Las pelotas se convirtieron en objeto de controversia en el Abierto de Australia, con unas características que según varios tenistas ralentizan el juego y favorecen puntos y partidos maratonianos.
Después de surgir vencedor de una batalla de 5 horas y 45 minutos ante el australiano Thanasi Kokkinakis, terminada a las 4 de la madrugada, el escocés Andy Murray fue el último en sumarse a la retahíla de quejas.
Con solo dos rondas disputadas, el veterano ex número uno del mundo lleva acumuladas casi once horas de juego, pues su primer partido ante el italiano Matteo Berrettini (N. 14 de la ATP) se alargó por 4 horas y 49 minutos.
“Es raro porque las pistas son rápidas, las pistas no son lentas. Pero las pelotas, al principio del partido, parecía que no había presión en la bola, casi deshinchada”, dijo Murray.
“De eso es de lo que me estaba quejando mucho durante el partido también. Es simplemente difícil lanzar golpes ganadores en los intercambios”, continuó.
“Lo habéis visto. Creo que hubo un peloteo de 70 golpes ayer, muchos de 35 o 45, lo que no es normal”, agregó.
El maratoniano punto de 70 golpes se produjo en el partido entre el australiano Jason Kubler y el ruso Karen Kachanov, 18º sembrado, ante un público atónito en el estadio John Cain.
Con ambos jugadores sin cometer errores pero tampoco sin lanzar demasiados golpes ganadores, el intercambio se alargó hasta que una pelota de Kubler golpeó en la cinta de la red y se murió en la pista contraria.
“Las pelotas no botan”
Ya desde su primer partido en este Abierto de Australia, el serbio Novak Djokovic, nueve veces campeón del torneo, advirtió de que las nuevas pelotas “son más lentas” y “afectan el juego”.
“Cuanto más juegas, cuanto más peloteos disputas, más blanda o más grande se vuelve la pelota y es más lenta”, afirmó. “Creo que vamos a ver más partidos de larga duración este año y una de las mayores razones será la pelota”, aventuró.
El joven canadiense Felix Auger-Aliassime bien puede hablar de ello. Número 6 del ranking, el joven talento necesitó de cinco sets para superar sus dos primeras rondas.
En el segundo encuentro, contra el eslovaco Alex Molcan, incluso le llevó una pelota al juez de silla para que comprobara su presión: “Nunca me quejo de esto, pero las pelotas no botan”, le dijo en una de las pausas del partido.
Posteriormente, en rueda de prensa, dijo que debía ajustar su estilo para golpear más plano. “Para mi juego, si doy un buen golpe de derecha, en vez de coger efecto y botar, la pelota se frena un poco y el adversario puede responder fácilmente”.
En la misma línea se había expresado Rafael Nadal, lesionado y eliminado del torneo tras dos partidos en los que sus rivales de rango inferior le aguantaron en los largos peloteos, la especialidad del español, que no conectaba golpes ganadores.
“La pelota no consigue el giro de siempre. Después de un par de golpes, la pelota pierde presión y es difícil golpearla con el efecto adecuado. Es más fácil para los que golpean plano”, dijo antes del torneo.
El segundo español mejor clasificado, Pablo Carreño, dijo que beneficiaba a quienes eran “de golpear muy duro, porque le puedes dar muy fuerte y la bola no se escapa porque está pesada”.
Discrepante, su compatriota Roberto Bautista, con un golpeo más plano, dijo estar contento con las pelotas. “Cada uno tiene su juego y a cada uno le van bien unas circunstancias. Hay que intentar adaptarse al torneo que vayas”, aseguró.