Es más dura el hambre que la cuesta. Para un puñado de ciclistas nacionales la vuelta a Colombia es la máxima oportunidad de salir de la pobreza y el anonimato. Hablar de la carrera grande para ruteros, es como decir que se acabó la miseria de esos muchachos que se levantan a las cuatro y media de la mañana y luego de tomar una taza de café o de agua de panela, sacan su bicicleta para medírsele a las carreteras, ya sean planas o empinadas. En Tunja fueron muchas las promesas y las esperanzas que se abrieron paso, ya que sólo quedaba volver dentro de 12 días a la capital colombiana luciendo la camiseta de líder. La noche anterior a la salida de la vuelta, más de un ciclista no pudo conciliar el sueño. A las nueve ya todo el mundo estaba en su lecho de descanso, unos confortablemente en hoteles de primera y otros en pensiones de tercera, pero eso no interesaba. Ya salía la competencia y había que demostrar la calidad. Llegó la hora de la partida. Todos se lanzaron al ataque desde el primer minuto, con el fin de no perder ningún segundo y comenzar a figurar en lugares de privilegio. Para Ramíro Martínez, un antioqueño de 20 años de edad que está debutando en la carrera, es muy importante ocupar un buen puesto y poder responder a las gentes del municipio de El Carmen, las que se reunieron en torno del deportista y en la plaza del pueblo recolectaron los fondos necesarios para que éste fuera a representarles dignamente. Ramiro, a diferencia de los demás competidores, no puede sino comer las tres comidas diarias. Cuenta con dos bicicletas (otros,llevan cuatro y siete máquinas) únicamente y los repuestos no son muchos, los uniformes debe lavarlos al llegar a cada ciudad para que estén secos y planchados al otro día. Este paisa con acento bastante marcado, dice que esto es un reto, pero que está seguro de que contará con suerte para terminar el evento. Estar aquí junto a Niño, Patrocinio y Florez fue su mayor aspiración y ahora la está cumpliendo.Mientras esto sucede con el paisita solitario Rafael Antonio Niño cuenta con patrocinio adecuado y personas que lo cuidan en cada momento. La comida para quien ha ganado la vuelta a Colombia en seis oportunidades y ha corrido a nivel profesional en Europa es muy especial. El ídolo de Cucaita (Boyacá) está en pie a las seis de la mañana, se somete a los masajes de rigor y, mientras toma un buen desayuno, escucha las instrucciones de su técnico. Al salir a la meta tiene que disponerse a firmar autógrafos y dar declaraciones a la radio. Para Niño la vuelta sigue siendo tan importante como cuando debutó en el completo anonimato. Ahora cuenta con carro propio, siete bicicletas (cada una tiene un costo superior a los 60 mil pesos) y muchas energías que le dan la posibilidad de figurar como uno de los favoritos para conquistar la camiseta de líder en la meta final.La lucha en que se enfrentan los 72 ruteros es grande y todo depende de la resistencia. El frío y el calor son los enemigos número uno de quienes esperan en cada pedalazo ganar ventaja para puntuar mejor (en otros tiempos el mal estado de las carreteras era lo peor).UN DIA EN LA VUELTACiclistas de todos los estratos sociales están en competencia. Aquí no hay diferencias cuando se trata de conquistar una meta volante o un premio de montaña, lo que interesa es la capacidad de cada uno. En las ciudades que sirven de meta de llegada es donde se nota quién es quién. Los que cuentan con buen patrocinio van a los mejores hoteles, cuentan con atenciones especiales y no tienen que preocuparse sino por la jornada del día siguiente; los que no, tienen que buscar el hotel que se ajuste a su presupuesto y recorrer la ciudad hasta llegar al restaurante en donde la comida sea barata. Estos muchachos no pueden tomarse una gaseosa de mas o exigir que su caramañola sea preparada en forma debida. Para muchos, ir a la plaza de mercado a conseguir un aguacate y un pedazo de panela es tan indispensable como tener en perfecto estado su bicicleta. Los pedalistas son muy devotos y no es raro encontrar en sus habitaciones lámparas en honor a sus santos protectores. Otros llevan amuletos para la buena suerte y los demás creen que saber de sus familias es lo más importante cada día.Siempre a la hora de la partida se ven rostros alegres, pero a la llegada esos cuerpos sudorosos y llenos de tierra están sin fuerza y sólo desean un lugar para el descanso. Al analizar lo sucedido en cada jornada se nota que muchos no tienen más esperanzas y que la carrera ha empezado para otros. Los retiros por lo general se presentan cuando la máquina ya no responde o por falta de alimento que causa desnutrición. La preparación para una carrera es indispensable, pero algunos no la toman en serio y a la hora de la verdad tienen que sufrir las consecuencias.Los nombres de los grandes están en boca de todos. Los novatos pueden ser la sorpresa, pero un evento de estos no es de improvisaciones, según declaraciones del director de la vuelta Carlos Arturo Moreno.LA GENTE DE RADIO Quizá lo que le pone más emoción a una vuelta a Colombia es la transmisión radial. 60 personas son las encargadas de narrar lo que sucede en cada metro de carretera. Entre estos hombres subidos en inmensos carros con emisoras pequeñas instaladas debidamente, hay quienes gozan de gran experiencia, como el caso de Julio Arrastía Brica, llamado "La Biblia del ciclismo" y otros que se inician en estas lídes, por ejemplo César Augusto Tobón. Arrastía llegó hace varios años al país y compitió frente a los nacionales, no siendo de las grandes figuras. Más tarde se radicó definitivamente, dedicándose a comentar el deporte de las bielas y a apostar a los caballos. Para Julio, el "Mago" de las estadísticas ciclísticas, es más importante apostar a las carreras de caballos que desayunar un domingo. También está en la carretera José Antonio Churio, un hombre de radio y que es especializado además en leer noticias y narrar fútbol. Churio ha hecho una carrera llena de méritos acompañando a los ciclistas nacionales en el exterior. Transmitir una carrera es una verdadera competencia profesional para los locutores y casas radiales.