El incremento en el costo del álbum del Mundial y de las láminas no ha frenado el furor por llenar el famoso libro Panini de cada evento futbolero. Sin embargo, algunos aficionados a llenarlo están dejando buena parte de su sueldo en la tarea.

Muchos colombianos hacen filas desde la madrugada para conseguir los deseados sobres. Y otros, más exóticos, solo aceptan láminas impresas en Italia, cuna del álbum del Mundial de fútbol que enloquece a los latinoamericanos. ¿Por qué es tan importante?

Como cada cuatro años, el álbum Panini de la Copa del Mundo, que esta vez se realizará en Catar del 20 de noviembre al 18 de diciembre, causa furor en una región que se desvive por el deporte rey y que se ilusiona con que Lionel Messi o Neymar rompan la hegemonía europea tras 20 años.

El furor, según Raúl Vallecillo, gerente de Panini en Chile, se debe a que probablemente será la última participación de Messi (35 años) y Cristiano Ronaldo (37) en un Mundial, lo que aviva el interés de coleccionistas y fanáticos, y a que Catar-2022 es uno de los eventos más importantes de la pospandemia.

“Casi todo lo que gano, o por ahí me prestan, o lo que me deben y me tienen que pagar, lo invierto comprando figuritas. Es mi hobby, es mi cable a tierra”, dice a la prensa la argentina Hilda Losada. Esta abuela de 68 años que debe rellenar su álbum y el de su nieto llegó a las cinco de la mañana a una tienda de un barrio de clase media de Buenos Aires en busca de paquetes, tan buscados y escasos en Argentina, que el gobierno medió la semana pasada entre la firma italiana y los tenderos para intentar solucionar el desabastecimiento.

Sus familiares le dicen que está loca, pero ella los ignora: se deja embriagar por la fascinación que tiene desde niña por coleccionar álbumes, incluso en tiempos de cinturones apretados debido a una inflación galopante que llega al 56,4% acumulada en el transcurso de 2022.

“Lo más cerca” del Mundial

El aumento de los precios de los sobres en la región es evidente. Por ejemplo, en Brasil se doblaron respecto a Rusia 2018, de 0,37 a 0,74 dólares y del costo de vida no merma la pasión de los latinoamericanos. “Cuando salen estas oportunidades, aparece la plata”, señala Leila Edul, de 28 años y dueña de una tienda en el barrio bonaerense de San Cristóbal.

Ni siquiera se resintieron los llamados “puristas”, que en Colombia llegan a pagar 60 dólares por la caja de 50 sobres con láminas de fondo azul impresas en Italia, casi el doble de lo que cuestan las producidas en Brasil, de fondo naranja y comercializadas en la región. Llenar el álbum, entre 638 y 670 cromos, según el país “es lo más cerca” que estaremos de una Copa del Mundo, justifica de su lado Carlos Rodríguez, un técnico de servicio al cliente de 45 años, en Ciudad de Guatemala.

Vallecillo asegura que las ventas en Latinoamérica han superado las expectativas de la empresa que comercializa el objeto de culto en 150 países desde México 1970. De hecho, los italianos esperan vender cerca de 1.2 millones de álbumes en Colombia, que esta vez ha quedado fuera del mundial, y en Chile, por ejemplo se vendió en un mes lo que esperaban comercializar en cuatro.

“Generalmente los países que clasifican al Mundial tienen mayor crecimiento respecto a la curva de venta (...) pero hay otros países como Venezuela, Colombia, Perú y Chile (que no participarán en Catar) donde este es mucho mayor” de lo que se habría esperado, explica.

‘Extras’ y ‘dealers’

En el Museo del Fútbol de Sao Paulo, decenas de personas se citaron este mes para intercambiar “figurinhas”, también llamadas monas, cromos, estampas o baratijas. Leandro Fonseca, de 40 años, está a la caza de las láminas especiales lanzadas para esta edición, algunas de las cuales, como la de Neymar, se venden en internet por casi tres salarios mínimos brasileños, unos 560 dólares al cambio actual.

“Estoy detrás de las ‘extras’, pero espero llenar unos veinte álbumes. En cada Mundial lleno bastantes”, dice el coleccionista, que asegura haberse gastado hasta el momento alrededor de 1.800 dólares para completar siete libritos.

En la metrópoli latinoamericana, como en las demás ciudades, los ‘dealers’ hacen su agosto vendiendo figuritas a precios que varían según la disponibilidad en las calles y la importancia del jugador. Al margen del negocio de algunos, en Montevideo, donde al igual que en Chile, Brasil y Argentina, ha habido escasez de figuritas, Guillermo Orcile disfruta ayudando a que su hijo Salvador, de siete años, llene su primer Panini.

“Nos resulta importante la sociabilización, que vaya entendiendo el intercambio, por qué se da, que finalmente es lo que hace al asunto de los álbumes”, explica. “Porque si solo se trata de comprar y comprar, se pierde el espíritu”.

Mientras tanto, se espera que en Argentina, país que ha notado con mayor fuerza la escasez de laminas coleccionables, la situación logre estabilizarse antes del inicio del mundial.

*Con información de AFP