El halcón es el animal nacional de Qatar, y por esa razón tiene una vida de reyes, o mejor decir de jeque. Para estos animalitos no solo hay una atención veterinaria especializada, sino que incluso les realizan trasplante de plumas, en un procedimiento estético de máximo cuidado. Incluso les permiten subirse a la cabina de los aviones. Juan Diego Alvira le cuenta estas y otras curiosidades en Qatar, la sede de la copa del mundo.

Ya es tradición y lo asume casi como un ritual. Cuando Juan Diego Alvira llega a un hotel suele saltar en la cama varias veces y esta vez no fue la excepción. La diferencia, claro está, es el nivel de lujo del hotel en el que se está hospedando. Cada habitación parece en realidad un apartamento. Tiene lavadora, secadora, dos baños, una pequeña sala y una habitación de Reyes.

A Juan Diego le correspondió el piso 25, que tiene una hermosa vista hacia la bahía de Doha, pero que curiosamente no es ni de cerca uno de los pisos más altos, teniendo en cuenta que la zona está llena de rescacielos. En los pasillos y en el lobby juegan todo el tiempo con la iluminación, lo que genera un toque de modernidad y lujo impactante. En los pisos es usual encontrar finas alfombras.

Las vías, ni hablar. Son de cuatro carriles y los carros normalmente se desplazan a una velocidad que oscila entre los 50 kilómetros por hora, en las ciudades y 120 kilómetros por hora en las autopistas. El metro es muy lujoso y prácticamente nuevo, pues tiene apenas dos años de construido y tiene la capacidad de transportar a los hinchas del fútbol a cinco de los ocho estadios que fueron construidos para los partidos. La realización del mundial de fútbol trajo para Doha un nivel de desarrollo impresionante.

Otro de los datos descrestantes de la sede de la Copa del Mundo, es que de los 2.900.000 habitantes que tiene el país, que es muy pequeño en extensión, solamente 300.000 son qataríes, pero ninguno es pobre. Es más: todos son ricos, tienen muchísimo dinero, producto de los negocios relacionados especialmente con el carbón y con el gas.

El otro dato impresionante es que quienes se ganan un salario mínimo en Qatar, reciben 500 dólares de remuneración mensual, eso equivale a unos 2.500.000 pesos en Colombia. Y no solo eso: el Estado asume el costo de la alimentación y del transporte de los ciudadanos, con lo cual el salario mensual es prácticamente libre. Sin embargo, las condiciones laborales son muy cuestionadas, por allí no existen sindicatos ni otros medios que defiendan los intereses de los trabajadores.

El ingreso per capita de Qatar es de 50.000 dólares al año, lo cual demuestra una vez más que es un país rico y no tiene deuda externa. Ocupa el puesto número 13 entre los países con mejor calidad de vida de todo el mundo.

Para los colombianos, Doha es una ciudad demasiado costosa. Una cerveza, por ejemplo, puede valer 60.000 pesos colombianos y en general comprar alimentos es caro. Sin embargo, el transporte no lo es tanto: cada pasaje de metro, cuesta 55 centavos de dólar, es decir, unos 2.500 pesos colombianos (un poco más barato que subirse al TransMilenio en Bogotá). Llama la atención que en los mercados populares es usual el regateo, tal y como sucede en Colombia.

Para Juan Diego resultó llamativo que siendo colombianos, un país con tantas desigualdades, con tanta pobreza y con tantas dificultades en la prestación del servicio de salud, haya una nación donde exista un hospital para los halcones.