La convergencia del arte y el deporte no es un fenómeno nuevo, pero pocas veces ha generado tanta controversia como la representación de La última cena, de Leonardo da Vinci, durante los Juegos Olímpicos de París 2024.

La ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos, conocida por sus grandiosas y elaboradas presentaciones, decidió incorporar una representación moderna de La última cena. La escena fue dramatizada por un grupo de actores drag queen, quienes interpretaron a los apóstoles y a Jesús en una mesa que evocaba el célebre fresco de Da Vinci.

El espectáculo, según los intérpretes, buscaba resaltar la inclusión y la diversidad, valores que los organizadores de París 2024 querían promover como reflejo de una sociedad moderna y abierta. Sin embargo, para los creyentes, especialmente los católicos, se trató de una “falta de respeto”.

El objetivo era celebrar tres aspectos convergentes: la diversidad del arte, la música y las orientaciones sexuales.

La representación generó reacciones polarizadas. Por un lado, defensores de la comunidad LGBTQ+ y partidarios celebraron la puesta en escena, viéndola como “un mensaje de aceptación y diversidad”. Argumentaron que esta representación rompía con estereotipos y fomentaba una visión más inclusiva de la sociedad.

Por otro lado, sectores conservadores y religiosos expresaron su descontento. Algunos consideraron la actuación como una “falta de respeto” hacia una imagen sagrada y un símbolo importante para la fe cristiana.

Las críticas se centraron en la supuesta “blasfemia” y el “menosprecio” por las tradiciones religiosas, acusando a los organizadores de apropiación cultural y de ofender las creencias de millones de personas en todo el mundo.

La controversia también abrió un debate más amplio sobre el papel del arte en la sociedad. Para muchos, el arte siempre ha sido un espejo de los tiempos, una herramienta para cuestionar y reflexionar sobre la realidad social y cultural.

En este sentido, la representación de La última cena con actores drag, para algunos, puede ser vista como un “reflejo de las luchas” y “logros de la comunidad LGBTQ+”. Sin embargo, independientemente de la intención de Leonardo da Vinci, es una pieza de arte icónica para los cristianos, quienes estallaron las redes sociales con su indignación.

‘La última cena’, de Leonardo da Vinci

La última cena es una de las obras más reconocidas y estudiadas de Leonardo da Vinci, uno de los grandes maestros del Renacimiento. Pintada entre 1495 y 1498, esta obra monumental se encuentra en el refectorio del convento de Santa Maria delle Grazie en Milán, Italia.

Encargada por Ludovico Sforza, el duque de Milán, La última cena representa la escena bíblica del último encuentro de Jesús con sus apóstoles antes de su crucifixión, conocido como la Última Cena de Cristo.

La obra ha tenido una profunda influencia en el arte y la cultura a lo largo de los siglos. Es una obra que no solo muestra la maestría técnica de Leonardo da Vinci –una técnica mixta de temple y óleo sobre yeso seco–, sino también su profunda comprensión de la narrativa, la emoción y el simbolismo. La pintura ha sido objeto de innumerables estudios, análisis y sigue siendo una fuente de inspiración para artistas y pensadores de todo el mundo.

Además, La última cena ha trascendido el ámbito del arte para convertirse en un ícono cultural y religioso. Ha sido reinterpretada en diversas formas, desde películas y libros hasta parodias y obras de teatro, manteniendo su relevancia y su capacidad para capturar la imaginación del público.