Ruanda y Colombia quieren demostrar que tienen más en común que una historia marcada por la guerra. Y es que precisamente, como rezago de esa marca de violencia interna, ambos países vivirán un enfrentamiento deportivo que busca demostrar que en este caso el paralimpismo no solo es una opción de competencia para aquellos con limitaciones físicas, sino que puede ofrecer una segunda oportunidad de vida tras los horrores de un conflicto.El encuentro será entre excombatientes de ambos países, este sábado desde las 10 de la mañana con entrada libre para los mayores de 14 años en el Palacio de los Deportes. Allí se enfrentarán los dos equipos en voleibol sentado, la disciplina paralímpica que ya en Londres-2012 fue la vitrina en la que Ruanda dio un gran ejemplo, no por sus resultados sino porque los representantes en el evento fueron antiguos enemigos hutus y tutsis. Sin embargo, en la competencia ante el mundo dejaron atrás ese lastre de sangre para vestirse con los colores de la patria que los une.Entre los presentes estará Dominique Bizimana, miembro del grupo rebelde durante el genocidio en el país africano que luego de perder su pierna en combate ahora es el capitán del equipo de voleibol sentado.Junto a él está Celestin Nzeyimana, que tiene como su principal arma de lucha su capacidad de liderazgo como activista por la paz y como Presidente del Comité Paraolímpico Ruandés.Esto genera respeto entre algunos de los jugadores que van a estar en el equipo colombiano, que también tiene en su nómina personas afectadas por la guerra. "Que ellos vengan unidos entre dos grupos de excombatientes es algo bonito porque es demostrar que podemos convivir y trabajar juntos", aseguró el soldado retirado Diego Ignacio Gómez, quien perdió su pierna derecha tras pisar una mina antipersonal. Él hará equipo con Miguel Antonio Quintero, un vallecaucano que ingresó desde los 14 años al ELN, en donde estuvo durante 7 años. Se desmovilizó en 2010 y ahora está en proceso de reintegración.Gómez, de 32 años, le agradece al voleibol sentado haberle dado la oportunidad de reconstruir su mundo y mostrarle que la vida sigue, que con el deporte también "puede ser útil para el país" dejando el odio atrás. "Se debe perdonar porque eso abre muchas puertas como la felicidad y la de mirar la vida con otros ojos", asegura. Considera que al pensar en sus antiguos enemigos se debe "tratar de entender las situaciones que los llevaron a tomar en ese camino".Con estos protagonistas listos para el encuentro, Ruanda buscará demostrar por medio del voleibol sentado que el deporte paralímpico es un ejemplo de cómo la vida puede darle una segunda oportunidad no solo a las personas sino también a un país golpeado por la guerra. Y dejarles esa lección a sus anfitriones.