Kevin Parrra llegó a Nacional a los 10 años. El verde paisa, literalmente, le salvó la vida. Al equipo del que es hincha, llegó después de hacerle regates a la violencia y la drogadicción en su municipio La Pintada, al suroeste de Antioquia.
“En mi pueblo había mucha delincuencia, los pelados se perdían mucho en el vicio. Un amigo que era como mi hermanito me lo mataron. Por eso yo quiero que los niños me vean como motivación para luchar por sus sueños”, dijo a SEMANA.
Prefirió perseguir un balón que a las malas compañías, sin embargo, ni jugando escapó del dolor.
“Yo estaba jugando fútbol, estaba en un partido justo en Guarne y cuando salí del partido del que hice gol, ganamos 1 a 0, pero me expulsaron, me dieron la noticia que a mi amigo más cercano lo habían matado. Fue en una riña y fue muy duro para mí. Me apoyaba, me hacía saber que yo era bueno, me animaba a ser el mejor”, recuerda Kevin de una amarga experiencia cuando tenía 18 años.
Su batalla no la dio con armas o peleas. Sus rivales eran los defensas y en el hogar, sus papás. Con ellos las peleas eran por dedicarle más tiempo al fútbol que al estudio.
“Mis padres iban y me sacaban de las canchas. Yo era muy desobediente con el estudio, cuando iba a clase me volaba”, indica entre una tímida risa.
Sus padres lo sacaron adelante junto a sus cinco hermanos y terminaron rindiéndose en su intento de persuadirlo del deporte, cuando vieron que el profesor del pueblo, conocido como “banano” vio en Kevin las capacidades para ser un jugador profesional.
“Yo crecí con ese profe. Iba a la escuelita, me entrenaba y no me cobraba. Cuando yo tenía como 7 años, llegó Hugo Sánchez, que jugó en Pereira. Se enamoró de mi juego, hablaron con mis papás y me fui un año”, destaca.
A la capital de Risaralda, llegó siendo un pequeño con ambiciones muy grandes. Se fue en la época de pocas comunicaciones y con la bendición de su familia. Vivió en una casa hogar, nunca sintió miedo, aunque sabía que había riesgos. Sin embargo, su apuesta generó ganancias. Se probó en el DIM, jugó la Pony fútbol del suroeste, lo llevaron de refuerzo a las competencias de la cancha Marte con Andes, Antioquia y ahí lo vio Nacional
“Cuando me fui de mi casa, me fui con la mentalidad de ser un profesional”, puntualizó.
Así lo visualizó y así lo cumplió. Teniendo apenas 11 años, Nacional le dio la posibilidad de vivir ese sueño con su familia. Le dieron un apartamento y un mejor futuro para todos.
“Me traje a mi familia y los saqué también de ese ambiente. Todo el mundo en el pueblo sabía que yo tan pequeñito, tenía un mundo muy grande. Siempre me relacionaba con personas más grandes. Salimos a tiempo, porque si no hubiera sido así, tal vez hubiera caído en esas tentaciones”, declaró.
Su NO fue contundente a aquellos que le ofrecían trago, vicios, rumba. Le dijo SI al futuro, terminó el colegio. Sabía que con mentalidad y disciplina llegaría donde se lo propusiera.
“Yo miro para atrás y siento orgullo de mí. Sé que hice muchos sacrificios, dificultades, altas y bajas”, recalcó.
Entre los obstáculos, en su primera etapa vestido de verde, no se pudo consolidar. Por eso fue a Real Santander y Patriotas y trabajó con la misma fuerza que la vida le dio para regresar a Nacional.
A su tierra, la lleva pintada, en su corazón. La recuerda en cada titularidad, le dedica cada gol. Así se haya ido por buscar nuevas oportunidades, cada que puede regresa para disfrutar de los cultivos de cítricos, el turismo, la pesca, el comercio, el cacao, los paisajes.
“Crecí con la humildad por delante. Siempre que me preguntan por La Pintada, lo digo con orgullo. Recuerdo de donde vengo. La gente me apoya, todos me reciben bien”, destaca.
Este 2024, volvió a Nacional, no solo a cumplir su contrato que está vigente hasta 2025, sino a ganarse el lugar que un día perdió en el equipo y aunque el onceno de Pablo Repetto, se ha reforzado con estrellas de la brillantez de David Ospina o Edwin Cardona, Parra ha resaltado en medio de ese firmamento.
“Contento y agradecido con el equipo y cada una de las personas que conforman esta institución y me recibieron de la mejor manera. Estoy feliz de estar en casa. Desde la vez que salí a préstamo fue mi propósito volver y llegara aportar”, declaró a SEMANA.
Al timonel uruguayo lo ha convencido con su talento y su forma de ser, esa que construyó desde muy pequeño para llegar lejos.
“Encajo en el esquema. Al profe le ha gustado mi trabajo, mi forma de ser, como encajo con los compañeros. “Estoy feliz de haberme ganado un puesto en el equipo base. Edwin Cardona, en especial me ha acogido muy bien. Tenemos una buena relación y eso es muy importante. Estoy físicamente bien y nos hemos conocido muy bien en el campo”, dijo.
Kevin Parra hará parte del plantel que este semestre quiere volver a destacarse a nivel continental. Nacional lo quiere entre su nómina y aunque los elogios en la pretemporada llueven, como un día lo aprendió en medio de la dureza de la vida, hay que escuchar lo bueno y lo malo para forjar el carácter de campeón,
“Me motiva como nos estamos armando. Hay que aprender, escuchar y todo lo que ellos tiene para enseñarnos. Me pasó en su momento con Gio y Dorlan y quiero que me pase con estos grandes jugadores que hoy etnemos en el club” finalizó.