La pasión por el deporte mantiene en pie a Juan José Sánchez, un niño de doce años cuyo corazón en vez de latir pareciera rebotar como un balón de baloncesto. Este menor, es la prueba viviente de que con disciplina y constancia se pueden lograr buenos resultados. A su corta edad ya se proyecta como uno de los mejores deportistas del país.
Desde que tiene cinco años, Juan José, empezó a practicar el deporte que corre por sus venas, el baloncesto. De alguna manera, es un talento heredado. Su mamá, Claudia Rodríguez, también era deportista. Por pura casualidad, después de estar revisando unas cosas, se encontró con unas medallas de su progenitora. Pero este no fue el único descubrimiento que hizo, también supo que su papá practicaba voleibol cuando era joven.
“Al principio yo no sabía que mis papás eran deportistas. Mi papá jugó voleibol y mi mamá baloncesto (…) fue muy chévere porque a mi me gusta y a mi mamá le gustaba. Ella tuvo una lesión y no pudo continuar jugando, pero ella también era muy buena”, reconoce. A pesar de que al principio no tenía mucha destreza, con el paso del tiempo aprendió a dominar el balón y convertirlo en su mejor amigo.
No siempre su pasión fue el baloncesto. Sus padres al ver que tenía mucha energía decidieron ponerlo a practicar deportes. En ese sentido, experimentó con la natación y el BMX, pero sus mayores destrezas las mostró con la pelota.
Dedicado al baloncesto
A pesar de ser un niño, tiene claro que la disciplina será la que lo lleve a cumplir sus sueños. Juan José se levanta desde las 5 de la mañana para hacer un fortalecimiento con TRX o con barra, y después de ahí se alista para ir al colegio.
Después dedica tiempo a lo que él considera parte esencial de su vida. Entrena por cerca de dos horas y cuando llega a casa se dispone a hacer las tareas del colegio, solo si se siente muy cansado opta por levantarse al siguiente día un poco más temprano para cumplir con sus deberes.
Toda esta dedicación es gracias a que sus padres le inculcaron desde muy pequeño el amor por el deporte. “Por el sueño que tengo sé que debo trabajar todos los días, así iré cumpliendo las metas a corto plazo para finalmente lograr el objetivo (...) por eso me he enfocado en los pequeños logros porque desde lo pequeño se va llegando a lo grande”, asegura con mucha madurez este joven que ya se visualiza como jugador de una de las cinco ligas de baloncesto más importantes del mundo.
Las ligas de baloncesto más importantes de Estados Unidos son: National Basketball Association (NBA), la International Basketball League (IBL), la NBA Development League (NBA D-League), la Premier Basquet League (PBL) y la Ohio Valley Basketball League (OVBL).
Justamente fue MILO® quien ayudó de manera importante en su camino, Promesas MILO® que con el firme propósito de impulsar el deporte en el país, ideó esta iniciativa con el objetivo de identificar talento deportivo en los niños y adolescente. Siete fueron los pequeños ganadores además de estar en los empaques de la marca, ganaron becas para su indumentaria y entrenamiento deportivo.
“El próximo mes tenemos un viaje a West Lafayette para ir a la Universidad de Purdue (…) habrá un campamento de verano para basquetbolistas y la idea es poder invertir ahí lo que me gané”, afirma con ilusión el pequeño.
Su vida académica
Reconoce que los logros deportivos no son ajenos a sus jornadas académicas y es que para cumplir su sueño de ser un gran basquetbolista, debe dominar el inglés como ya lo hace y también ser bueno en matemáticas.
La misma dedicación que le imprime al deporte, también se la pone a sus materias del colegio, aunque como todo niño de vez en cuando rompe un poco las reglas en el salón de clases. “Me va muy bien en todas las materias, no me va tan bien en la disciplina porque digamos que hablo mucho en clases, pero tampoco es que sea una nota perdida”, afirma.
Deportista y emprendedor
Algo que también caracteriza a Juan José es su “verraquera”. El pequeño aprovechó los dotes de su mamá para hacer postres y crear una idea de negocio con la que logra subsidiar algunas de sus cosas y pagar en casa el recibo del gas.
“Mis papás siempre me han enseñado a valorar las cosas. Me inculcaron el emprendimiento y las finanzas (...) mi mamá hacía unos postres muy ricos y yo dije que iba a vender eso, pero mi idea era simple, se trataba de poner los postres en una refractaria e ir casa por casa, pero cuando le conté a mi papá, me ayudó. Como él también fue empresario, diseñamos las cajitas y los stickers”, dice. Actualmente vende postres sobre pedido y asegura que le va muy bien en este emprendimiento.
En Alianza con: MILO®
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