En Colombia, lo más cercano a la lapidación es el linchamiento, y se vive en las redes sociales por opiniones encontradas, pensamientos políticos o llevarla a escenarios como los estadios de fútbol, incluso a partidos que deberían significar unión de país como los de la selección Colombia.

James Rodríguez, David Ospina, Stefan Medina, Juan Guillermo Cuadrado y Falcao García hicieron parte de la generación de futbolistas que llevaron después de 15 años a Colombia a un mundial de fútbol en Brasil y repitieron la gesta cuatro años después en Rusia.

En 2014, Colombia logró nueve victorias, tres empates y cuatro derrotas. Marcó 27 goles y recibió solo 13. Sumó 30 puntos, tuvo la valla menos vencida, terminó segundo en la clasificatoria y fue cabeza de serie en el Mundial de Brasil. De esas eliminatorias como una fecha indeleble quedó el viernes 11 de octubre de 2013. Lágrimas, sudor y gloria en el Metropolitano de Barranquilla en una remontada épica en la que ayudaron más de 30.000 hinchas.

Teófilo Gutiérrez y un doblete de Falcao cesaron la horrible noche contra Chile, que ganaba 3 a 0. En las clasificatorias a Rusia, la selección logró 27 puntos tras 18 partidos jugados, siete ganados, cinco empatados y cinco perdidos, 21 goles a favor y 19 en contra. Sin embargo, en el penúltimo partido contra Paraguay en Barranquilla se pasó de un rugido en las tribunas, como eco al gol del Tigre Radamel Falcao García en el minuto 79, a la amargura por la anotación de Óscar Cardozo en el 89 y Arnaldo Antonio en el tiempo de reposición.

Ningún sentimiento de decepción por no conseguir la clasificación en casa se transformó en insultos o agresión. Los jugadores se fueron al camerino a pensar en Perú en medio de los aplausos que se sintieron como un abrazo al corazón de cada uno de ellos. Esa conexión entre hinchas y jugadores parece desvanecerse. Atrás quedaron los momentos de hazañas juntos. “Nunca sentí el repudio del público, ni agresiones, ni el nivel de carga emocional de tirar cosas o insultar”, recordó Juan Felipe Mejía, quien fue director de comunicaciones de la selección Colombia.

La hinchada de Barranquilla enfureció por la pérdida ante Perú.

La derrota contra Perú desencadenó la furia en la Arenosa. Las reacciones pueden buscarse en el mal juego del equipo, los pocos puntos sumados o en aquellos aficionados que consumen bebidas alcohólicas. La selección acostumbró a ganar y la derrota, para muchos, es sinónimo de violencia. “Desafortunadamente, la gente que va ahora a occidental baja es la tribuna fashion de los invitados especiales de los patrocinadores de la selección. Les dan comida, trago, boleta, camiseta y salen ofendiendo y lanzando objetos. Se dedican más a la selfi que a alentar al equipo”, opina el periodista Hugo Illera.

Para el Pibe Valderrama, la hinchada no se debe tocar, pero James Rodríguez los llamó “desagradecidos de mierda” tras salir de la cancha aturdidos por la silbatina. “El hincha tiene todo su derecho a sentir disgusto y molestarse por los resultados. Pero lo de agredir no puede pasar. Sabemos que no son todos, hay muchos que apoyan independiente de los resultados. Lo vivido en Barranquilla fue algo doloroso y más como jugadores y cuerpo técnico, que hemos dado todo por estar en la selección”, dijo Andrés Mosquera Marmolejo, uno de los últimos convocados.

Los familiares de los jugadores, presentes en los momentos de triunfo y derrotas, están convencidos de que la violencia y las agresiones a los deportistas se normalizaron. Ana Caicedo, esposa de Rafael Santos Borré, cree que los hinchas son de extremos, endiosan en la victoria y destruyen en la derrota. “Es un problema de nuestra sociedad en ese afán de alcanzar logros con rapidez, nos olvidamos del proceso natural de las cosas. Ver lejos el mundial duele, pero ese dolor no nos puede cegar”.

James Rodríguez fue titular en los partidos de la Tricolor ante Perú y Argentina | Foto: Copyright 2022 The Associated Press. All rights reserved.

Lo claro es que lo que pasó en el estadio es la consecuencia de un país sin memoria que está normalizando la violencia y la está trasladando a las canchas de fútbol. Como siempre se ha dicho, “quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”, y eso está pasando con la hinchada de la Tricolor.