El clásico se jugó en un ambiente inmejorable. 38 mil almas colmaron las graderías del Estadio Pascual Guerrero y millones de fanáticos de estos dos clubes apoyaron al frente de sus televisores. Una expectativa que solo puede generar un clásico cargado de historia y que ha estado ausente durante los últimos cinco años por el tortuoso descenso del conjunto de Cali.Le puede interesar: Una clase magistral de James en la liga españolaLos jugadores entendieron el contexto del partido desde que pisaron el césped del estadio sanfernandino y afrontaron este reto con mucha responsabilidad, sabiendo que un resultado adverso sería algo que no perdonaría su respectiva hinchada.El equipo que salió mejor parado fue el visitante teniendo la iniciativa y el control del balón. Sin embargo, en el último cuarto de cancha no pudo desequilibrar y poco a poco fue perdiendo el dominio del encuentro.Pasados los primeros 15 minutos, los escarlatas se asentaron en el campo y se sacudieron la presión de afrontar un juego cargado de emoción. A partir de ahí, las acciones fueron equilibradas y los dos equipos mostraron disposición para atacar.Le recomendamos: "Pude haber contratado a Ronaldinho y a Forlán"Pero primó el temor y ninguno de los dos quiso arriesgarse a quedar mal parado y las figuras tácticas prevalecían, teniendo en cuenta la actitud y la entrega de los futbolistas que lucharon por cada pelota dentro del campo como si fuera la última del partido.La única acción que levantó a los hinchas americanos de sus asientos fue un tiro libre ejecutado por Juan Camilo Ángulo (primer tiempo) pero que el arquero argentino Franco Armani pudo controlar para salvar su potería y mantener el cero.Puede leer: América vs. Nacional, un clásico lleno de historiaEn la segunda parte, los aficionados de ‘los diablos rojos’ se hicieron sentir y con sus bengalas llenaron el terreno de juego de un humo rojo recordándoles a los jugadores que el local era ‘La Mechita’ y que debían buscar el triunfo a toda costa.El mensaje llegó pero había que tener en cuenta el equipo que estaba al frente era el campeón del continente y el más exitoso del fútbol colombiano en los últimos años. Los verdolagas le dieron una muestra a sus rivales de algo del fútbol que le ha llevado a tener este gran suceso y no hubo manera de que el notable bloque defensivo de los paisas fuera vulnerado.Y los caleños no se quedaron atrás. Si algo caracteriza a los equipos dirigidos por Hernán Torres es su solidez cerca de su arco y la mejor oportunidad de los antioqueños también llegó a través de pelota quieta, un cobro de 30 metros de Dayro Moreno que el guardameta Carlos Bejarano rechazó con una estirada.En los últimos cinco minutos, los visitantes contaron con superioridad numérica por la injusta expulsión del defensor centra Efraín Viáfara. Los nacionalistas no pudieron aprovechar esta situación y el clásico terminó empatado sin la alegría del gol.Un partido que no estuvo a la altura de sus antecedentes y que deja un sabor agridulce en los aficionados que no terminaron con la tristeza que representa una derrota pero que tampoco pudieron sentir la alegría inconmensurable que significa un triunfo en una rivalidad tan transcendental.