizo: comenzó a estudiar enfermería y a prepararse para esa especialidad.

En 2013 se graduó de enfermera y desde 2011 ha venido triunfando en su nueva prueba atlética: ese año ganó medalla de bronce en el campeonato mundial de atletismo y ganó oro en el campeonato sudamericano y en los Juegos Panamericanos de Guadalajara. Un año después consiguió una medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Londres, y en 2013 fue campeona mundial, en Moscú.

Ahí vino su mejor racha: un invicto de 34 triunfos en la Liga Diamante que solo perdió en junio de 2016. Pero meses después volvió a lo más alto, y de qué forma: ganó la medalla de oro en los Olímpicos de Río de Janeiro, la presea más significativa para Colombia en la historia.

Yulimar Rojas, la nueva reina

La granadora del oro fue Yulimar Rojas, que logró romper el récord mundial con un salto de 15.67 metros, superando la marca de Inessa Kravets , que tenía 26 años vigente, con 15.50.

Yulimar demostró que estaba en otro nivel desde su salto inicial. La venezolana hizo el récord olímpico desde su primer salto, con 15,41 metros, muy lejos de lo que podía hacer Caterine.

Fue hasta su sexto y último salto que la venezolana cumplió su meta de batir el récord mundial y se convirtió en la primera mujer de su país en conseguir un oro olímpico.

Rojas, de 25 años y que tenía una mejor marca personal de 15,43 metros antes de la final, mejora en 17 centímetros la anterior plusmarca, que había establecido la ucraniana Inessa Kravets con 15,50 metros en el Mundial de Gotemburgo-1995.

La plata en Tokio-2020 fue para la portuguesa Patricia Mamona (15,01 metros) y el bronce para la española Ana Peleteiro (14,87 metros), ambas con sendos récords de sus países.

Yulimar Rojas, plata hace cinco años en Rio-2016 por detrás de Caterine Ibargüen (37 años), sucede a la estrella colombiana, que fue décima este domingo con apenas 14,25 metros, en el palmarés olímpico en esta prueba.