Durante un descanso del entrenamiento, bajo un cartel gigante con la imagen de Vinicius Júnior, en el mismo campo donde la estrella del Real Madrid preparó su debut profesional, el joven Pierry Amaro Ricardo lamenta el racismo que sufre su ídolo.
“Es inhumano”, dice este mediocampista de 18 años, promesa del fútbol brasileño.
Como todos los chicos que persiguen el balón por la cancha de césped artificial de la cantera del Flamengo en Sao Gonçalo, una ciudad pobre a las afueras de Rio de Janeiro, Ricardo sueña con emular el camino meteórico de Vinicius, de 22 años, quien dio aquí sus primeros pasos antes de fichar para el Real Madrid a los 16.
Pero el joven teme que los jugadores negros como él sigan recibiendo el mismo trato que “Vini Jr”, a quien el domingo en Valencia le gritaron “mono” desde la tribuna. Fue apenas el más reciente de una serie de ataques racistas en su contra.
“Se está volviendo cada vez peor”, dice Ricardo, que juega en la categoría juvenil de Flamengo, el club de fútbol más popular de Brasil.
“Algunos piensan que es normal. Nos juzgan por el color de nuestra piel. Mi mamá siempre me decía desde pequeño: ‘Los negros tienen que ser el doble de buenos’”, cuenta a la AFP.
“Así son las cosas. Voy a llegar a la cima de todos modos”, asegura el joven futbolista.
El personal de la academia juvenil donde Vinicius Jr. se formó, Escola Flamengo, siente angustia al ver los ataques contra el jugador, a quien recuerdan como un niño dulce y un estudiante modelo que cautivó a todos.
“Era un chico sensacional, muy respetuoso y dedicado. Era nuestro destacado, dentro y fuera del campo”, dice Monique Monteiro, de 32 años, que trabaja en la recepción de la escuela.
Cuenta con asombro cómo “Vini” escapó de una infancia de pobreza y de las ásperas calles de Sao Gonçalo, una ciudad de clase trabajadora al otro lado de la bahía de Rio de Janeiro, para llegar a la cima del fútbol profesional.
“No fue fácil para él. Lo hizo todo con su propio sudor... y mucho apoyo de su familia”, dice Monique a la AFP.
“Para quienes hemos visto toda su carrera, todo lo que pasó para llegar a donde está, es muy triste. Verlo sufrir así nos enoja mucho”, añade.
Héroe local
Vinicius José Paixao de Oliveira Junior creció en una pequeña casa al final de un callejón sin salida en un barrio empobrecido que linda con la carretera BR-101.
Incluso después de convertirse en una de las mayores estrellas del fútbol mundial, ha mantenido una fuerte conexión con su ciudad natal.
Su familia todavía vive en la misma casa, ahora ampliada y lujosamente renovada. En su cuadra hay varios grafitis, incluido uno de Vinicius con la camiseta de la selección brasileña, en el que sueña con ganar la Copa del Mundo.
Los vecinos aseguran que el futbolista ha contribuido ampliamente con su comunidad, por ejemplo, a través de su Instituto Vini Jr.
Esa organización benéfica busca ayudar a los niños con su desempeño escolar a través de programas innovadores que aprovechan la tecnología y la pasión nacional de los brasileños por el fútbol.
“Sao Gonçalo y Brasil están orgullosos de ti”, publicó en las redes sociales el gobierno municipal, en apoyo a su héroe.
El futbolista recibió una avalancha de mensajes de solidaridad de personalidades brasileñas, desde el presidente Luiz Inácio Lula da Silva hasta el ícono de la música Gilberto Gil y las también estrellas de la selección nacional Neymar y Richarlison.
En el centro de Sao Gonçalo, los residentes comentan su disgusto por el último episodio.
“Es simplemente absurdo llamar mono al niño. Simplemente desafía la lógica”, dice Marcia Maria da Costa, de 62 años, que vende artículos de fútbol en un mercado callejero local, donde las camisetas de Vinicius tienen alta demanda.
El vendedor de teléfonos, Víctor Gabriel Ferreira, quien creció en el barrio de Vinicius, se mostró indignado ante los ataques racistas.
“Brasil y el mundo no soportan ver a un hombre negro de la favela alcanzar la cima de los mejores jugadores del mundo”, dice.
“Eso es lo que él es”.
Con información de la AFP.