Veintiocho corredores de 10 países (República Checa, Francia, Colombia, México, Ecuador, Chile, Venezuela, Perú, Brasil y Costa Rica) se mimetizaron con las casas de ladrillo y material, típicas del sector, en las que estrechos callejones y cientos de escaleras sirvieron para diseñar un riguroso circuito de descenso a toda velocidad, con el objetivo de lograr el menor tiempo y ser el ganador de esta válida en la capital antioqueña (la anterior se disputó en Valparaíso, Chile, y el ciclo se cierra en Guanajuato, México).
El reto, sortear en bicicleta 17 obstáculos de alto riesgo y complejidad a una velocidad cercana a los 40 kilómetros por hora. Rampas, escaleras estrechas, drops (obstáculo vertical), callejones, vuelos por encima de los tejados y de los asistentes, y el colorido de La Comuna 13, entre grafitis, reguetón, rap y mucha adrenalina. Todo esto en las montañas de Medellín. Si caminarlo es complejo, descenderlo en bicicleta es una locura.
A más de 1.600 metros sobre el nivel del mar, divisando el Valle de Aburrá, entre el verde de la naturaleza, los correderos expusieron su integridad, en un terreno hostil, que por décadas se ha recuperado de la violencia que vive Colombia y que hoy, una vez más, le demostró al mundo la calidez humana y el espíritu resiliente de esta tierra y de todo un país repleto de talento.
Muestra de esto fue el podio de la carrera Red Bull Medellín Cerro Abajo, donde los colombianos alcanzaron el primer y el segundo lugar, demostrando su capacidad deportiva ante los mejores exponentes del downf urbano de Suramérica y el mundo.
En un final cinematográfico, décima a décima del cronómetro, el antioqueño Juan Fernando Vélez mejoró el tiempo de los 15 competidores anteriores, quienes marcaron los mejores tiempos en la clasificación, en la que iniciaron 28 deportistas.
En el último turno, y con toda la presión, el corredor de 19 años dictó cátedra de manejo y arriesgó en todas las curvas, descensos, callejones y tramos destapados, logrando una marca de 1 minuto 25 segundos y 39 décimas, 1.9 segundos más veloz que el subcampeón, Sebastián Holguín (Colombia) y 2.5 segundos por debajo del brasilero Lucas Borba, que paró el cronómetro en 1 minuto 27 segundos y 558 centésimas de segundo.
El deporte demostró el poder de reconstruir tejido social, durante más de un año la comunidad se preparó para este evento, que los unió y fue motivo de alegría para niños, jóvenes, adultos y abuelos, quienes sonreían, se sorprendían y hasta soltaban una que otra grosería al ver lo arriesgado y valientes que son los correderos.
Una gran sorpresa y alegría para los asistentes y los competidores fue la invitada especial, Mariana Pajón, triple medallista olímpica del BMX femenino (dos oros y una plata). La deportista colombiana estampó su firma con un aerosol en la rampa de llegada, intervenida por artistas y que quedará en la comunidad como regalo del evento.
El mensaje más importante de Red Bull Cerro Abajo Medellín fue el trabajo en comunidad, y confirmar que el deporte está por encima de las diferencias, los combos y las fronteras invisibles, que tantas vidas han cobrado por décadas, en una zona llena de talento. Una vez más las oportunidades permiten superarse y florecer, sí, como ciudad de la eterna primavera.
El ganador de la carrera, Juan Fernando Vélez, ese joven de 19 años, envió este mensaje a Colombia y al mundo en medio de la euforia y las lágrimas: “a los jóvenes, que sigan con el deporte, está lleno de oportunidades, nos permite soñar y lograr eso por lo que tanto trabajamos. El deporte nos forma, nos enseña todos los días, nos reta y nos hace más fuertes. Le dedico este triunfo a mi mamá”.
Además, describió así el haber ganado en el último turno contra el reloj: “es lo peor estar allá arriba de último, estás obligado a hacer lo mejor sí o sí, y eso mete mucha presión. Salí muy tranquilo, disfrutando el descenso de principio a fin, arriesgando demasiado. Increíble lograrlo en mi ciudad, para eso entreno duro”.
Humilde y tranquilo, el campeón descendió de la comuna, mientras que los niños y los jóvenes le pedían que le firmaran autógrafos con un marcador en la piel, así, cómo si fuese un tatuador, estampó su firma como el mejor del downhill urbano y se tomó cientos de selfies con sus seguidores. Un nuevo héroe deportivo se forja.