Este jueves 29 de febrero, Fluminense de Brasil midió fuerzas con la Liga de Quito por el partido de vuelta de la gran final de la Recopa Sudamericana. El duelo de ida había terminado 1 a 0 a favor del club ecuatoriano, por lo que el ‘Flu’ tenía la obligación en propia casa de darle vuelta a la historia.
Y bien, lo que muchos pensaban se terminó dando. Fluminense pudo darle vuelta a la historia. El compromiso terminó finalizando 2 goles a 0, en el global 2 a 1. Los únicos tantos del cotejo fueron obra del extremos colombiano Jhon Arias.
Campeones de la Copa Libertadores de 2023, los hombres que dirige el exseleccionador brasileño Fernando Diniz se desquitaron del rival, vencedor de la pasada Sudamericana, que los privó de sus primeros trofeos internacionales.
El Rey de Copas del Ecuador, entrenado por el español Josep Alcácer, ausente en la raya debido a un inconveniente en la homologación de la licencia de DT, los derrotó en las finales de la Libertadores 2008 y de la Sudamericana 2009.
Aunque esta vez apenas mostraron los dientes, en el primer tiempo supieron incomodar a un ‘Flu’ muy previsible: posesión de pelota de hasta del 80% e intercambios constantes de posiciones de sus jugadores, pero sin que la posesión ni el control territorial se transformaran en una amenaza constante sobre el arco de Alexander Domínguez.
El experimentado portero mundialista fue inquietado en cuatro ocasiones, pero en todas respondió a la altura, especialmente en la más peligrosa: un cara a cara atropellado con Martinelli, en el minuto 11, que el volante malogró al direccionar el disparo al cuerpo del guardameta.
Volcado a mantener la ventaja lograda en la altura quiteña, una apuesta reforzada al alinear a tres mediocampistas de marca en sacrificio del veloz Jhojan Julio, Liga buscó el contragolpe aprovechando la rapidez de Luis Estupiñán por la banda izquierda rival, custodiada por Felipe Melo y Diogo Barbosa, reemplazo de Marcelo, preservado para el segundo tiempo.
Sus arrancadas preocuparon a una ‘torcida’ que acompañó masivamente a su equipo (61.217 espectadores) y que veía a sus once representantes vulnerables en la defensa, un mal que ha opacado el libreto ofensivo de Diniz.
Entre las pifias constantes de Felipe Melo y la necesidad de emparejar la serie, el exseleccionador brasileño metió la mano temprano: ingresó a John Kennedy, ausente en la ida por sanción y autor del tanto del título contra Boca, por el experimentado zaguero.
El prometedor atacante despabiló a sus compañeros, más incisivos entonces sobre la puerta de Domínguez. Ganaron aún más terreno con el ingreso de tres hombres de perfil ofensivo y jerarquía: Douglas Costa, Marcelo y Renato Augusto.
Los movimientos tuvieron recompensa a través de un arma de la cual por momentos parecieron abusar: los centros. Samuel Xavier levantó desde derecha una bola y Arias entró solo para cabecear al palo lejano de Domínguez.
El júbilo, sin embargo, fue agridulce, pues perdieron a un hombre para la recta final del juego, John Kennedy. Pero, a pesar de la inferioridad numérica, siguieron buscando el área contraria hasta hallar el tesoro.
Tras un pase de Douglas Costa, Renato Augusto se adentró en las 18. El mediocampista Jefferson Valverde lo atropelló y el juez pitó penal. Arias, con frialdad, cobró alto, a la derecha de Domínguez, quien adivinó la dirección pero nada pudo hacer ante un disparo de triple valor: gol, título y desquite.
*Con información de AFP.