La noche del pasado 24 de septiembre era quizá la más importante en la corta vida de Luis Quiñones. Hoy no hay vida, solo queda la noche y un profundo sentimiento de tristeza en los amantes del boxeo.
El púgil nacido en Barrancabermeja, Santander, subió al ring con la intención de quedarse con el título nacional en la categoría de las 140 libras —wélter junior— y bajó solo con la ayuda de otros, en una camilla. Ahora no está, no pudo levantar el cinturón por el que tanto entrenó en las madrugadas y por el que durmió todo un año en un gimnasio. Falleció. La muerte siempre es dolorosa, todavía más la de una joven promesa del deporte. Tenía tan solo 25 años.
Quiñones vistió una pantaloneta negra, con franjas amarillas a los costados. Quería llamar la atención con su vestimenta, también con sus ganchos, para ganarse los aplausos de los asistentes al coliseo Elías Chegwin, en Barranquilla.
Su contrincante, el barranquillero José Muñoz, hizo lo suyo. Batalló hasta el final para quedarse con el título, todavía más frente a su gente. El final fue el octavo round, cuando se desplomó y perdió por nocaut.
Quiñones cayó luego de tres intentos de ganchos en la cabeza de su rival. También después de dos ‘jabs’ para alejarlo. Y perdió la pelea a los 2:30 del round. El árbitro, Leonel Mercado, contó hasta 10. Los asistentes celebraron la victoria del hombre que, como la mayor parte de ellos, nació en la Arenosa.
Pero el pugilista, por más que intentó apoyarse en las cuerdas, no se levantó.
El árbitro llamó al médico, Enrique Daza, para que le brindara la atención. Aunque Quiñones respondió a los estímulos visuales, perdió el conocimiento en la camilla, la que el galeno solicitó a los paramédicos para sacarlo del ring.
De la algarabía en el público por el triunfo de Muñoz no quedó rastro. Durante los siguientes minutos fueron solo incertidumbre, todavía más para el círculo deportivo del boxeador. El más preocupado debió ser Miguel ‘Ñato’ Guzmán, su entrenador, el mismo que lo recibió cinco años atrás después de que lo contactara en Facebook para pedirle su guía.
En ambulancia, fue trasladado a la Clínica General del Norte, donde se le realizó una intervención quirúrgica e inducirlo a un coma. No se recuperó.
El dolor por su muerte debe ser más intenso en su familia, claro, pero también en el boxeador José Muñoz, que pasó del cielo al infierno. ¿De qué sirve un título si ya no está para compartirlo? Quien más que un rival fue un compañero. De eso es consciente el pugilista barranquillero, que le escribió una carta a Luis Quiñones durante su estancia en el hospital; en ella le dice que si pudiera devolver el tiempo, con gusto lo haría.
“Solo deseo poder devolver el tiempo y que eso no hubiese ocurrido, es inevitable no dejar de imaginarme estando en tu situación y cuestiono por qué te sucedió a ti. Siempre hemos escuchado que las situaciones difíciles no duran para siempre, y hoy más que nunca me aferro a esas palabras. Quiero decirte que estás en mis oraciones y las de mi familia, que deseo de todo corazón que te recuperes y te levantes de ahí a seguir luchando por tus sueños”, escribió.
Las ganas de triunfar en la vida los pusieron a ambos en el mismo camino, expresó Muñoz: “Pero nunca pensé que un sueño pudiera convertirse en una verdadera pesadilla. Por esas cosas de la vida y sobre todo de la profesión que escogimos, hoy estás en una situación que nunca imaginamos”.