La vida está llena de ironías y paradojas. Una de ellas tocó a la puerta de Juan José Zafra, nadador vallecaucano de 15 años, que en el agua, su lugar seguro, por poco pierde la vida. “Lo metimos a natación por protección a los 5 años, pensando que si se nos caía al agua, no tendría un accidente”, dice su mamá, Elizabeth López Romero.
Sin embargo, este joven viajó a Cancún (México) con la familia de su novia a celebrar los 15 años de ella. Mientras se estaban divirtiendo en el mar, una fuerte ola lo arrastró y lo dejó inconsciente.
“Mi hijo nunca había salido al mar. La ola lo empujó y se fue de cabeza, se clavó contra la arena. Se estaba ahogando porque perdió la conciencia”, cuenta la madre. Juan José fue llevado a un hospital, en el que dieron un grave diagnóstico: no tenía movimiento en el cuerpo. “Se quebró la quinta vértebra cervical, la médula se inflamó y su corazón podía afectarse”, fue lo que dijeron inicialmente.
Con el riesgo de quedar cuadripléjico y sufrir un infarto, debía ser operado en las seis horas siguientes para evitar daños mayores. “Para intervenirlo, nos pidieron adelantar un porcentaje del costo de la cirugía. Los gastos ascienden a los 500 millones de pesos colombianos”, dice la mujer, que es cabeza de familia, trabaja de manera independiente y sostiene a su hijo mientras el papá de Juan José consigue trabajo.
Al quirófano entró 48 horas después, tras lograr un acuerdo de pagar en cuotas. Juan José fue recuperando de a poco el conocimiento, pero no la movilidad. “Lo operaron y los médicos dicen que es un milagro porque mostró sensibilidad en la pierna derecha y en una de las manos”.
A esa pequeña respuesta en una de las extremidades se aferra Elizabeth para que su hijo no quede postrado en una cama. Sabe que a México viajó un campeón de natación en su categoría, disciplinado en su deporte y que a Cali no volverá el mismo niño inquieto y soñador. “El día que me dijeron que mi hijo no volvería a caminar, me derrumbé. Le pedí a Dios que me llevara a mí y le devolviera todo a él”.
Nadar se convirtió en el proyecto de vida de Juan José, hace cinco años llegó al alto rendimiento tras empezar en su comuna, pasar por diferentes clubes y representar a la Liga del Valle. “Ganó muchas medallas y los entrenadores lo potenciaron. Ama su deporte”, dice, desconsolada, Elizabeth.
Juan José escogió la natación por encima de otros deportes y estaba en el proceso de ingresar a la selección Colombia. Pese a su juventud, ha sido muy independiente, enfocado en su estudio y entrenamientos diarios de más de cuatro horas.
“Zafra” como le dicen en el gremio de la natación, ha despertado la solidaridad, incluso de niños de otros clubes, que con ternura han entregado a la mamá de Juan José 10.000 o 20.000 pesos que recogen de su mesada o en su alcancía. “Todo me ayuda a llenar el marranito, a esos niños los bendigo”.
Juan José está con una tía y la familia de su novia en el Hospital Playamed de Cancún. Su mamá logró sacar el pasaporte para viajar a territorio mexicano, reunirse con su hijo y traerlo de vuelta a Colombia para seguir con los tratamientos médicos.
El reencuentro fue tan doloroso como emotivo. Elizabeth llegó el 9 de noviembre hasta el cuarto en el que está su hijo, en la unidad de cuidados intensivos del hospital de Cancún. Fue una prueba de fortaleza y de fe. “Quiero abrazarlo y dejar que se desahogue. Mi hermana me dice que no ha llorado ni un solo día. Siempre ha tenido buena actitud. Creo que está cargando con todo”.
La lesión raquimedular lo ha tenido a punto de tocar fondo con bajas de presión y complicaciones en la hospitalización. Sin embargo, ha logrado estabilizarse. “Mi hijo se hubiera podido desnucar y desde que haya vida, lucharemos”.
El estilo mariposa y el libre han sido las principales fortalezas de Juan José en natación. Un joven que no quiere ahogar las posibilidades de recuperar la movilidad en el cuerpo y su felicidad en el agua.