“Estábamos a cinco minutos de despegar, disfrutaba de una hamburguesa. Me sonó el teléfono y era la novia de mi hermano, gritaba: Jore, Jore mataron a Paulo”, contó entre lágrimas a SEMANA Jorelyn Carabalí, recordando el momento en el que se enteró de que habían asesinado a su hermano, Paulo Andrés Carabalí. Una voz desgarradora al otro lado de la línea se tornó en llanto y la contagió por completo.
“Yo lo que hago es tirar el celular y empezar a gritar. Estaba en Shock”, relata la defensa central de la Selección Colombia.
La trágica noticia se la dieron justo cuando iba a despegar del territorio en el que fue mundialmente feliz y con sus compañeras le dieron una satisfacción enorme al país. En Australia y Nueva Zelanda, Jorelyn disputó su primera Copa del Mundo y lo hizo estando a la altura, no precisamente por su talla, sino por la calidad de su fútbol. Incluso, la prestigiosa Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol (IFFHS), la eligió como la única colombiana en el once ideal del torneo.
Sin embargo, parece que la vida se ensañara en darle una satisfacción acompañada de un golpe al alma. Es el tercer familiar que pierde mientras es profesional del balompié femenino.
“Yo decía, otra vez no, otra vez no, otra vez no”, una súplica que llegó desde la memoria. Cuando Jorelyn estaba en el Atlético Huila, asesinaron a otro hermano. El año pasado murió su sobrino, el hijo de Paulo Andrés.
El avión se devolvió al punto de parqueo. La doctora de la Selección Colombia le dio un tranquilizante. “Tuve que viajar prácticamente dopada y al lado de mi compañera Daniela Caracas. Me enviaron mucho más rápido a casa desde Chile”.
Pasó de la euforia por un logro histórico en una cancha de fútbol, a un sepelio de su ser querido. El reencuentro familiar, a diferencia de sus compañeras, no fue en el Movistar Arena en medio de fiesta y concierto. Tampoco en su barrio, con sus vecinos expresando todo el orgullo por ella.
El duelo, hoy lo vive en Brasil muy lejos de los suyos. Sus compañeras del Atlético Mineiro la recibieron con detalles y le ofrecieron su compañía. Sin embargo, ella en su soledad se pregunta: ¿cuántas pruebas más de este calibre tiene que pasar?
“A veces me siento y me pregunto ¿cómo hago? soy una mujer fuerte y valiente, gracias al ejemplo de mi madre, mi abuela, mis tías. Pero también la fuerza viene de Dios. En las pérdidas que he tenido me ha rodeado el fútbol”, relató.
Es precisamente el deporte que practica desde pequeña, por el que dejó el microfútbol. El que se fijó como meta entrenar en la Escuela Sarmiento Lora de Cali, después de escuchar un comercial en la radio, el que la llevó a ser campeona con el Deportivo Cali, el que le da sentido a una vida de resiliencia.
Sus seres queridos que ya no están y la oración, le dan la fuerza desde arriba necesaria para continuar. En tierra, ella quiere encargarse de enorgullecerlos, pero también de aclarar que la versión entregada por parte de la Policía Metropolitana de Cali sobre su hermano y el negocio del ´gota a gota´ no corresponde a la realidad.
“Fue una situación absurda. Me enteré de que ellos habían tenido un encuentro antes, cosas de jóvenes. El pelado llegó a la zona a discutirle a mi hermano y buscar problemas. Mi hermano y sus amigos trataron de tranquilizarlo. Respondió que él no pelea a puños y fue por el arma y lo mató”.
Jorelyn Carabalí clama por justicia, que el caso, como el de su primer hermano, no quede en la impunidad. El asesino de Paulo sigue libre, su familia necesita tener garantías de seguridad. “Yo no lo conozco, pero en el barrio donde vivimos parece que saben quién es. La Fiscalía no se ha pronunciado con la captura del joven”.
En un metro y 70 de estatura hay más que potencial de una defensa central. Hay carácter y valentía de una mujer a la que un día le dijeron que no volvería a jugar fútbol por una fractura de fémur y que hoy la llaman desde equipos europeos. Sueña con jugar en el Real Madrid, pero a donde llegue Jorelyn Carabalí llevará su talento, el orgullo de su familia presente y la fuerza de los que ya no están.